¿Influye el porno en las agresiones sexuales de menores a menores?

Ana Isabel Sabater Sala

Las agresiones sexuales a menores por parte de grupos de menores es un problema social que requiere una atención urgente. Casos recientes, como la agresión sexual de cuatro menores a una niña de once años en un centro comercial en Badalona, el de once menores a dos niñas en Logroño y el de una menor de nueve años en Huesca, han generado gran preocupación en la sociedad. Pero ¿qué está ocurriendo con nuestrxs hijxs?

La influencia de la pornografía en las agresiones sexuales es un tema complejo y controvertido. El acceso libre a estos contenidos está a la orden del día. Varios estudios han sugerido una asociación entre la exposición a la pornografía violenta y la violencia sexual. Por ejemplo, un estudio ha encontrado que la exposición a la pornografía violenta esta significativamente asociada con la violencia en el noviazgo entre estudiantes de secundaria. Otro ha señalado que la pornografía puede intensificar el riesgo de violencia sexual en hombres con alta masculinidad hostil y promiscuidad sexual. Además, se ha mostrado que la pornografía normaliza la violencia sexual contra las mujeres, lo que a su vez puede influir en las actitudes y comportamientos.

Tanto la exposición a la pornografía como la ausencia de educación afectivo-sexual han sido identificados como factores que contribuyen a la aparición de conductas sexuales violentas en menores. Si bien existen pruebas de que la pornografía puede estar asociada con la violencia sexual, es importante tener en cuenta que no es la única causa y que no todos los consumidores de pornografía se convierten en perpetradores de violencia sexual.

¿De qué factores estamos hablando? Por ejemplo, a nivel individual influyen la personalidad, las creencias, pensamientos y actitudes, así como las pautas de los líderes del grupo. A nivel sociocultural hay cuestiones como los roles de género, los mitos sobre las mujeres con la sexualidad y el concepto de masculinidad. Pero, además, también hay algunos estudios que indican que determinados tipos de entornos pueden influir en actos de violencia sexual perpetrada por grupos.

Aunque no sea la única cuestión, la educación afectivo-sexual juega su papel en la prevención de las agresiones sexuales entre menores. Debe promoverse en todos los ámbitos y desde edades muy tempranas, a pesar de las oposiciones de ciertos sectores de la sociedad, como los ultraconservadores. Nuestrxs hijxs están expuestos a mucha información, entre la que se encuentra la pornografía, por mucho que queramos impedirlo. Aunque, en el mejor de los casos, desde la familia exista un control, es casi inevitable que en otros ámbitos tengan contacto con ella. Esto es importante, puesto que la niñez, adolescencia e inicio de la juventud son momentos del desarrollo donde son más vulnerables a la adquisición de modelos, se actúa con menor madurez y, generalmente, se buscan más conductas de riesgo.

Es necesario poner sobre la mesa, y bien claro, que las agresiones sexuales no son sexo, ni sexualidad ni nada que se le parezca. La sexualidad no es violencia, imposición ni sometimiento, como se muestra en la mayoría de la pornografía actual. Y ni mucho menos se trata de un consumo rápido de emociones y actos, aunque nuestra sociedad se encuentre en la onda del consumismo indiscriminado de todo. La sexualidad es un concepto positivo, como podemos ver en la definición de la Organización Mundial de la salud (OMS), entre otras. Esta afirma que la educación sexual integral debe incluir aspectos positivos como el amor y relaciones basadas en respeto mutuo e igualdad. Los programas deben estar adaptados a las etapas evolutivas y deben proporcionar a los menores el conocimiento necesario para identificar situaciones de riesgo y tomar decisiones informadas. Mediante programas de educación sexual bien diseñados e impartidos se facilita la toma de decisiones positivas en sexualidad. Se ha mostrado que los jóvenes tienen más probabilidades de iniciar la actividad sexual más tarde, y cuando tienen relaciones sexuales hacerlo de forma más segura, si están mejor informados sobre la sexualidad, las relaciones sexuales y sus derechos.

En definitiva, brindar las herramientas necesarias para comprender y manejar la sexualidad de manera saludable y segura puede ayudar a prevenir agresiones sexuales. El acceso libre y sin control a la pornografía es un arma peligrosa y exige una actuación inmediata. Es responsabilidad de la sociedad en su conjunto, incluyendo a las familias, las escuelas y las instituciones, garantizar que los menores reciban la orientación y el apoyo necesarios para desarrollar una comprensión saludable de su sexualidad.