La oportunidad de la razón

"Esta Ley se aplicó en Callosa de Segura tarde, faltó altura política y muchos miraron a otro lado, y hoy, tras un largo periplo de casi ocho años llega hasta el Tribunal Supremo. Un Supremo que, y es lo más relevante de su sentencia, sienta doctrina a nivel nacional" 

Retirada de la Cruz de los Caídos de la Plaza de España de Callosa de Segura en enero de 2018

Retirada de la Cruz de los Caídos de la Plaza de España de Callosa de Segura en enero de 2018 / Tony Sevilla

Fran Maciá

Fran Maciá

Los socialistas, ya en marzo de 2016, defendíamos mediante nuestro voto en pleno municipal, que el monumento de la Cruz de los Caídos sito en la Plaza de España de Callosa de Segura -plaza de titularidad pública considerado inventario municipal, PGOU y catastro- era un monumento de exaltación de la guerra civil y de la dictadura franquista, que de acuerdo con la Ley 56/2007, de 26 diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, coloquialmente de Memoria Histórica, debía ser retirada según el protocolo para símbolos y monumentos en lugares públicos, como se realizó en enero de 2018, en aplicación del acuerdo plenario.

El Tribunal Supremo, como previamente el Tribunal Superior Justicia Comunidad Valenciana y el Tribunal Contencioso Administrativo Elche, ha ratificado en sentencia que dicha Cruz de los Caídos “era un símbolo religioso que contenía elementos que impedían reconocerle un valor neutral“, razonamiento similar al argumentado en aquellas fechas referente al uso político o ideológico de otras ‘cruces’, la cruz gamada nazi o la prendida en fuego del Ku Kux Klan, igualmente símbolos religiosos, distorsionados su simbología y esencia moral. Además, el espacio público de la Plaza de España había sido durante muchos años lugar de encuentro y exaltación de los vencedores de aquella contienda derivada de un golpe de estado contra un gobierno legalmente constituido en detrimento de los derrotados. Ello impedía a dicho monumento ser un símbolo de reconciliación, independientemente de la forma que adoptase, pues representa valores diametralmente opuestos para unos y otros.

" Siempre me negué a las propuestas de “borrar” los nombres como “solución”: vecinos quienes sufrieron represalias y muerte en los primeros años de contienda civil, asesinados en los tristemente conocidos paseos o “sacás”, fusilados sin un mínimo de garantías jurídicas o simplemente ajusticiados por su credo. Estamos obligados también a recordar la memoria de las familias cuyos nombres aparecen en el monumento"

Fran Maciá

— Portavoz del PSOE en Callosa de Segura

La dictadura del general Franco llenó de lugares de memoria el suelo español con un culto obsesivo a los caídos, a la nación, a la patria, a la verdadera España -la nacional- frente a la anti España -la republicana-. La Cruz de los Caídos de Callosa de Segura de principios de los años cuarenta no se entiende al margen desea construcción simbólica que pretende recordar siempre la victoria en una guerra para que nadie olvidara sus orígenes, una manera de unir con lazos de sangre a las familias y amigos de los mártires, frente a la memoria oculta de los vencidos.

También defendíamos que su retirada no pretendía coartar la libertad religiosa de los católicos ni suponía negar sus creencias. Incluso barajamos la posibilidad de sustituir el monumento de la Cruz de los Caídos por otra cruz adecuada al entorno protegido BIC de la Arciprestal de San Martín, ofrecimiento que, aunque pudo llegar a ser aceptado por el párroco, no fructificó ante la inamovible posición del resto de interlocutores que rechazaron la propuesta. El Supremo también aclara esa supuesta coacción a la libertad religiosa con el literal: “con actuaciones como la relativa a la Cruz de Callosa de Segura no se pretende más que retirar del primer plano cuanto signifique, represente o simbolice el enfrentamiento civil. Ese propósito no es incompatible con la libertad religiosa ni supone negar o desconocer las creencias de nadie”.

Me han preguntado repetidas veces, desde diferentes lugares de la geografía española, qué sucedía en mi ciudad alrededor de la Cruz de los Caídos. Demasiado eco en medios de comunicación y no para bien, observaciones entre la mofa y la perplejidad, miradas condescendientes herencia de aquel ‘Mañana Efímero’ de Antonio Machado de “La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María” traslación de una coyuntura donde se buscó demasiadas veces el rédito fácil del enfrentamiento y la crispación, una imagen que no merecíamos como ciudad.

