El guerrero del antifaz antidemocrático

Archivo - La diputada y portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras

Archivo - La diputada y portavoz de Junts en el Congreso, Miriam Nogueras / Carlos Luján - Europa Press - Archivo

Marc Llorente

Marc Llorente

Les importa un bledo que el paro baje más del doble que el año pasado y que el empleo supere los 21 millones de ocupados. Que la economía española haya crecido un 2,5 % en 2023 y superado las expectativas. Ellos van a piñón fijo con sus obsesivas historietas. Protestan en la calle otra vez contra la ley de amnistía y las «cesiones» del Gobierno al independentismo. Pedro Sánchez pretende que Junts y ERC formen parte de la gobernabilidad de España porque fortalece la democracia. No es la idea de los independentistas como su propio guion y el de los suyos marca, pero a ello contribuyen. Queriendo o sin querer.

La violencia verbal, patrocinada por el PP, continúa con Sánchez en la diana de las gruesas palabras, sin el menor atisbo de sensibilidad democrática. La plena impunidad campea a su aire permitiéndose el lujo de difundir delirios y de haberlos cometido. Vean a uno de los supuestos ideólogos de la operación Cataluña, M. Rajoy, sobre la guerra sucia de Interior en aquella comunidad. Núñez Feijóo, cumpliendo su papel en esta serie, no dice nada al respecto. Ya lo dicen otros que defienden la proeza en el nombre de «una España fuerte» y fuera de la ley por lo visto. A propósito, la correspondiente comisión de investigación se constituirá en febrero.

Quien tiene que ir a prisión es Sánchez, según los amantes de la desigualdad social que defienden la «ruta por la igualdad», símbolo de resistencia a su entender. El nuevo guerrero del antifaz antidemocrático, nuestro señor Feijóo, quiere rescatar a este país porque «no se vende». Los abanderados de las mentiras acusan de mentir al presidente. Ejerciendo de elitistas portavoces de los «españoles de bien», están dispuestos a evitar el imaginario desguace del Estado de derecho.

Arrebatan la bandera de la calle a la izquierda. Y, por si no lo saben, «la guerra civil es presente», asegura Díaz Ayuso con la cínica grandilocuencia que la define. Desde su lunático proceder, habla de subversión del orden constitucional o de la desestabilización del funcionamiento de las instituciones políticas, económicas y sociales. De terrorismo. Acusa a Sánchez de vivir en «un mundo paralelo e inventando problemas». Lo que precisamente hace este PP febril.

Es de suponer que el «socialista bueno», el barón autonómico García-Page, se une a ese panorama para disparatar. Hace reverencias a la derecha y se enfrenta a su propio partido, aspirando a suceder al actual líder. Puede opinar, claro. Por eso, que le regalen la medalla de la lealtad. Y no el PSOE exactamente. Ayuso y Feijóo no tendrían ningún inconveniente en obsequiársela. ¿No es emotiva esa comprensión? Solo le salva los muebles su mayoría absoluta en Castilla-La Mancha.

Señalábamos al comenzar las excelentes cifras del empleo, las mejores desde 2005, como consecuencia de unas políticas públicas al servicio de los ciudadanos, lo cual no significa que no sea necesario más en cuanto a derechos de los trabajadores. Subir salarios, reducir la jornada laboral sin recorte de sueldo… Lo dicho. A algunos les importa un bledo y solo ponen el énfasis en sus obsesivas historietas. Ver fantasmas por todas partes y patalear son los únicos recursos que les quedan para alcanzar la cumbre y zancadillear a la gente de a pie que hoy les baila el agua.

¿Le importan mucho a Feijóo las familias que difícilmente llegan a fin de mes? «Que se busquen la vida», manifiesta Ayuso. ¿Tienen estima a los pensionistas? Nunca han votado a favor de las mejoras sociales, ni proponen ninguna iniciativa en positivo. La ausencia total de cultura democrática, las prácticas corruptas de variada especie, colocar palos en las ruedas del vecino, los recortes diversos, la irresponsabilidad y el espíritu bélico componen un terreno que dominan a la perfección. Ni se despeinan ante la constatación de «actividades criminales» desde las estructuras del Estado en relación con la heroicidad, supuestamente, de Rajoy, del exministro Fernández Díaz y de la «policía patriótica» para minar al independentismo, que consiguió tener más músculo y montar el número circense del «procés».

El inaudito hecho estatal despierta las simpatías de los más allegados sin darse cuenta (o dándose) de que a los independentistas se les gana sin trucos de pésimo mago. El guerrero del antifaz antidemocrático seguirá en danza con megáfono, su enloquecida espada y a lomos de un caballo de cartón. Unos persiguen el bienestar. Otros aportan polución, desconfianza y están inmersos en un peligroso campeonato de barbaridades. El culpable, sin embargo, siempre es el legítimo jefe del Gobierno.