El descaro con la provincia de Alicante del esperpento en el que desde hace mucho tiempo se ha convertido la Agencia Valenciana de la Innovación (AVI) es bastante bochornoso. Pese a las quejas sistemáticas de investigadores y agentes sociales, los criterios correctores y algún que otro anuncio y fotos varias -que han servido de bien poco, dicho sea de paso, al menos hasta ahora-, la provincia sigue recibiendo poco menos que migajas: uno de cada cinco euros que la agencia reparte en el conjunto de la Comunidad Valenciana. Y eso que hemos mejorado respecto al año pasado. Tampoco nos ha ido mucho mejor en los Presupuestos Generales del Estado, que, un año más, nos dejan la peor inversión de la historia para la provincia. Sobre todo cuando Mariano Rajoy en el Gobierno se lo había puesto bastante complicado a Pedro Sánchez a la hora de alcanzar tal hito. Y todo, además, en apenas 48 horas. Por eso, en este contexto, surgen varias dudas.

Si en cualquier acto que se precie siempre se pone a la provincia como ejemplo de tejido empresarial dinámico o referencia tecnológica sin parangón -hasta el punto de que ya no sólo estamos pujando por la Agencia Estatal de Inteligencia Artificial para Alicante, sino también por la Agencia Espacial Española para Elche-, ¿por qué eso no se traduce en aportaciones? Significativo es que el déficit inversor del Estado aquí ya supere los 3.500 millones de euros tras todos los agravios desde 2008. Da igual si ha estado el PP o el PSOE.

¿No hay tanta sintonía entre Ximo Puig y Pedro Sánchez como nos han venido vendiendo en los últimos años o es que, al final, ya nos han pillado el punto y se han dado cuenta que aquí basta con anuncios sin necesidad de que eso se concrete en algo? Están muy bien las cumbres internacionales, aunque luego se acaben aplazando, pero mejor estaría tener un Cercanías del siglo XXI y no uno del siglo XIX.

Cuando llegan las elecciones o las primarias en los partidos, hay quien defiende que hay que reivindicarse frente a València y Madrid y tener voz propia, pero, ¿en qué se traduce eso cuando están de diputados y senadores?

¿Qué están haciendo los agentes sociales y, en particular, las organizaciones empresariales? Porque a veces da la sensación de que están más en los líos con otras asociaciones y en intereses personalistas o, peor, personales que en lo que tienen que estar para que la provincia no quede rebajada a la irrelevancia. Eso sí, mientras todo esto ocurre, el presidente de CEV Alicante, Joaquín Pérez, va y vuelve a liarla, ahora votando a favor en el Consejo Social de la UMH del recurso contra la decisión de la Generalitat de que la UA pueda impartir Medicina. Un voto a favor como presidente del Consejo Social de la UMH de un empresario que, en teoría, debería ejercer también como el máximo responsable de la patronal en toda la provincia, no sólo en Elche, y que ha vuelto a cabrear al empresariado por su falta de altura de miras. Y, por si eso fuera poco, cuando, a la sazón, UGT se abstuvo, y CC OO directamente votó en contra del dichoso recurso.

Al final, en días como este jueves, la sensación es que no tenemos ni más ni menos que lo que nos merecemos. Mientras unos reabren viejos enfrentamientos entre Elche y Alicante, pese a que ahora más que nunca es necesario ir todos a una, y otros están más preocupados en este estado de campaña permanente, Alicante se queda en el furgón de cola de las inversiones... Tanto de la AVI como del Gobierno central. Y ya van unos cuantos años así. Demasiados.