Tiene que llover

Las nuevas hornadas

El brindis entre la princesa Leonor y la reina Letizia que nadie se quiere perder

PI Studio

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

La princesa llega en este instante a las puertas del Congreso. Supongo que se habrán enterado. Tengo puesta La 1 después de anunciar una encuesta con tropa joven a propósito de lo que le parece la figura de Leonor pero se queda en nada porque tampoco es cuestión de que Silvia Intxaurrondo presente armas.

   Surge de antaño Miquel Roca para situar la acción: «Un acto como el de hoy no es más que la solemnidad de la normalidad», aunque esas trazas a la que se refiere uno de los padres de la Constitución poco tenga que ver con la jornada en que fue el hijo de don Juan Carlos quien la juró. Entonces el lehendakari y el president de la Generalitat abogaron por la continuidad de la realeza, mientras que en esta ocasión miembros del grupo minoritario del Gobierno y el resto de socios que pululan han puesto pies en polvorosa por lo que se revalida el esfuerzo que hizo Rubalcaba, cuando Pablo Iglesias vino a tomar el cielo por asalto, de afianzar al partido nacido en el XIX de las entrañas del republicanismo como bastión de la Corona. ¡Caramba! La propia presidenta de la cámara y anfitriona en Palma en los veraneos de la familia real, que no se ha privado de abogar por una consulta sobre la monarquía a lo largo de su singladura, es la encargada de entonar ¡Viva el rey! en cumplimiento de la obligación institucional lo cual depara un compuesto apreciable que a quienes dimos los primeros pasos con la iconografía de las Cortes franquistas de fondo no deja de darle gustirrinín.

   Lo malo para los que aún anidan en su interior las esencias de la democracia orgánica es que los testimonios señalan que las prioridades de la heredera van desde aquello relacionado con la cooperación hasta la inquietud por el cambio climático. Los nostálgicos deben reconcomerse. Todo lo contrario a lo suelto que se vio a Javier Mohedano, presentable chaval de buena dicción al que la cadena puso a esperar a la comitiva. A ver si con el tiempo resulta que, bajo el tiro de cámara, la tradición en este terreno también persevera.