Segunda RFEF

Análisis | El castigo de poder ser líder

El Hércules ha encontrado una ética de trabajo y de competición sobresalientes, pero necesita mucha energía para llevar a cabo el fútbol que pretende su entrenador, algo que suele faltarle a todos los equipos tras el parón de Navidad

Los jugadores del Hércules felicitan a Kalvin Ketu después del gol marcado por el camerunés al filial del Espanyol en Barcelona.

Los jugadores del Hércules felicitan a Kalvin Ketu después del gol marcado por el camerunés al filial del Espanyol en Barcelona. / LOF

Pedro Rojas

Pedro Rojas

En el deporte (y en la rutina de existir) resulta muy sencillo acostumbrarse a las victorias. Demasiado, pero solo si lo vives como espectador, con perspectiva, sin sudar. Si te toca ser quien compite, quien tiene que meter la pierna, morder en la presión y pelear cada pelota como si fuera oro, entonces la cosa cambia... y no poco.

Ganar es tan maravilloso como difícil de conseguir. Hacerlo cada semana durante nueve meses se convierte en un suplicio. «Salgan y disfruten», dicen los entrenadores con naturaleza homeopática, pero eso en realidad no es posible porque todo triunfo lleva implícito un sufrimiento que pesa más cuanto mayor sea el reto. Es así, no hay otra fórmula, y disfrazarlo de mantra buenista no ayuda al competidor.

FRESCURA

► En las piernas y en la cabeza.

Cuando se aspira a lo máximo, apenas hay margen para el error. Eso provoca un desgaste emocional elevado que se agrava si las piernas y los pulmones no acompañan. Le pasa a todos los grupos. No hay nadie exento. No existen los milagros (aunque algunos relatos épicos digan que sí). Por eso es tan relevante entender los procesos, asimilarlos y ponerlos en práctica de un modo idóneo. El Hércules ha conseguido una ética de trabajo óptima que le permite jugar un fútbol tenso que le exige mucha inversión energética, una muy cara. Ha sido así desde el comienzo de curso y mantenerla de principio a fin resulta inviable.

Siempre habrá periodos menos luminosos, más densos, ratos en los que correr y pensar cueste mucho. A los equipos que empiezan bien las ligas les suele sobrevenir tras el parón de Navidad. No hay forma de combatirlo, ni siquiera con descanso o desconexión. Lo importante en esos casos es saberlo gestionar, metabolizarlo, no activar alarmas ni entrar en pánico.

Después de asaltar el liderato en Lleida, el Hércules sufrió una pájara cuando parecía tenerlo todo a favor. El partido en Sant Adrià de Besós es el primero que pierden los alicantinos después de adelantarse en el marcador, lo que da una idea de la intensidad con la que juega siempre.

Nico Espinosa, en su vuelta tras la lesión, protesta al colegiado durante el Espanyol B - Hércules.

Nico Espinosa, en su vuelta tras la lesión, protesta al colegiado durante el Espanyol B - Hércules. / LOF

Pero no se puede estar al 100% siempre, nadie lo hace, si tú no te das el respiro, el cerebro lo provoca. La pájara no duró mucho, apenas 15 minutos. Después, la sangre volvió a regar los músculos y a oxigenar la mente, coincidiendo con los cambios (seguramente más tardíos de lo que requería el momento), y el equipo de Rubén Torrecilla recobró el pulso y tuvo opciones de sobra para no haber terminado perdiendo frente al filial del Espanyol.

Comparativa entre el Lleida y el Hércules esta temporada en el grupo 3 de Segunda RFEF.

Comparativa entre el Lleida y el Hércules esta temporada en el grupo 3 de Segunda RFEF. / INFORMACIÓN

SOLO PUEDE QUEDAR UNO

► Se trata de una carrera de fondo.

Un gol separa al Lleida y al Hércules después de 18 jornadas. Solo eso. Nada. La igualdad es máxima, casi tanto como las ganas de escapar de los sótanos del fútbol. La ciudad lo desea con el alma y eso, que es fabuloso, también tiene una parte fea, que es que la esperanza, cuando se trunca, libera un torrente de energía nihilista que se extiende de forma peligrosa, como una metástasis letal.

Cuesta templar el ánimo cuando te han partido la cara tantas veces, pero hay que tratar de objetivar cada viaje, aprender a aceptar las derrotas como lo ha hecho hasta ahora el vestuario del Hércules que, de momento, no ha perdido dos veces seguidas, que suele ser el indicativo de que de verdad se empiezan a torcer las cosas.

Ganar siempre es utópico, lo que no hay que perder nunca es la seña de identidad, el fondo, la red de seguridad que se ha tejido a base de compromiso, compañerismo, brega y táctica.

Miguel Marí, durante su estreno como jugador del Hércules en el partido jugado en la Ciudad Deportiva Dani Jarque.

Miguel Marí, durante su estreno como jugador del Hércules en el partido jugado en la Ciudad Deportiva Dani Jarque. / LOF

EVALUACIÓN DE DAÑOS

► Mirada al mercado invernal.

Los cambios provocan perturbaciones, unas veces para bien y otras... De cómo salga el equipo de los movimientos invernales dependerá mucho la consistencia que mantenga el bloque. El riesgo siempre es debilitarse en el intento denodado de reforzar, algo que ocurre cuando por sobreproteger una posición descuidas toda una parcela. El cambio de César Moreno por Miguel Marí es el más trascendente porque ofrecen perfiles muy distintos. Si el alicantino se adapta bien a un rol que no le nace por facultades ni por trayectoria, apenas se dejará sentir la fluctuación. Si no es así, ojo... La defensa también ha quedado descompensada en apariencia, ojalá sea solo una percepción estrábica.

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► El Torrent-Hércules, correspondiente a la 20ª jornada de Liga en segunda Federación, se disputará el domingo día 28 de enero en San Gregorio. El conjunto alicantino juega ahora dos semanas seguidas en el turno de mediodía, ambas en sesión dominical, la primera, el día 21, en casa, frente al Formentera; y el segundo, el 28, contra el Torrent, en campo el municipal San Gregorio.