LA RIÁ

¿Dónde vas, triste de ti?

El cronista recuerda la visita del rey Alfonso XII a la Orihuela en octubre de 1879 tras la histórica riada de Santa Teresa

Juan Antonio Benlliure. “Muerte de Alfonso XII” (1887). Museo del Prado.

Juan Antonio Benlliure. “Muerte de Alfonso XII” (1887). Museo del Prado.

Antonio Luis Galiano Pérez

Antonio Luis Galiano Pérez

Después de seis años, todavía se recordaba en Orihuela con agradecimiento la visita del Rey Alfonso XII, que con su presencia daba consuelo y calor a los que se habían visto damnificados por la riada de Santa Teresa, que causó estragos en octubre de 1879. Desde la vecina ciudad de Murcia, el Monarca acudía en la tarde del 21 de dicho mes para comprobar personalmente los daños.

Al tener el Ayuntamiento conocimiento de la noticia, acordó publicar bandos invitando a los vecinos a poner colgaduras en sus casas y al provisor del Obispado a que tañesen las campanas de las iglesias. Como prueba de gratitud, en la sesión celebrada dos días después, se adoptó el acuerdo de colocar una lápida en el Salón de Sesiones y rotular la Plaza del Salvador con el nombre de Alfonso XII, el cual además de su presencia, ofreció una corona de oro a Nuestra Señora de Monserrate.

Había transcurrido el tiempo y eran años en que el cólera se hacía presente entre las gentes de toda España sesgando con su mortífera guadaña vidas humanas. Ello, lo veíamos reflejado muchos años después en aquella película de 1960, dirigida por Alfonso Balcázar, titulada «¿Dónde vas, triste de ti?», en la que con una puesta en escena digna de elogio, se nos mostraba la última parte del reinado de Alfonso XII, enviudado de María de las Mercedes de Orleans y Borbón, y contrayendo nuevas nupcias con María Cristina de Hamburgo Lorena. Película en la que Vicente Parra encarnó la figura del Monarca y el oriolano José Marco Davó destacó en el papel de presidente del Gobierno, Antonio Cánovas del Castillo. En el argumento, el Rey acudía en ferrocarril a al Real Sitio de Aranjuez (aunque en la película, al parecer, las escenas se rodaron en la estación de Toledo), para visitar a los contagiados por la epidemia que hacía estragos en dicha población. Al poco tiempo, Alfonso XII fallecía en el Real Sitio de El Pardo, el 25 de noviembre de aquel trágico año de 1885.

¿DÓNDE VAS, TRISTE DE TI?

¿DÓNDE VAS, TRISTE DE TI? / AntonioLuisGalianoPérez

Dos días después, el Ayuntamiento de Orihuela celebraba una sesión extraordinaria presidida por el alcalde Matías Rebagliato Sorzano, con la asistencias de los regidores Andrés Lacárcel, José Román Manuel Pastor, Francisco Abril, Pedro Ramón Mesples, Tomás Guillén, Vicente Moreno Tovillas, Felipe Sáenz, Faustino Sáenz, Miguel Botella, Patricio Grech y Eugenio Candela. El motivo extraordinario de la convocatoria de la sesión era dar cuenta por el secretario del telegrama inserto en el Boletín Oficial, por el que el presidente de Gobierno se dirigía al gobernador de la Provincia notificando la luctuosa noticia del fallecimiento a las nueve menos cuarto de la mañana del día 25 de noviembre del Rey Alfonso XII. Así como, que según la «Constitución de la Monarquía», recaía en la Reina María Cristina la Regencia.

Al conocerse la trágica noticia, todas las campanas de las iglesias oriolanas llenaron el ambiente con su «tétrico sonido», la bandera nacional lucía crespón negro y se suspendieron las fiestas que tenía organizada el Arrabal Roig en honor a la Patrona. Mientras, el Ayuntamiento acordó celebrar honras fúnebres, y contactar con el obispo Victoriano Guisasola Rodríguez a fin de organizarlas. El cual dio como respuesta que se llevaran a efecto lo antes posible y conjuntamente por ambos Cabildos.

El día 3 de diciembre fue el señalado para que tuvieran lugar en la Catedral, siendo los gastos de adornos del templo y orquesta asumidos por el Ayuntamiento. El primer Templo aparecía con colgaduras negras con franjas y flecos de oro y con escudos en los que aparecían alegorías fúnebres.

En el centro de la nave se formó un catafalco de tres cuerpos rectangulares sobrepuestos piramidalmente vestidos de terciopelo negro con molduras, escudos y estatuas «lagrimatorias», y en su cúspide una urna sobre la que había depositado un cojín con una corona y un cetro, como símbolos del poder real. De todo ello, se dio noticia en los periódicos locales «La Crónica» y «El Oriolano».

Las honras fúnebres fueron presididas de pontifical por el citado obispo y la oración fúnebre estuvo a cargo del canónigo magistral Francisco Cotau. Asistió el Excmo. Ayuntamiento, Cabildo Catedral, los jueces de Instrucción, Municipal y de Aguas, los jefes y oficiales de Zona, Reserva, Depósito, Guardia Civil, reemplazo y retirados; Colegio de Abogados; rectores, profesores y alumnos del Seminario y del Colegio Santo Domingo; Junta Directiva de la Sociedad Agrícola y del Casino Orcelitano; comunidades religiosas; delegados de la nobleza, artes y oficios; el marqués de Lacy y el conde de Luna.

Así, con tristeza, Orihuela vivió las honras fúnebres de aquel Rey al que se preguntaba en la película, «Dónde vas, triste de ti?» y que, como última escena se mostraba la presentación a la Corte de su hijo póstumo nacido el 17 de mayo de 1886, que reinó como Alfonso XIII.