Qué decir del uso político, un PP -en aquel 2016 oposición- que vista la posibilidad de desgaste del adversario iniciaba el camino de la judicialización para posteriormente enarbolar demagógicamente promesas de dudoso cumplimiento, la búsqueda de notoriedad de Vox, Ortega Smith visitó la ciudad, y la reivindicación propagandística de un supuesto pasado glorioso con la presencia de elementos atávicos que ya creímos olvidados, manifestaciones incluidas o la presencia de Manuel Andrino.

Al uso político sumamos una ‘Plataforma en Defensa de la Cruz’, que al margen de la legítima defensa jurídica de lo que consideraba sus intereses asesorada por la fundación Abogados Cristianos, orquestó sin pudor una campaña de presión social, alimentada primero y consentida después, que ha rozado la manipulación en torno a una supuesta persecución religiosa que aparte de descalificaciones, insultos y amenazas a nuestros representantes, las redes sociales son incontrolables, solo ha servido para confundir cuando no engañar a unos bienintencionados creyentes a los que se les hizo creer que la retirada de la Cruz de los Caídos, una cruz utilizada políticamente por derecha y ultraderecha, suponía una amenaza a su libertad religiosa. Mayor falacia imposible, el PSOE siempre defendió como derecho fundamental la libertad religiosa y de culto.

Holograma de la Cruz de los Caídos que se instaló en la plaza durante unos meses tras la retirada

Holograma de la Cruz de los Caídos que se instaló en la plaza durante unos meses tras la retirada / Tony Sevilla

Restablecida definitivamente la legalidad, nos trasladan como la ‘Plataforma en Defensa de la Cruz’, y así parece haberlo hecho llegar al actual gobierno coalición PP y Vox, tenía la pretensión de restituir el monumento retirado, sin nombres, al espacio donde se ubicaba. Pretensión peculiar, el regreso de una Cruz de los Caídos, que aún sin nombres, seguiría siendo ajena a una reconciliación pues evocaría automáticamente a los golpistas vencedores de la contienda civil como símbolo asociado al período de dictadura franquista que no se entiende sino en su conjunto, ubicación, contexto histórico y los valores que representa y ha representado.

Siempre me negué a las propuestas de “borrar” los nombres como “solución”, vecinos quienes sufrieron represalias y muerte en los primeros años de contienda civil, asesinados en los tristemente conocidos paseos o “sacás”, fusilados sin un mínimo de garantías jurídicas o simplemente ajusticiados por su credo. Estamos obligados también a recordar la memoria de las familias cuyos nombres aparecen en el monumento, no luchamos tantos años como país por una democracia para olvidarlos, por ello la retirada cuidó especialmente la integridad de esos nombres.

Esta Ley se aplicó en Callosa de Segura tarde, faltó altura política y muchos miraron a otro lado, y hoy, tras un largo periplo de casi ocho años llegando hasta el Tribunal Supremo -un Supremo que, y es lo más relevante de su sentencia, sienta doctrina a nivel nacional del protocolo en casos como el de Callosa de Segura- nos planteamos es tiempo de cerrar un capítulo que comenzó hace ya demasiado tiempo, más teniendo en cuenta que la propiedad del monumento de la Cruz de los Caídos pertenece a la Parroquia de San Martín Obispo.

Con perspectiva ¿no podría ser adecuado recuperar para su valoración las recomendaciones que allá por octubre de 2016 proponía la Comisión Técnica de Coordinación para la elaboración Catálogo Vestigios de la Guerra Civil y Dictadura? A saber, como parte de la historia local, conservarse con miras a la creación de un centro interpretación, musealización, o en su defecto, trasladarlo al cementerio con una explicación histórica al servicio de la Cultura de la Paz. En este sentido, confiamos en el buen hacer del Obispado de Orihuela-Alicante, como propietario, en cuanto a su futura decisión de uso del monumento. Como encabeza esta tribuna, nos encontramos de nuevo ante la oportunidad de la razón.