SI ELLOS HABLARAN

La carne humana no sabe bien: a los tiburones hasta les provoca vómitos

Los ataques de animales que viven en libertad no son muy frecuentes, salvo que invadamos su territorio y nos vean como un enemigo

Raúl Mérida

Raúl Mérida

En los antiguos circos romanos, más por diversión que por venganza, exponían a esclavos, enemigos o traidores e, incluso, a los cristianos, a la furia de los leones. El espectáculo, contaba con dos partes diferenciadas: La primera consistía en que dos contendientes, habitualmente gladiadores, eran enfrentados entre sí. El que ganaba seguía viviendo, y el que perdía, bajo la directa decisión del público o del propio emperador, era ejecutado por su contrincante o arrojado a los leones.

Sin embargo, y por increíble que parezca, los romanos tenían serios problemas para que los leones muchas veces atacaran. Según las crónicas de la época, pese a que los domadores les preparaban los meses previos, a base de hambre y de alimentarles únicamente con carne carne humana perteneciente a esclavos, los animales rehuían del ataque y se mostraban nerviosos y temerosos al encontrarse en un lugar inhóspito, desconocido y rodeados del abucheo y los gritos del público.

Por eso, resultaba frecuente que los leones al salir al coso, desconcertados, en vez de atacar, dieran media vuelta intentando encontrar la puerta de salida. El emperador, al ver la situación, se dirigía al domador, lanzándole un ultimátum: o el león atacaba o él moriría por inepto. De hecho, se cuentan por miles los domadores que perdieron la vida así. Aunque, en realidad, cuando eso ocurría no eran los únicos que morían. También lo hacían atravesados por las flechas, las lanzas y las propias espadas de los soldados los que estaban esperando su suerte en el coso y, por supuesto, los leones.

Hoy se sabe, por ejemplo, que los ataques de animales que viven en libertad no son muy frecuentes, salvo que invadamos su territorio y nos vean como un enemigo. En reglas generales, la carne de los humanos no suele gustarles a los animales. De hecho, se ha podido comprobar como para los tiburones que atacan a personas la carne de éstos tiene un sabor desagradable y les provoca, incluso, vómitos. Otra cosa es que ataquen guiados por el instinto sin saber muy bien quien es su víctima. En fin, así somos los humanos que, por no tener, ni buen sabor tenemos.