Entrevista | Antonio Colomina presidente de la Asociación de Vecinos de Colonia Requena

«Estamos haciendo el trabajo que debería hacer el Ayuntamiento. Hasta que la situación no se arregle, yo estoy fuera»

Este hombre luchador y volcado con los más vulnerables ha dicho: ¡Basta! Y abandona su labor de reparto de ayuda en la Zona Norte por las trabas burocráticas del Ayuntamiento. Y lo hace con el dolor de saber que en su barrio todas las manos son pocas para socorrer a las personas que lo están pasando mal.

Antonio Colomina es un luchador por la dignidad de su barrio.

Antonio Colomina es un luchador por la dignidad de su barrio. / ALEX DOMINGUEZ

Estefanía P. Jaime

Estefanía P. Jaime

¿Qué labor social viene desarrollando en su barrio, Colonia Requena, desde hace tres años?

Nosotros estábamos trabajando en nuestro bar cuando empezó la pandemia y lo tuvimos que cerrar por el confinamiento y las medidas dictadas por las autoridades sanitarias. Viendo la situación que había en el barrio, decidimos aprovechar el local del bar y comenzar a ofrecer, en lo posible, ayuda a todo aquel que lo necesitara. Para ello, nos pusimos en contacto con colegios de la zona, como el Gloria Fuertes o el Santísima Faz. Llegamos con ellos a un acuerdo por el que nos mandaban a familias vulnerables de los centros escolares para ayudarles. En aquel momento, mi mujer y yo empezamos a llamar al Ayuntamiento para organizarlo todo, pedimos ayuda al Banco de Alimentos, que nos proporcionó algo de comida, nos llegaron camiones de diferentes supermercados. También tuvimos mucha ayuda de los colegios y profesores de la zona, así como de gente anónima que aportaba lo que podía. Gracias a la solidaridad pudimos, desde nuestro bar, distribuir alimentos a los más necesitados. Aunque, es verdad que en el barrio tenemos el centro comunitario Pedro Goitía, que podría haber sido un gran centro de almacenamiento y reparto para esta labor, pero estaba cerrado. Y de hecho, lo sigue estando.

Y es en este contexto cuando surge el proyecto de Alicante Gastronómica Solidaria.

Correcto, desde el Ayuntamiento vinieron a conocer nuestro trabajo y nos presentaron a Carlos Baño, director de Alicante Gastronómica y actual presidente de la Cámara de Comercio y enseguida nos pusimos manos a la obra. Al principio empezamos repartiendo 50 menús diarios, que elaboraban ellos desde sus cocinas. Y terminamos haciendo 150 al día. Además, tres veces a la semana hacíamos comidas calientes. En un momento en que no dábamos a basto desde nuestro bar, a este proyecto se unió la iglesia de nuestro barrio y llegamos a repartir 450 menús diarios en plena pandemia. Incluso casa por casa, para aquellas personas con problemas de movilidad. Una vez que la situación sanitaria permitió que los bares volvieran a abrir, nos registramos oficialmente, presentamos todos los papeles para oficializarnos como una organización de reparto de alimentos. Alquilamos de nuestro bolsillo un local en el barrio de San Blas para almacenar toda la comida que nos llegaba y los días de reparto cogíamos lo necesario y lo llevábamos a la parroquia para hacer la distribución en nuestro barrio. Todo esto tiene un coste que pagamos nosotros mismos, o con la ayuda de las donaciones. Ni teníamos, ni tenemos, ayuda del Ayuntamiento.

¿Y por qué ha tomado la decisión de dejar la organización del reparto de alimentos?

La situación es crítica. Los asistentes sociales nos mandan cada vez a más y más familias necesitadas que requieren ayuda. Pero no nos proporcionan los papeles ni certificados de vulnerabilidad obligatorios para que el Banco de Alimentos nos de más comida. Digamos que el Banco de Alimentos nos da comida según el número de familias que tengamos asignadas, pero para ello nos exigen unos papeles que demuestren que a esas familias les hace falta la ayuda: unos certificados de vulnerabilidad, que se deben renovar cada año, y que el Ayuntamiento no quiere proporcionar, no quiere gestionar. Esos papeles debería hacerlos la concejalía de Acción Social de Alicante, concretamente el Centro Social Comunitario Gastón Castelló, pero no hacen nada y me refiero también a la concejala Julia Llopis. El trabajo hay que hacerlo y no lo hacen como deben. A estas personas, encargadas supuestamente de ayudar a la gente que lo necesita, no les importa las necesidades de los más vulnerables. Preparar estos certificados es un trabajo que les corresponde a los centros sociales y nosotros lo veníamos haciendo hasta ahora gracias a un trabajador social de Mutxamel que se prestó a ayudarnos, pero ahora no podemos contar con él, porque no da a basto. Nosotros simplemente queremos echar una mano, seguir ayudando. Estamos haciendo el que debería ser su trabajo y todo son trabas por parte del Ayuntamiento. Hasta que esta situación no se arregle, yo estoy fuera, con todo el dolor de mi corazón me desentiendo. Voy a repartir los alimentos que nos quedan y, a partir de ahí, que asuma la concejalía esta labor que llevo haciendo tres años de manera particular y voluntaria. Son 240 familias, un total de 1.000 personas entre padres y niños, que lo gestione la concejalía directamente.

¿Cómo se estaban manteniendo hasta ahora con las nuevas familias que os asignaban pero que no tenían estos certificados?

