¿Es ruido o música patrimonial el sonido de las campanas? El debate en torno se ha reavivado tras la decisión del Ayuntamiento de Biar de reducir el sonido de las campanas de la torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. Con el propósito de adaptarse a la legislación vigente sobre contaminación acústica, el equipo de gobierno popular liderado por la alcaldesa Magdalena Martínez ha tomado medidas para rebajar los decibelios. De este modo trata de conciliar el derecho al descanso de los residentes que viven cerca del campanario con la tradición de los repiques.

El asunto ha llegado incluso al pleno del Ayuntamiento después de las quejas planteadas por varios vecinos, que habían mostrado su malestar por el "exagerado" sonido de las campanas que les impide dormir. Para ellos el tañido no es tradición sino tormento.

La alcaldesa ha reconocido que la medición acústica realizada ha confirmado que los toques superan los límites permitidos que, según la normativa actual, deben situarse por debajo de los 35 decibelios en horario nocturno. Cabe precisar que un bar con clientes, la pisada de zapatos con tacones duros o el paso de una moto por la calle suelen superar los 80 decibelios fijo. En principio los responsables municipales de Biar se dispusieron a suprimir por completo el sonido de las campanas. Pero posteriormente se planteó la posibilidad de bajar el volumen y, ante la viabilidad de esta segunda opción, se optó por aplicarla tal y como se ha hecho.

De hecho, la persona que se ocupa del mantenimiento del campanario ya ha colocado un dispositivo para reducir lo máximo posible la vibración manteniendo el toque tradicional de las campanas. Pero la medida adoptada por el gobierno del PP no ha gustado nada a EU. Para sus miembros es un sonido que forma parte de la idiosincrasia biarense y de la identidad del pueblo. Por eso indican que "vecinos y visitantes deben saber a dónde vienen porque un pueblo debe ser para sus habitantes".

También para el antropólogo y presidente de la Asociación Cultural Campaneros de la Catedral de València la decisión adoptada por el Consistorio es contraria a la tradición. Para Francesc Llop i Bayo los ayuntamientos están incurriendo en un grave error porque los relojes son municipales y solo a ellos les corresponde ejercer una competencia exclusiva sobre la gestión del tiempo a través de las campanadas.

El campanario de la iglesia Nuestra Señora de la Asunción de Biar. INFORMACIÓN

"Lo que ha pasado en Biar es un despropósito que va a más y que por desgracia se está extendiendo por toda la Comunidad Valenciana, y también por toda España, y responde a una tendencia que también responde a cierto anticlericalismo", lamenta Llop insistiendo en que el toque de las campanas es un derecho vecinal y una obligación municipal. "Por lo tanto -subraya el experto- el derecho de la comunidad debe imperar siempre sobre el derecho del individuo".

En este sentido las asociaciones de campaneros instan a los ayuntamientos a defender un derecho que le es propio, si bien asumen con resignación que en todos estos casos la mayoría de las sentencias suelen dar la razón a quienes exigen silenciar los campanarios de los pueblos. Solicitantes que en muchos casos suelen responder al mismo perfil: personas que trasladan su residencia de la ciudad al pueblo y compran una casa cerca de la iglesia sin caer en la cuenta de que las campanas llevan siglos tocando y forman parte del patrimonio histórico y cultural de ese lugar.

"Hay muchos urbanitas que quieren que el pueblo se adapte a ellos y no ellos al pueblo. El riesgo que se corre en estos casos es que las decisiones que están tomando los alcaldes son la antesala para que también les exijan, por el mismo motivo, que prohíban las fiestas populares y tradicionales porque son muy ruidosas, o las mascletás y los fuegos artificiales, o retirar los gallos de los corrales para que no canten al amanecer o que se les quiten los cencerros a las ovejas porque también les molesta...", señala Llop aludiendo a sentencias concretas en las que se han denunciados todos estos hechos "y otros mucho más absurdos".

Entre lo humano y lo divino

También es cierto que en las resoluciones judiciales se suele distinguir entre las campanas litúrgicas y las civiles. Esto es, entre las que son propiedad de la Iglesia y las que pertenecen a las Corporaciones locales. Los jueces suelen fallar a favor del denunciante en lo que se refiere a los toques horarios, pero no a los toques de celebraciones religiosas. Hay municipios que disponen de dos o tres campanas y lo habitual es que la del ayuntamiento se sitúe por encima de las religiosas en el campanario. Es más, las torres de algunos templos cuentan con dos accesos separados: el religioso y el municipal. El primero para controlar las campanas que anuncian bodas, funerales y festividades cristianas y el segundo para los toques del reloj que marcan la hora. De ahí que durante la Guerra Civil unas fueran destruidas y otras conservadas.

