El tiempo nos consume, nos asoma a realidades comprometidas, nos entierra si le dejas. El que pasas feliz, galopa. El otro, el que pesa, el que se retuerce en nuestra memoria, ese nos aplasta. César Moreno huyó de la indiferencia que sintió en el Elche, con opciones de dar el salto a Primera, y cruzó decidido la calle con la esperanza de hallar en el Hércules lo que su destino franjiverde le negaba.

Futbolista enorme, temperamental. La timidez que le define fuera del campo, densa, persistente, se desvanece en cuanto pisa el césped. Ahí, sobre la hierba, se vuelve invulnerable. Lo demostró el curso pasado, ganándose la titularidad día a día a pesar de que para su entrenador entonces, Sergio Mora, partía como cuarto mediocentro. Su irrupción en el equipo fue tan notable cuando Bikoro se marchó por primera vez con su selección , que el preparador madrileño readaptó su sistema (y su idea original) para convertirle a él en el ancla, el punto de apoyo, el sustento mordaz de se centro del campo.

César Moreno estaba llamado a liderar al Hércules en la acción defensiva, pero el fichaje de Maxi Rivero lo cambió todo. El argentino – paradigma de pivote perfeccionista, entregado por entero a su oficio, el primero en llegar a las sesiones de trabajo, el último en irse, enchufado siempre–, le entró por el ojo a Ángel Rodríguez, que ha intentado simultanearlos sin suerte porque el cartagenero no se adapta a jugar tan arriba.

César se hace pequeño fuera de su reino, no le gusta vivir tan lejos de su área, le cuesta entender los automatismos de un puesto que no le agrada, que le da vértigo, que no explota sus mejores cualidades. Es tan bueno en lo suyo, que el preparador leonés insiste con él por delante de Maxi con la esperanza de que el murciano se libre de sus miedos y ofrezca una versión aún más completa de sí mismo.

El castigo a Maxi por la roja directa abre la puerta de la titularidad al cartagenero en su posición natural

El gol que marcó en Paterna respalda todavía más el convencimiento del entrenador de que tiene futuro moviéndose en el puesto reservado para el ocho. Ni por esas. A César se le hace cuesta arriba y la cabeza se le llena de pensamientos que no le suman, que no extraen de su enorme potencial los destellos a los que el club ha puesto precio: 10 millones.

El encuentro de Copa del Rey y la presumible sanción de dos partidos a Maxi por su expulsión con roja directa el domingo pasado le dan al exfranjiverde la oportunidad de enlazar al menos tres partidos desenvolviéndose en su imperio de control y contundencia, ése en el que se convierte un César implacable, inclemente con cualquiera que le salga al paso.

El técnico Ángel Rodríguez y César Moreno se cruzan en el entrenamiento. Jose Navarro

Hasta el momento, solo ha disputado cinco partidos como titular y únicamente ha completado dos encuentros. No se ha quedado nunca sin salir aunque sea unos pocos minutos, pero también acostumbra, cuando forma de inicio, a ser el primero en ceder su sitio en el momento de decidir las sustituciones. Un portento físico como el de César Moreno sufre viendo la vida en una silla desabrida de un campo de cuarta categoría, por eso escama el dato de que ha dejado de participar en más de la mitad de los minutos en las primeras 10 jornadas.

1 GOL

En los 466 minutos que lleva jugados esta temporada

► Ha pasado más de la mitad del tiempo de esta Liga en el banquillo. Suplente 5 veces, solo ha completado 2 partidos.

5 PARTIDOS

Como titular, nunguno de ellos en su posición natural

► El cartagenero no se siente cómodo como mediocentro de posición con obligación de subir la bola y presionar.

El curso pasado, a estas alturas de Liga, ya era un fijo inamovible. Las únicas veces que se ausentó de un partido oficial fue por sanción, por acumulación de amarillas, algo que se repitió en dos ocasiones antes del final del ejercicio porque la suya es una responsabilidad grande, la de ejercer como tapón de los ataques enemigos.

El joven César, con sus 21 años ya vividos peleando contra un déficit auditivo perenne, es un tipo valiente que necesita la confianza del técnico para mostrarse como el caudillo que le urge a un proyecto que tiende a encogerse, que ha olvidado en alguna parte el estilo, que extraña a un líder dentro de la cancha. Empieza un nuevo tiempo, «Ave, César»...