La avenida de la Constitución de Villena se convierte en una pista de obstáculos

Los usuarios con dificultades de movilidad ven limitado su paso ante la falta de accesibilidad de unas obras que está previsto que se prolonguen hasta el 30 de junio de 2024

Los comerciantes de la zona denuncian pérdidas de volumen de negocio de hasta un 30 % desde que comenzaron las actuaciones

La avenida de la Constitución de Villena se convierte en una pista de obstáculos.

La avenida de la Constitución de Villena se convierte en una pista de obstáculos. / ÁXEL ÁLVAREZ

Lydia Ferrándiz

Lydia Ferrándiz

Las obras de la avenida de la constitución de Villena han transformado el centro de la ciudad en un laberinto con trampa para aquellos peatones que ponen un pie en ella. Las actuaciones, que se prologarán finalmente hasta el 30 de junio de 2024, han dejado una estampa en la que cada vez más personas mayores con problemas de movilidad encuentran dificultades para acudir a los comercios de toda la vida y en la que comerciantes y hosteleros hacen maniobras para permanecer abiertos mientras pasa el chaparrón.

Los ritmos de ejecución de la obra han estado condicionados por diferentes factores, como la petición por parte del Consistorio de mantener los locales comerciales abiertos y permitir la circulación del tráfico en la avenida con un carril abierto en un sentido para mantener las medidas de seguridad necesarias en caso de emergencia y para la mayor comodidad de los vecinos de la zona. A este retraso de las actuaciones se le suma que durante las próximas semanas las obras se frenarán con motivo del periodo de ventas de las fiestas navideñas y de final de año, tras una petición de la Asociación de Comercios y Servicios Vi aceptada por el Ayuntamiento, que no supondrá un coste extra para el Ayuntamiento.

"Ahora voy a menos sitios que antes de que empezara la obra". La extensión en el tiempo de las obras supone para la mayoría de los vecinos un problema añadido, sobre todo, para los que cuentan con problemas de movilidad reducida o son dependientes. Así es precisamente para Antonia Morán, una vecina de Villena que sale de casa ayudada por su andador: "las obras se me están haciendo ya un poco largas, es muy difícil ir así a hacer la compra con normalidad o ir a comercios a los que antes iba mucho. Se ha complicado lo de ir de un lado para otro y hay cosas que he tenido que dejar de comprar".

La avenida de la Constitución de Villena se convierte en una pista de obstáculos.

La avenida de la Constitución de Villena se convierte en una pista de obstáculos. / ÁXEL ÁLVAREZ

Para aquellas personas que van en silla de ruedas la situación es igualmente complicada. Ana Fernández es cuidadora de una persona mayor a la que saca a dar una vuelta y a hacer compras todos los días, pero con las obras tienen que ir muchas veces por en medio de la vía, ya que justo en su puerta la acera es impracticable. "Las obras son un desastre, es muy incómodo para salir y entrar de casa y más con una persona que tiene movilidad reducida. Nos toca dar un sinfín de vueltas para encontrar la zona con mejor paso y por la que sea más cómodo llevarla. No piensan en los mayores cuando hacen estas cosas".

Aunque los mayores son uno de los colectivos más afectados, aquellas personas que intentan hacer la compra con carritos de bebé pasan por las mismas circunstancias. "En algunas tiendas entrar es más fácil, pero ahora en algunas han puesto una pasarela que es como una rampa porque no hay acera y que son muy molestas. No podemos ir a hacer recados con el carrito y eso nos complica mucho la vida a las personas que somos padres", asegura Nayar Bacali.

Algunos vecinos, incluso, ha comenzado a sugerir al Ayuntamiento que les gustaría que las actuaciones se llevase a cabo por la noche para agilizarlas y que interrumpieran menos la vida. "Si tuvieran la facilidad de trabajar por las noches creo que irían más rápido, pero sería más caro. Estas obras son una molestia necesaria porque había mucho que mejorar en esta zona, pero hay que intentar atajarlas".

Comerciantes

El laberinto en el que se ha convertido la avenida de la Constitución debido a las últimas obras no solo afecta a los usuarios, que se ven abocados a caminar compartiendo calzada con obreros y coches, sino que también han supuesto un problema para los comerciantes de la zona. La falta de compradores por las dificultades que representa llegar hasta la zona han dejado en algunos comercios pérdidas directas de hasta el 30 % que algunos esperan poder recuperar con la campaña de Navidad.

"Tenemos muchos clientes mayores que aquí ya ni entran", explica Manuel Martínez, propietario de una tienda de calzado en la avenida de la Constitución. "Las ventas han bajado por las obras, pero no solo cuando las tenemos delante del local, desde que empezaron están dando problemas. La gente como ve que todo está patas arriba ya no baja a pasear o viene con el coche y ve que no se puede aparcar y se vuelven a casa. Pérdidas estamos teniendo nosotros y todos los negocios de la calle".

En los bares de la zona, la misma situación, los que más acusan las pérdidas son aquellos que contaban con terraza y que ahora ya no pueden ponerla. "La gente que venía a desayunar por las mañanas a la terraza ya ha dejado de venir, y eran grupos grandes de trabajadores de la zona que venían todos los días. Por la tarde es aún peor, ahí que ya no queda nadie. A nosotros nos han cobrado la tasa de terraza y no sabemos si nos devolverán la parte proporcional de noviembre y diciembre. Para los negocios esto es un desastre", asegura Javier Rodríguez, dueño de un bar.

Precisamente es la prolongación en el tiempo de estos trabajos lo que más preocupa a los comerciantes de esta concurrida zona comercial. "A todo el que quiere un cambio le toca aguantarse, pero se está retrasando más de lo que nos dijeron. Además, también estamos un poco molestos por la forma en la que están llevando adelante la obra yendo de acera en acera sin ningún orden. Esto tendría que haber estado acabado en 2021, en cualquier otra ciudad lo hubieran tenido acabado en cuatro meses y aquí nos vamos a tirar casi cinco años así, esperemos que por lo menos lo dejen bien bonito", indica el comerciante Paco Azorín.