DERECHO ANIMAL

El futuro es cosa de psicólogos y psiquiatras

Especie protegida interceptada en tráfico ilegal

Especie protegida interceptada en tráfico ilegal / Mongobay

Raúl Mérida

Raúl Mérida

L as noticias en las que se relatan episodios violentos contra los animales vuelven a demostrarnos que, la única diferencia entre éstos y el hombre, es que los primeros nunca actúan con malicia y los segundos lo hacen continuamente.

En este tema, los avances tecnológicos han permitido descubrir muchos casos de maltrato que, hasta ahora, no se podían demostrar. En eso han sido muy positivos. Al fin y al cabo, hoy casi todo el mundo lleva un móvil con una cámara y tiene una conexión a internet, con unas redes sociales, que le permiten denunciar al instante cualquier hecho que se produzca. Esto, junto a legislaciones más severas en cuanto al maltrato hacia los animales, ha permitido sancionar muchas conductas que antes quedaban impunes.

En eso, internet ha sido muy positivo. Sin embargo, en otras cosas no lo ha sido tanto. El tráfico ilegal de especies es una de ellas. La potenciación de esta forma de negocio ilícito en los últimos años es una realidad perseguida por la ley no siempre con mucho éxito.

En cualquier caso, nada de esto tendría cabida si no partiéramos de que algunas personas sienten impulsos irrefrenables que les hacen intentar ser dueños y señores de animales, cuanto más raros y exóticos, mejor. Por eso, hoy existen personas que presumen de tener serpientes venenosas en sus casas para cuya mordedura no existen antídotos en España o arañas cuya picadura puede paralizar hasta los riñones de un elefante. Son personas de apariencia normal que, a menudo, pueden ser nuestros vecinos aunque no lo sepamos. No son ganas de alarmar, es la realidad.

Evidentemente, encontrar una explicación que nos permita comprender porque cada vez más personas tienen esa tendencia a tener animales de ese tipo, sólo puede hacerse en el ámbito científico de la psicología o la psiquiatría.

No obstante siempre es oportuno recordar, que sin demanda no hay oferta y no hay tráfico ilegal de especies.