Es cierto que en las relaciones humanas que conllevan formar parte de una sociedad o de un colectivo, existen multitud de condicionantes que pueden hacer que estas sean prósperas o, simplemente, se debiliten día a día hasta poder llegar incluso a desaparecer

Recientemente, el pasado 9 de Diciembre, se celebró el Día Mundial contra la Corrupción se celebró. En su resolución 58/4 del 31 de octubre de 2003, la Asamblea General de Naciones Unidas pretendía poner el foco en la corrupción, entendiéndola como un elemento desestabilizador de los pilares básicos de un estado democrático.

En nuestra tierra, en la Comunitat Valenciana, sabemos muy bien de lo que estamos hablando. Las políticas realizadas durante años del gobierno del Partido Popular y las prácticas relacionadas con la corrupción campaban a sus anchas. Esto no lo digo yo. Así lo ha dictaminado la justicia en muchas ocasiones. Han sido muchos los casos, con nombres y apellidos, los que han llenado páginas enteras de diferentes medios de comunicación, siendo tema de conversación en las sobremesas de las casas de valencianos y valencianas. Tiempos indignantes.

La corrupción en sí misma ya es deleznable, sobretodo teniendo en cuenta que cuando existe altera la confianza que deposita el pueblo en las instituciones, pero alcanza cotas superiores de ignominia cuando ésta se convierte en una práctica habitual de comportamiento, se extiende entre la sociedad como una mancha de aceite y genera unas instituciones débiles y enfermas.

La corrupción, las prácticas corruptas en el ejercicio de la acción política, hace a nuestra democracia vulnerable frente a opciones totalitarias, que se presentan como garantes de la estabilidad que imaginariamente significa un poder absoluto. Por eso, siempre hay que declararse en estado de rebeldía frente a ese tipo de prácticas, frente a la corrupción.

En el año 2015 en nuestra Comunitat se produce un cambio de gobierno: el Botànic 1. En 2019 se revalida y fortalece ese proceso renovador y de cambio iniciado creándose el Botànic 2 , ambos gobiernos liderados por el President Ximo Puig. Se lleva a cabo una profunda renovación en el modelo de gobernanza y en las prácticas de ejecución política bajo el código de buenas prácticas. El modelo hasta ahora conocido en nuestra tierra desaparece y se instalan en la sociedad modelos de confianza y trabajo, es decir, de una nueva forma de hacer política.

Crear un Estado fuerte y potente en el que la Democracia no sufra ataques es fundamental. Más que nunca prevenir y luchar contra la corrupción nos convierte en gobernantes de una sociedad libre y modélica. La corrupción pone freno al desarrollo económico y social de todo un pueblo, impide el avance en los derechos fundamentales de una sociedad y dispara las alarmas de la libertad.

Estas ideas han fundamentado y fundamentan nuestro trabajo diario. Los socialistas valencianos desde la oposición nos enfrentamos hace ya varios años a este caballo de batalla y ahora lo seguimos haciendo desde las administraciones.

Sabemos que la corrupción debilita y menoscaba a la sociedad, llena de incertidumbre y desconfianza a la política y a los y las que la ejercemos y, especialmente, nos denigra como personas. Hacer un mal uso de las instituciones debe formar parte del pasado, pero eso sí, es lo que tiene la Historia, que nunca borra lo ocurrido y la Comunitat Valenciana tuvo una historia de corrupción que está escrita. Nunca más debe volver a repetirse. En eso creemos y por eso luchamos. Estamos vigilantes ante aquellos o aquellas que puedan creer que ese “paraíso particular” que construyeron pueden volver a repetirlo.

Ahora nuestros pasos caminan firmemente para que no sólo el día señalado en el calendarios sea el día contra la corrupción, sino que todos los días del año estén marcados en rojo, en alerta, para que nunca más se crucen las líneas que empobrecen nuestra democracia y nuestra autonomía.