TRES EN LÍNEA

El amigo Page

Page junto a Moreno, Mazón y López Miras en Fitur.

Page junto a Moreno, Mazón y López Miras en Fitur. / EFE

Juan R. Gil

Juan R. Gil

La mayoría de los científicos sostiene que no hay nada más alejado de su magisterio que la política. Yo, sin embargo, albergo dudas. Particularmente, me interesa el concepto de «constante». ¿Qué es una constante? Para los físicos, dice la Wikipedia, es el valor de una magnitud que, fijado en un sistema de unidades, permanece invariable a lo largo del tiempo. Para los matemáticos, que también tienen lo suyo, es un valor invariable pero que no está implicado directamente en ningún proceso físico. Dicho en roman paladino, es algo que se mantiene sin cambios llueva, truene o haga calor.

¿Podemos encontrar en política fenómenos que se adapten a la definición, siempre que cambiemos valor por situación? Algunos se ajustan como un guante. Ahí va uno, y díganme que no: siempre que Castilla-La Mancha está presidida por un socialista y la Comunitat Valenciana por un dirigente del PP, el gobierno de Toledo se comporta como el mejor amigo del de Valencia. Si, por el contrario, los presidentes son socialistas en ambos sitios, entonces el presidente castellano-manchego no tendrá otro fin que amargarle la vida a su compañero de partido. Supongo que no es nada personal, son sólo negocios: los presidentes socialistas de Castilla-La Mancha siempre han querido ganarle al PP pasándole por la derecha y qué mejor muñeco al que atizarle para eso que su homólogo valenciano, a condición de que sea camarada. Pero fuera cual fuere la razón, ese proceder es una constante tan inmutable como las que rigen en la Física o en las Matemáticas, aunque opere en el mundo de la política. Piénsenlo: el mecanismo se repite por muchos años que pasen. Nunca defrauda.

Recordarán los lectores el insólito caso de la autovía que une Valencia y Madrid, cuyas obras fueron bloqueadas por el entonces presidente de Castilla-La Mancha, José Bono, mientras gobernaba la Comunitat Valenciana su compañero de partido Joan Lerma. De paso, Bono tampoco acabó de ver nunca ninguna de las soluciones que desde el Palau se propusieron para mejorar el transporte ferroviario con Madrid. No sé si mucho o poco, pero en alguna medida eso contribuyó al desgaste que llevó a Lerma a perder el Consell en 1995. Y entonces, ya con Eduardo Zaplana en el poder, se hizo el abracadabra. Siendo con un presidente del PP, el socialista Bono tardó dos avemarías en permitir que se terminase la autovía, inaugurada sólo tres años después de que Zaplana se pusiera al frente de la Generalitat, y menos de lo que dura un rosario en pactar un trazado para el Tren de Alta Velocidad que parece una serpentina, pero cumple su papel. Tan amigos se hicieron Bono y Zaplana, que acabaron siendo vecinos en una céntrica finca de Madrid donde ambos compraron piso.

Se le ha visto más veces compadreando con Carlos Mazón en seis meses de lo que se le vio jamás con Puig durante ocho años

Lo mismo ocurre ahora con García Page, el actual presidente socialista de Castilla-La Mancha, al que se ha visto más veces compadreando con Carlos Mazón en seis meses de lo que se le vio jamás con Ximo Puig durante los ocho años en que sus presidencias coincidieron. García Page gusta de ir de verso suelto o de enfant terrible del PSOE, llámenlo como quieran. Pero lo cierto es que sus posiciones más parecen un trampantojo que una declaración de firmeza política. Critica duramente a Pedro Sánchez, maldice la amnistía, exige que a los independentistas se les excomulgue, reclama que su región no sea discriminada frente a Cataluña… Mucha gente sin duda estará de acuerdo con él. Pero resulta que García Page es el secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha. Y, como tal, no le hemos visto dar instrucciones a los parlamentarios socialistas castellano-manchegos para que voten otra cosa que no sea lo que Sánchez diga, con lo efectivo que en esta ocasión hubiera resultado hacer valer, con hechos, las palabras. Tampoco es que el PSOE de Castilla-La Mancha que García Page dirige haya convocado un congreso extraordinario para hacer patente su discrepancia con la línea federal. Ni siquiera ha reunido una mísera conferencia política. Mucho lirilí y poco lerelé, que dicen en Andalucía de aquel que habla pero no practica.

Es comprensible que Mazón, que en privado cuenta maravillas de García Page ahora que lo ha descubierto, pretenda aprovechar eso. Un presidente socialista contra Pedro Sánchez, cómo vamos a dejar escapar tal cosa. Pero ocurre que Mazón es el presidente de la Generalitat Valenciana, y al margen de coincidencias en el discurso, su obligación es avanzar en la resolución de los problemas que tienen los ciudadanos que le han encomendado el Gobierno. Ya se imaginan por dónde voy. Por el trasvase Tajo-Segura, en cuya defensa se esforzó el jefe del Consell cuando era presidente de la Diputación de Alicante. Entre palo y palo a Pedro Sánchez, ¿ha hablado Mazón del asunto con García Page? ¿Le ha pedido que retire los recursos contra la transferencia de agua que mantiene vivos? ¿Le ha recriminado la jugarreta del último Consejo del Agua, donde entre él y ese Gobierno del que tanto reniega dejaron el trasvase para recibir la extremaunción poniendo a Puig en ridículo a la puerta de unas elecciones? ¿Le ha preguntado qué ha hecho el gobierno castellano-manchego con los más de 500 millones de euros que los regantes del Mediterráneo llevan abonados -al margen de lo que les cuesta cada metro cúbico de agua que reciben- a Castilla-La Mancha como canon establecido en el acuerdo del trasvase? Es una cantidad creciente que se paga anualmente (en 2022, fueron 20 millones), que estaba originalmente dirigida a costear obras de infraestructura hidráulica en la cuenca cedente y de cuyo uso jamás se han rendido cuentas. Si esas obras se hubieran hecho, probablemente hoy estaríamos todos, castellano-manchegos y valencianos, en mejor situación. Pero ni se han ejecutado, ni nadie desde aquí ha preguntado nunca en qué se gasta ese dinero.

En santa compaña con el presidente murciano y el andaluz, Mazón se vio esta semana en Fitur con García Page. Y todos rieron mucho y estuvieron de acuerdo en que sufren una infrafinanciación insoportable, lo cual es cierto, y en que nada hay peor que Pedro Sánchez, cosa que al día siguiente del atracón García Page se apresuró a matizar (“estoy de acuerdo con el 90% de lo que hace”), no vaya a ser. Pero francachelas aparte, ¿para cuándo una cumbre entre el presidente de la Generalitat Valenciana y el de Castilla-La Mancha con el agua como tema central? ¿Se la ha propuesto Mazón? Lo digo porque eso sí sería un prodigio, lo nunca visto. Lo demás no pasa de ser fuegos artificiales. Que, tratándose de la Comunitat Valenciana, también es una constante.