Los campaneros han constituido asociaciones para la conservación y difusión de estos instrumentos seculares. Axel Alvarez

Apasionado de las campanas desde el año 1967 y gran conocedor de todos sus aspectos -conservación, restauración y toque- y de los campaneros, el estudioso valenciano ha realizado un inventario de las 1.076 campanas de las 94 catedrales de España auspiciado por el Ministerio de Cultura. "Las campanas ofrecen una música físicamente tan potente que o bien te atrae o bien te repele. Hay gente que no la soporta y otros que estamos enganchados a ella porque tienen la capacidad de generar emociones y, por tanto, pasión. Pero desde hace ya algún tiempo venimos comprobando, con creciente preocupación, que los ayuntamientos les dan la razón a los vecinos que se quejan y los jueces amparan sus decisiones. Enmudecer las campanas es un problema que se está extendiendo, parece que está de moda, pero por esa misma razón los que tengan sus casas junto a una carretera, una vía del tren o incluso el mar también podrían exigir que no pasen los coches ni los trenes y se pongan diques que contengan las olas...", argumenta el campanero insistiendo en la idea de que "los ayuntamientos están perdiendo su identidad y renunciando a un derecho antiguo como es la obligación de marcar la hora a sus vecinos".

Defensores y detractores

La decisión salomónica de reducir el sonido tampoco convence a la Asociación Cultural Campaneros de la Catedral de València. Técnicamente es muy complejo porque las campanas tienen un diámetro y un grosor que debe ser acorde con el martillo. La única manera de conseguirlo es manualmente a través de un golpeo más flojo. Además, son muchos los factores que influyen en un mayor o menor sonido del tañido y la distancia desde el campanario hasta las viviendas más cercanas es fundamental.

Entre defensores y detractores la casuística es muy amplia. En junio de 2018 el Ayuntamiento de Torrevieja ordenó precintar las campanas de la iglesia de La Mata por exceso de ruido. Tal y como este diario publicó entonces, la concejalía de Actividades alegó que se estaba incumpliendo la ordenanza de contaminación acústica y exigió al párroco que instalase un limitador sonoro. El altavoz anunciaba desde hacía años los toques de las misas, los cuartos, las horas... y no solo con campanadas sino incluso con melodías a través de un sonido enlatado que tenía a parte de los vecinos desquiciados. Pero la controversia por las campanas no era precisamente nueva. Residentes en la zona llevan años registrando escritos dirigidos tanto al Ayuntamiento y la Generalitat Valenciana como a la Diócesis de Orihuela-Alicante. Algunas de esas quejas se remontaban incluso al año 2005, como las presentadas por una familia de Madrid. 

La sustitución de las campanas de la iglesia de Santiago en Villena. Áxel Álvarez

Exorcismo contra el maligno en Alicante

Sin embargo en mayo de 2021 las cuatro campanas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de la Vila Joiosa fueron sometidas a un proceso de restauración para que recuperasen su aspecto antiguo original y permitir que se pudieran tocar de forma manual. También en Villena y Altea se han renovado en los últimos años. Y en 2018 la Vega Baja se volcó con la iniciativa de Hispania Nostra, el Museo Internacional del Toque Manual de Campanas y de Campaners d’Albaida, para promover la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO para los ancestrales toques manuales de campanas. También las hay, como la de la torre del reloj del Ayuntamiento de Alicante, que lanza cada hora un exorcismo para proteger a la ciudad del maligno. Una inscripción en latín reproduce la oración que el instrumento, de 1699, emite para preservar a la ciudad del diablo. Además, un trabajo del profesor Antoni Biosca, de la UA, demuestra que contiene imágenes de la Virgen del Remedio, San Nicolás, la Santa Faz y San Roque.

A pesar de su defensa a ultranza para que no se pierda este singular elemento patrimonial, la mayoría de los campaneros de la provincia entienden que hay situaciones que se pueden evitar para no generar molestias. Son contrarios, por ejemplo, a la costumbre ya abolida de realizar 24 toques de campana para marcar las 24 horas de la media noche. Tampoco se muestran contrarios a que se eliminen las repeticiones de las horas o de los cuartos. Pero ellos tienen muy claro que el sonido de las campanas es música celestial y, si están bien conservadas, suenan igual a lo largo de los siglos, lo que las convierte en la música viva más antigua, más alta y más representativa de la vida comunitaria.

Las campanas forman parte de la historia y la cultura de los pueblos. Áxel Álvarez

Un instrumento musical de derecho antiguo

Aparte de la actividad sonora, los campaneros asociados se dedican al estudio, investigación, conservación y mantenimiento de las campanas allí donde se encuentren. Se trata de conocer y difundir las peculiares características de un instrumento musical destinado a usos comunitarios y basado en un derecho antiguo. El colectivo no está en contra de mecanizar las campanas si se cumplen tres condiciones: conservar o restaurar las instalaciones originales, reproducir los toques tradicionales y no impedir los toques manuales. Se trata de considerar campanario, campanas, instalaciones y toques como un único instrumento musical que debe conservarse y mantenerse en uso, «como un singular elemento patrimonial». Esa es su filosofía.