EL TELEADICTO

À Punt, invisible

Estudios centrales de À Punt en Burjassot.

Estudios centrales de À Punt en Burjassot. / LEVANTE-EMV

Antonio Sempere

Antonio Sempere

À Punt tocó fondo en audiencias, y ahí sigue con su 2,2% - 2,3%, a la cola de todas las televisiones públicas autonómicas del Estado. Los tres programas más vistos del mes de febrero correspondieron a los informativos del incendio de València. El día que aumentó la audiencia de todas las cadenas generalistas del país. Entonces pudimos escuchar en qué lengua, y en qué acentos tan diversos del castellano se expresaban los habitantes de la ciudad de València afectados por el suceso, los vecinos del populoso barrio de Campanar, los que acudieron a ayudar con todo lo que tenían y los que al día siguiente iban a hacerse selfis ante el icónico edificio.

La razón de que À Punt vaya tan mal no la tienen sus jefes. El fracaso de sus programas vespertinos no era de Màxim Huerta ni de Ximo Rovira. El gran problema es de raíz. La Comunidad Valenciana nació con mal pie, y quienes la bautizaron con ese nombre entonan el mea culpa. Los que están convencidos de que habitan el País Valencià siguen refiriéndose a él con toda naturalidad. Mientras tanto, Alicante es la provincia de toda España que más ha crecido en 2023, y Valencia la segunda, ambas por la llegada de inmigrantes. La identidad se va perdiendo a pasos agigantados a la manera que se disuelve un azucarillo en un café. Esto afecta a la lengua autóctona y a mil detalles más. Yo, que ni tengo coche ni guasap, y estoy todo el día a pie de calle con la antena puesta comprendo muy bien por qué À Punt es un perfecto desconocido en estas tierras. Que aprovechen de aquí al 19 de marzo las fallas para lucir algún dato de audiencia honroso.