Entre lo que nos asigna el Banco de Alimentos y lo que sumamos de los remanentes que nos quedan de las donaciones altruistas de los colegios, de los bomberos, de personas solidarias... Pero tenemos que estar tirando de mala manera cuando es el Ayuntamiento de Alicante quien nos tendría que ayudar. Además, hasta ahora procurábamos hacer nosotros este papeleo de los certificados, pero ahora mismo no podemos seguir con esta situación. De hecho, tuvimos hace poco una inspección del Banco de Alimentos y nos dieron la enhorabuena, matricula de honor: «Es la primera vez que me traen una documentación así de ordenada y bien organizada», nos dijeron. Y eso que nosotros no somos gestores ¡yo regento un bar! Ha sido muchísimo esfuerzo, esto es un chicle que hemos estirado demasiado, y al final se rompe. Queríamos seguir ayudando, pero no a cualquier precio.

¿Le ha transmitido esto ya, directamente, al alcalde?

Sí, tengo confianza con Barcala, y se lo dije directamente: «Luis, a esta situación tienes que darle una solución, la tienes que dar tú. Tú has permitido que la concejala de Acción Social esté ahí, la culpa es tuya». No he obtenido respuesta todavía.

¿Cuánto dinero calcula que se ha gastado, en total, de su bolsillo, desde que empezó con esta labor?

Mira, yo diría que unos 6.000 euros, pero en realidad es más, contando compras, alquileres, transportes, gasolina... Además de poner mi coche personal, que la mitad de kilómetros son de esta labor, y de compañeros que me han echado una mano cediéndome sus camiones, furgonetas... lo que hiciera falta para que todo funcionara y saliera. Pero al final, todo va sumando…

¿Qué le reclama al Ayuntamiento ahora mismo?

Simplemente, que la concejalía de Acción Social haga su trabajo, que a todas las personas que no sepan hacer los papeles necesarios para recibir ayuda, que se los hagan, que para eso están, que nos den los certificados de las familias que nos asignen. Y que nos proporcionen transportes para gestionar toda esta ayuda. Yo no quiero sueldo, yo no he cobrado un duro nunca a nadie. Yo empecé con esta labor, sabía lo que hacía y lo he hecho porque he querido, pero necesitamos medios. Por otro lado, sí que tengo que hacer algunos agradecimientos en particular, he de agradecer al concejal Antonio Peral, que nos cedió un local cerca de mi bar y al que le estoy muy agradecido. Manuel Villar también nos ha escuchado, desde la asociación de vecinos, y lo que ha dicho lo está cumpliendo: limpieza, podar árboles, mejorar jardines.

Saliendo un poco de este tema. Cuénteme la realidad del barrio, ¿qué necesidades más prioritarias tienen?

El barrio, desde fuera, tiene muy mala imagen. El Ayuntamiento se cree que ahí tenemos un gueto porque lo quieren tener como gueto. Parece que no les interesa arreglar nada, como estamos alejados del centro, ya está. Para los gobernantes, ahí están todos los parásitos y ahí no valemos para nada. Pero si no invierten no hay mejoras, tienen toda la Zona Norte abandonada. Como yo digo, Alicante es de la Plaza de Toros para abajo, los de más arriba no existimos para nadie. En Colonia Requena tenemos un polideportivo que lleva más de 15 años cerrado, un parque nuevo que está sin inaugurar, unas pistas de fútbol sin terminar... En cambio hay muchos okupas, gente que se engancha a la luz, inundaciones en pisos... y eso sí lo permiten, no actúan. Pero la realidad es que somos un barrio de gente trabajadora y también nos merecemos vivir en un lugar digno. Yo vivo desde los 18 años aquí y monté mi bar, mis hijos se han criado en este barrio. Tenemos mucha gente anciana que fallece en su casa sola, sin atención ni seguimiento de ningún tipo. Desde la Asociación de Vecinos somos nosotros quienes estamos pendientes de estas personas vulnerables. Una asociación, por otro lado, inclusiva, que está representada por las distintas etnias que conviven el barrio.

Aparte de todo este tema del reparto de alimentos, desde la Asociación de Vecinos también llevan a cabo muchas iniciativas solidarias...

Exacto, por ejemplo, estamos volcados con más de 30 ancianas del barrio, a las que hacemos seguimiento a diario, no la concejalía de Acción Social, nosotros. Les damos clases, las sacamos a merendar, a pasear, y hablamos con ellas para que no se sientan solas. También organizamos excursiones y estamos dando clases de español y clases de refuerzo. Esto lo hace la parroquia, que también es de la Asociación de Vecinos. Hacemos recogidas por Navidad, rifas para conseguir juguetes nuevos para todos los niños del barrio que podemos… Y encima, con toda la implicación que tenemos, que recuerdo, es un trabajo que le ahorramos a la concejalía, nos responden con trabas y más trabas. Es un abandono total. Y no quieren ayudarnos. Una cosa es no poder y otra no querer. Y desde la concejalía de Acción Social no quieren ayudarnos.

Para finalizar...

Diría que el alcalde, según mi opinión, se ha rodeado bastante mal. Otro ejemplo, la señora vicealcaldesa, que decía que se aburría en pandemia (con todo lo que había por hacer), ahora espero que no se aburra y le recuerdo que no sabe dónde está Colonia Requena, se comprometieron a subir al barrio pero no ha ocurrido. Tampoco se ha comprometido Manresa, ni Manolo Jiménez, que nos donó unos pocos juguetes en Navidad pero eran insuficientes para los 250 niños del barrio. Y yo, desplante tras desplante he decidido dejarlo. Me queda la satisfacción de que he hecho todo lo que estaba de mi mano, pero dejo mi labor de ayuda, de reparto de alimentos. Solo seguiría con las condiciones adecuadas, con las peticiones tan simples necesarias que hacemos al Ayuntamiento. Pero si no, puedo asegurar que tiro la toalla.