Hoy es siempre todavía

25N en Alicante

25N en Alicante / Pilar Cortés

Antonio Ortuño Escarabajal

Antonio Ortuño Escarabajal

Era domingo y aún faltaban casi dos semanas para el 25-N. En un pequeño pueblo, uno de tantos de la Comunidad Valenciana, se preparaban para la fiesta dominguera que tendría lugar en el campo de fútbol municipal. A las cinco de la tarde se enfrentaban el equipo local contra los futbolistas del pueblo vecino. Todo un derbi comarcal. El evento deportivo se presagiaba como una gran fiesta, el encuentro más importante de la temporada. Y así fue para todos, locales y visitantes. Bueno, para todos no. Una de las protagonistas de esta festividad futbolera, la fisioterapeuta del equipo visitante, abandonó el festejo antes de tiempo. Lo hizo ante los continuos insultos misóginos, machistas y despreciables que un grupo de cavernícolas le destinaron escondidos entre la masa. Sin que nadie les reprendiera o les afeara su conducta, unos individuos rebuznaron “perlas” como: “-Eres una puta-, - ¿Cuánto cobras?, - ¿Por qué no me haces una mamada? -, Zorra-, - ¡Vete a fregar! -, Puta” -. Véase la riqueza de vocabulario y la educación de estos energúmenos.

Apenas veinticuatro horas del 25-N, en el Sacrosanto recinto del Congreso de los Diputados, se reunían sus señorías para debatir los presupuestos que el Ministerio de Igualdad presentaba para su aprobación si los allí reunidos lo estimaban conveniente. Pues bueno, “aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid”, la diputada Carla Toscano, arremetió, más bien embistió a la ministra de Igualdad Irene Montero. Haciendo gala de una “profunda y exquisita retórica” la señora Toscano, con un lenguaje machista, inmundo y barriobajero le dijo a la ministra que “- el único mérito que tienes es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias -”. Era la guinda que coronaba lo que ahora se denomina violencia política, violencia política nunca antes experimentada por los hombres. La ministra ya llevaba una semana recibiendo de diputados españoles, los que se suponen deben dar ejemplos, lindezas machistas del tipo: “- Es una Inútil -.” “- Es una soberbia –.” “- Está donde está porque la ha fecundado el macho alfa -”. Resulta nauseabundo escuchar estas descalificaciones de la boca de nuestros máximos representantes políticos.

El 25 de noviembre se volvió a conmemorar “El día internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres”. Ese viernes el color lila, color asociado la delicadeza y la femineidad, tiñó fachadas de ayuntamientos y edificios emblemáticos. Igualmente, el color se coló en los centros educativos; aunque no en todos. En aquellos centros donde el 25-N fue un día como otro viernes cualquiera, las únicas, las pocas manchas de color morado que se veían, o bien se ignoraban, o simplemente se diluyeron como una gota de agua en un vasto e inhumano mar. Aquellos colegios e institutos que sí abrieron sus puertas al 25-N, inundaron sus instalaciones de color malva. Seguro que fue un día gratificante para la mayoría de los docentes, para otros quizás no tanto; todo depende con los alumnos que tengas que trabajar. Y es que nuestras aulas no son más que un reflejo de nuestra sociedad. En un tema tan mediatizado y visceral como es el de la violencia de género; el discurso simplista, ramplón y populista de la ultraderecha cala con mucha facilidad en nuestros adolescentes. Eso unido a ese poso, a ese remanente de micromachismos que buena parte de la sociedad consiente, soporta y da continuidad, dificulta en gran medida la exposición, el diálogo o el debate de este tema en las aulas sin que salten enfrentamientos, insultos y malos modales.

Apenas habían trascurrido cuarenta y ocho horas después del 25-N y la prensa y telediarios vuelven a abrir con noticias estremecedoras. La policía investiga el asesinato de tres mujeres en Málaga, Palencia y Benidorm. Otros tres posibles casos de violencia de género. Una de ellas, la asesinada en Palencia, muerta en la cama con marcas en el cuello, estaba acompañada de sus dos hijos de 2 y 7 años.

Cinco días después del 25-N Irene Montero cambia su papel de mártir por el de verdugo, sin empacho alguno. La ministra de Igualdad hacía referencia a la campaña para visualizar la violencia contra la mujer que había lanzado la Xunta de Galicia, gobernada por el PP. En dicha campaña se leyeron algunos lemas como: “- Te vistes con mallas de deporte. Vas a correr por la noche. ¿Qué sucede ahora? No debería pasar, pero pasa -”. Denuncia que las campañas institucionales impulsadas por gobiernos autonómicos del PP en Galicia o en Madrid, ponen el foco en las víctimas y no en los agresores. Argumento que le sirvió para culpar a los populares de “promover la cultura de la violación.” ¡Casi nada!

El camino para erradicar de nuestra sociedad la lacra de la violencia que se ejerce contra la mujer, por el simple hecho de ser mujer, y sea cual sea el tipo de violencia acaba de empezar; no ha hecho mas que empezar. Todavía nos queda un largo trecho. Una larga senda que recorrer que no puede apoyarse solo en el sistema educativo. Es una labor de toda la sociedad. Tarea que, desde ya, tienen que realizar aquellos que dicen que nos representan, los políticos. Tarea que debe tener una continuidad entre las aulas y las familias. Tarea que se prevé larga, dolorosa y con un final difícil de vislumbrar. Para que la desesperanza, la tristeza y el agotamiento no sean nuestras compañeras de viaje, recordemos lo que decía el maestro, el poeta Antonio Machado: “Hoy es siempre todavía”.

Paso a paso, día tras día pensemos que hoy todavía podemos salvar la vida de una mujer´. Hoy todavía podemos evitar la humillación de una mujer. Hoy todavía podemos devolver la sonrisa a una mujer maltratada. Hoy todavía podemos decir a esa mujer que sufre que no está sola. Hoy todavía…