«Al compás del cha-ca-chá,

del cha-ca-chá del tren.

¡Que gusto da viajar

cuando se va en el tren!».

Canción de 1958 de las

Hermanas Fleta.

Publicado en el semanario El Vinalapó (sic) el 17/05/1884: «Imposible es que esta fecha dejen de recordarla con regocijo y hasta con orgullo los hijos de Elche: a los muchos días que en su gloriosa historia tiene señalados la hermosa Illice, hay que agregar el 11 de mayo de 1884 porque él se distingue por un acontecimiento tan fausto como la inauguración del ferro-carril que la une con fraternal abrazo con su querida capital Alicante, y con las ricas poblaciones de Orihuela y Murcia...». Otra cita, esta más reciente, del alcalde Carlos González, del 1 de febrero de 2021: «La llegada del AVE a Elche es un hito comparable a las declaraciones de Patrimonio de la Humanidad para el Misteri y el Palmeral, la implantación de la Universidad Miguel Hernández, el regreso de la Dama o la ampliación del aeropuerto. Hoy es un día para la historia a la vez que un fundamento sólido para nuestro futuro».

Casi 137 años separan estas dos citas pero el arrebato que desprenden es similar. En el primer caso, plenamente justificado, porque la llegada del ferrocarril metió a Elche en la modernidad, acabó con su aislamiento y transformó por completo la sociedad y la economía locales. Ahora está por ver el efecto de la alta velocidad, pese a la grandilocuencia de las declaraciones inaugurales. Pero hay más similitudes entre ambos acontecimientos. En 1884 también inauguró la nueva ruta el presidente del Gobierno, Cánovas del Castillo, y el recorrido fue igualmente de Alicante a Orihuela y vuelta, con parada y fonda en Elche (el dirigente conservador pernoctó aquí). Y otra analogía más: poco después de aquel acontecimiento, en agosto del mismo año, se declaró en la provincia una epidemia de «cólera morbo asiático», que produjo una elevada mortalidad y llevó a las autoridades a imponer un cordón sanitario (léase confinamiento perimetral) en la ciudad. Vaya, vaya...

La cuestión es que el AVE ha llegado, casi un decenio después de lo inicialmente previsto, y tal vez por eso lo ha hecho de tapadillo. Por el retraso y por la situación actual del covid (este sí que es un auténtico morbo asiático) y las restricciones de movilidad y deambulación interterritorial. Esta vez no hubo, como en 1884, ni banda de música ni aglomeraciones de entusiástica ciudadanía ni cohetería ni volteo de campanas. Ni periodistas, para evitar el riesgo de contagio y de preguntas sin vacunar. Tampoco acudió nadie del PP a excepción del alcalde oriolano, Emilio Bascuñana, por imperativo legal y solo para descubrir una placa en su estación (una de verdad). Su homólogo de Alicante, Luis Barcala, dijo sentirse indispuesto y plantó a la comitiva gubernamental. Según parece, se trató solo de simples molestias estomacales de origen psicosomático, causadas probablemente por la perspectiva de que su ciudad pierda el estrellato de la alta velocidad. Y ya sabemos en el extrarradio lo a pecho que se toman allí lo de la capitalidad provincial, Diputación incluida.

Visto lo visto, el alcalde ilicitano dijo esta es la mía. Y tras las desabridas paradas anteriores, fue finalmente en pleno campo matolense, entre almendros, viñedos y encarnelles, donde la ilustre trinidad inaugural (Pedro Sánchez, Ximo Puig y José Luis Ábalos) encontró al fin palabras de cariño y agradecimiento por parte de alguna autoridad (correligionaria en este caso, eso sí), por permitirnos subir al tren de la alta velocidad, de la reactivación económica y la resiliencia, y del Corredor Mediterráneo en toda su extensión y amplitud. González aprovechó que las autoridades foráneas no se podían mover del vestíbulo (no hay sitio donde esconderse) para reclamar más inversiones del Gobierno en Elche. Ya se sabe: Ronda Sur, conexiones y mejoras ferroviarias... «Oye, Chimo, ¿pero este no es de los nuestros?», dicen que le musitó, perplejo, el presidente al president. «Sí, pero es que a mí también me da la tabarra con que si la Generalitat invierte poco, con no sé qué de una deuda histórica... Por cierto, hablando de financiación autonómica...». «Lo vemos, Chimo, llámame cuando pase la pandemia. Ahora me tengo que ir porque llego tarde...», replicóle Sánchez. «¿Te marchas en el AVE?», inquirióle el jefe del Consell. «No, porque yo no voy en tren, voy en avión; no necesito a nadie, a nadie alrededor...».

