Hércules CF

Análisis | ¿Vuelo o voladura?

El Hércules se enfrenta este sábado a la obligación de demostrar que lo que le ocurrió el domingo frente al Sant Andreu fue solo un mal día y no la consecuencia de una posible debilidad grave en la interpretación de la defensa

Kalvin Ketu pide a sus compañeros que le abran hueco para poder celebrar su primer gol oficial con la camiseta del Hércules.

Kalvin Ketu pide a sus compañeros que le abran hueco para poder celebrar su primer gol oficial con la camiseta del Hércules. / ALEX DOMINGUEZ

Pedro Rojas

Pedro Rojas

Lo has visto tantas veces, tan seguido, que cuesta no pensar que sabes lo que pasará, que conoces de sobra el desenlace. Si lo haces, aceptas una forma de vida pobre, vaga, demasiado adulta, demasiado resignada, puede que hasta cínica. Hay que dejarle espacio a la fe pagana, al vértigo de creer sin ver, de lo contrario todo se militariza, se torna gris, y vivir pasa a ser lo que le ocurre a otros en las películas, en las novelas, en las noticias. Con los desengaños blanquiazules todos hemos aprendido algo: del Hércules se sabe cuándo cae, pero nunca cuánto tiempo tardará en levantarse.

ROTACIONES DE ALTO NIVEL

► Un buen bloque ¿y algo más...?

Lo más difícil, sin excepción, para cualquier arquitecto de plantillas es lograr que un vestuario en el que casi nadie se conoce funcione como un reloj. Aparentemente, Rubén Torrecilla lo ha conseguido. Ha hecho de un plantel repleto de caras nuevas un once reconocible aunque para ello haya utilizado la vía más rápida: repetir a la mayoría las cuatro veces. Nueve futbolistas han sido titulares en todas las jornadas. El único que ha entrado dando un «codazo» ha sido Carlos de la Nava, que ha alternado su puesto con Artiles. Si el «goleador» Mendes no se hubiera lesionado, en lugar de nueve, los fijos habrían sido diez en las primeras cuatro fechas.

Resta saber si el resto está a la altura, si hay rotación posible, una eficaz que ayude a crecer, a cambiar dinámicas de partido. En la única ocasión en la que este Hércules se ha visto por detrás en el marcador no ha ocurrido, en parte porque aún no sabemos cuánto pueden dar de sí cuatro piezas. Nico Espiniosa, Agustín Coscia, por delante, y Sergi Molina y Ryan Nolan, detrás, están inéditos. Los objetivos no se alcanzan con 11 valientes, hay que sumar más cerebros y más músculos a la tarea. De lo contrario, el futuro se resquebraja. Ni Míchel Herrero ni César Moreno han sumado, con ellos tiene trabajo el entrenador... y no poco.

DECIRSE LA VERDAD

► Ligar las palabras a los hechos

El margen de confianza va íntimamente pegado al valor de la palabra. Los discursos épicos y efectistas están bien, pero si no se corresponden con la realidad, entonces pasan a ser eslóganes vacíos, maniqueos. El técnico sostiene que su equipo, durante la semana, «entrena espectacular». Si luego, el día del partido, después de haber regalado dos días libres, el derroche de energía se queda muy corto, las dudas se descontrolan.

Lo mismo pasa cuando se describe la implicación de un determinado jugador. No favorece el crédito poner por las nubes el desempeño diario de uno de los capitanes (al que se ha dejado dos semanas fuera de la convocatoria) si luego, cuando le dan la oportunidad, no se nota ese «gen competitivo» que se juró ver en él. La idea de «sudar sangre» es muy visual, es una imagen que se entiende bien, que cala en la grada, pero mejor que se vea sobre el césped, que no resuene solo en la sala de prensa como el eco fantasma de las ganas de ganar que juraron todos los técnicos destituidos.

TRES VICTORIAS

► Dos de ellas contra los últimos

Nueve puntos de 12 posibles merecen el aplauso general. Da igual el rival al que se le hayan ganado los puntos. Pero una realidad objetiva es que seis han sido contra los dos últimos: Formentera y Espanyol B. En ambos casos, el triunfo resultó contundente, incontestable, y eso es lo único que cuenta. Con las derrotas hay que ser igual de intolerante. Si te hace tres tantos un equipo que ha enlazado dos jornadas perdiendo y recibiendo 7 goles hay que ponerse en alerta, no reducirlo a un accidente sin más, porque no lo fue.

El Hércules recibió en Barcelona, en la barriada de Sant Andreu, frente a un recién ascendido, tres puñaladas idénticas. El Espanyol buscó el mismo camino a la portería de Carlos Abad en la primera semana de competición y sembró dudas que el pasado domingo afloraron con fiereza. Cuando el centro del campo no sostiene al enemigo, la línea a su espalda se deshace. Como lo hemos visto antes, sin ir más lejos el año pasado, se nos ponen las orejas tiesas... y no es por el frío.

CAERSE Y LEVANTARSE

► Mejor que sea cuanto antes, ya

Al Hércules no le va bien ni cuando le van bien las cosas. Ha sido casi siempre así en el siglo XXI. Esta de Alicante, por las razones que ya todo el mundo conoce, es una plaza en la que cuando la chispa salta, las probabilidades de incendio son muy elevadas, y no uno cualquiera, uno muy voraz, devastador. Por desgracia para los implicados, el margen de confianza de puertas para fuera es muy limitado. Demasiados palos en las costillas de la hinchada. En el primer partido con verdadero vértigo, la respuesta ha sido mala, así que hay que demostrar con hechos que lo del Narcís Sala fue un accidente, una mala mañana al sol, un tropiezo ocasional y no la fatídica obligación de tener que ganar a todos en cualquier lugar.