Ver, oír y gritar

Sí se puede sumar

Yolanda Díaz, en la presentación de su candidatura.

Yolanda Díaz, en la presentación de su candidatura. / EP

Marc Llorente

Marc Llorente

Tras unos diez meses recorriendo nuestro país con el proceso de escucha como reflexión colectiva, se puede sentir que la propuesta de Yolanda Díaz funciona. Del tal modo, la ministra de Trabajo quiere ser la primera presidenta de España con el arma imparable de las mujeres. Porque Sumar, con las incógnitas del proyecto como movimiento ciudadano verde, feminista y laborista, quiere algo más que obtener el triunfo en unas elecciones generales para compartir una tarea en común en favor de la democracia y de la gente trabajadora. Eso de tomar medidas que impulsen las transformaciones sociales les provoca urticaria a los más cerrados y les coloca al borde de un ataque de nervios.

Algunas políticas útiles se han ido poniendo en marcha desde el Gobierno de coalición, pese al PP y a Vox, y Díaz busca seguir sumando. Así, en el polideportivo Magariños lanzó cartas de derechos a miles de personas, balones en suspensión o tiros libres. Hizo ganchos, palmeos, lanzamientos de tres puntos y encestó canastas colgándose del aro. No asistió Unidas Podemos a la puesta de largo de la candidatura, ya que no hay acuerdo en lo relativo a unas primarias abiertas en las que vote todo el mundo.

La candidata Yolanda Díaz ocupa parte del espacio del PSOE y defiende unas primarias multilaterales, pactadas con el resto de los grupos que van a componer el futuro partido, donde la formación morada pretende garantizar su peso y capacidad para decidir. La designación como vicepresidenta segunda del Ejecutivo partió de Pablo Iglesias. Y ahora se desmarca y no quiere tutelas. Es de suponer que la sociedad progresista prefiere que vayan juntos a los comicios generales. Sea o no una tragedia electoral y política, parece que los partidos de Sumar creen que Unidas Podemos resta, no suma.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos aplaude la reforma laboral española, cuya artífice es la ministra, y el resto de medidas implementadas que contribuyen a mejorar el mercado de trabajo. Por si alguien no quiere enterarse aún, la OCDE insiste en que ha mejorado mucho la estabilización del empleo en España, un efecto positivo para los trabajadores, la situación de las empresas y el conjunto de la economía, lo que choca con las tesis de la derecha reaccionaria de Núñez Feijóo. En su cruzada contra el Gobierno, sigue con sus resbalones en serie, denostando esa reforma en amarga soledad, mientras los organismos internacionales ovacionan. O el elogio del PP europeo a la reforma de las pensiones en el marco del fondo de recuperación, a pesar del griterío del grupo popular español, que solo sabe dar la espalda al personal.

Si no existe el visto bueno de Bruselas, no hay pago de los fondos. Pero al dirigente gallego y a los de su onda les da igual. No tienen ningún pudor. Sea como fuere, este hombre tiene la vista puesta en las elecciones municipales y autonómicas del 28M con el objetivo de allanar la ruta hacia la Moncloa. ¿Pueden la manipulación, la insolvencia, las maniobras y las tijeras, que perjudican gravemente la salud de la ciudadanía, tener perspectivas de votos en amplio número? ¿Esto es lo que nos merecemos? Sin embargo, según la derecha extrema, el problema del Estado de derecho es Pedro Sánchez. Promueven el desesperado mensaje en la Eurocámara y en la Comisión Europea y se quedan tan felices comiendo perdices. ¿No resulta increíble que quienes maltratan a la democracia cada día se permitan el descarado lujo de defenderla cínicamente?

La extrema derecha no se queda atrás con sus despropósitos y el ánimo de que el lodazal, creado artificialmente, no flojeé. El imputado Donald Trump es de la misma especie. Pero de eso hablaremos en otro artículo. Hace ahora un año que el «telepredicador» Feijóo preside el PP, y el presidente Sánchez lo celebra y expone los logros de su Ejecutivo en tiempos difíciles. Tasa de inflación contenida, creación de empleo y caída importante del paro, más de 20,5 millones de afiliados a la Seguridad Social, pensiones con garantías, diálogo social o convivencia sin los recortes de otros. Al contrario. Enfrente, saben bien lo que hay. Los intereses privados de quienes solo velan por sus beneficios y los conservadores guardaespaldas que les rinden pleitesía.

Por su parte, España recibe el tercer pago de los fondos de recuperación. El primer Estado miembro, nuevamente, que obtiene el desembolso. ¿No será por haber cumplido con las reformas? Prevención de la evasión y del fraude fiscal, transición energética, inversiones en transporte sostenible, refuerzo del sistema sanitario o el régimen de ingresos mínimos. ¿No es un reconocimiento al esfuerzo por cumplir compromisos y modernizar la economía en pro del crecimiento? Eso no es todo, amigos. El «peor Gobierno de nuestra historia» trabaja ya en la solicitud del cuarto pago. Lo que debería ser motivo de satisfacción no lo es y provoca disgustos a los ejemplares de siempre.

En esta Semana Santa (y en tantas otras), Ayuso y sus cómplices abogan por el hecho de que la población lleve las cruces a golpe de látigo. Que el viacrucis sea para algunos nada más. La liturgia de los que velan tanto por nosotros quiere llevarnos al huerto de sus intereses, castigarnos en el madero de sus sagradas intenciones y proceder a nuestra coronación de espinas a fin de diluir nuestros pecados y alcanzar la gloria. ¿Sumamos?