Así que pasaron a descubrir la placa conmemorativa de la nueva efeméride indeleble en los anales de los 50 siglos de historia ilicitana. Inicialmente, a un ingeniero becario del ministerio se le ocurrió, con ánimo inclusivo y extensivo, proponer este texto: «Siendo alcaldes de Elche Diego Maciá, Alejandro Soler, Mercedes Alonso y Carlos González; ministros de Fomento y Transportes Francisco Álvarez Cascos, Magdalena Álvarez, José Blanco, Íñigo de la Serna, Ana Pastor y José Luis Ábalos; presidentes del Gobierno de España José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, y jefes de Estado SS. MM. Juan Carlos I y Felipe VI se proyectó esta infraestructura, se licitó, se modificó, se volvió a licitar, se adjudicó, se paralizó por la crisis, se volvió a modificar, a licitar y a adjudicar, se anunció su finalización, se retrasó, se anunció de nuevo y de nuevo se retrasó, y finalmente se inauguró esta estación y la línea de alta velocidad adyacente, aunque inacabada. Elche, 1 de febrero de 2021».

Sin embargo, cuentan que a la parte gubernamental de Unidas Podemos, contrariamente a lo que podía pensarse, no le gustó tanta inclusividad, y mucho menos la escasa paridad en los cargos mencionados, por lo que objetó airadamente este texto ante la ministra de Asuntos Económicos y el ministro de Inclusión y Seguridad Social, como de costumbre. Finalmente se optó por reseñar solo el nombre del presidente en vigor, pero esto provocó severas quejas de Pablo Casado por la supresión sectaria y bolivariana de los nombres de próceres del PP, por lo que su partido rechazó acudir. «No hay derecho. Esta obra, sus retrasos e incumplimientos son tan suyos como nuestros, y se los quieren apropiar. Puro revanchismo», se le oyó murmurar en plena sesión de control al Gobierno, mientras que Pablo Ruz aseguraba a sus más cercanos que seguirá cogiendo el AVE en Alicante para desplazarse al Senado, en señal de protesta.

Finalizado el acto, sin piscolabis ni nada, marcháronse los invitados, aunque sin saber muy bien hacia dónde, porque todavía no hay señalizaciones. Cuentan que parte de la comitiva acabó en el centro de visitantes del Hondo observando las tempraneras ceremonias de apareamiento de las anátidas, mientras que otros asistentes tuvieron que ser rescatados por la unidad canina de la Policía Local tras varias horas errando por agrestes caminos de la Peña de las Águilas, al borde de la deshidratación.

En esas que la bloguera negacionista se coló en la nueva estación para destapar un nuevo engaño masivo en directo: «Ya lo ven, aquí en Elche todo es mentira. No solo no hay enfermos de covid en los hospitales, sino que tampoco hay trenes ni pasajeros, como pueden ver a mi alrededor. ¡Todo es fake!». Antes de salir sintió unos retortijones, por lo que aprovechó para ir al aseo. «¡Toma, negacionismo!», exclamó, al marcharse sin tirar de la cadena. Fuera, su maromo la esperaba en la furgoneta con los ánimos usuales: «¡Qué huevos tienes, chiquilla...!». Salieron pitando pero les falló el GPS y acabaron embarrancados en el fondo del barranco de Barbasena. «Es que ni carreteras tienen aquí... Deberíamos de haber venido en tren», profirió la susodicha, mientras seguía emitiendo en directo y sumando likes a mansalva. Manda huevos.