Opinión

Ni tontas ni locas

Marcha 8M en Alicante, día de la Mujer

Marcha 8M en Alicante, día de la Mujer / Héctor Fuentes

Hemos vivido un nuevo 8 de marzo. Otra vez nos hemos encontrado con la necesidad de celebrar el Día Internacional de la Mujer porque sigue siendo imprescindible recordar que existe el patriarcado, que la discriminación de la mujer sigue ejerciéndose desde múltiples perspectivas, que la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres sigue siendo una necesidad apremiante. Es probable, que se pueda decir, lamentablemente, que este año ha sido más necesaria la celebración de lo que ha sido hasta el presente.

Creo que estamos sufriendo un peligroso retroceso.

Se puede hacer un inquietante diagnóstico sobre el estado de la cuestión.

Un diagnóstico en el que se pueden detectar algunos inquietantes indicadores de involución. Pienso en la posición de partidos políticos ultraderechistas que niegan la existencia de la violencia de género, en acciones políticas que retiran recursos o cancelan programas por la igualdad o eliminan Ministerios de la Mujer, en descalificaciones injustas y estúpidas de feministas que han dedicado su vida y su obra a reflexionar, a escribir y, en definitiva, a combatir el patriarcado.

Pienso con admiración y dolor en Amelia Valcárcel, en Amparo Tomé, en Elena Simón… Nunca les agradecerá suficientemente la sociedad su clarividencia, su compromiso, su esfuerzo y su valentía.

Recientemente, el presidente electo de Argentina, Javier Miley, ha prohibido el lenguaje inclusivo en la administración pública. El argumento no puede ser más peregrino: “este tipo de lenguaje se ha utilizado como negocio de la política”. ¿No es un retroceso que se legisle contra la igualdad? Porque está muy claro que el uso del lenguaje es abiertamente sexista. Y hay que combatir todas las causas que alimentan el sexismo. Ya sabemos que cuando hablamos de niños, de maestros, de abuelos… nos estamos refiriendo a niños y niñas, maestros y maestras, abuelos y abuelas… Ya sabemos que existe un principio lingüístico que defiende la “economía del lenguaje” pero, cuando colisionan un principio lingüístico y un principio ético, hay que dar prioridad al de naturaleza ética.

De forma preocupante vemos aumentar los actos de violencia sexual entre jóvenes, las manadas que abusan de la fuerza ante chicas indefensas, el número de mujeres asesinadas a manos de sus parejas… Para meterme más de lleno en la celebración de esta fecha, he leído en estos días varios libros. Uno de ellos lleva el título que le he dado al

artículo: “Ni tontas, ni locas”. El subtítulo es muy elocuente: “Cuando anónimo era sinónimo de mujer”. Un libro que, afortunadamente, ha sido escrito por varones. Digo afortunadamente porque los hombres tenemos la obligación de ser feministas, es decir de luchar por la igualdad. Los autores se llaman Javier Sanz y Rafael Ballesteros, dos profesionales de la comunicación que han hecho, en más de trescientas páginas, un recorrido por la historia destacando la valía, la heroicidad, la inteligencia de muchísimas mujeres. Tiene el libro un curioso Prologo coral en el que participan Elisenda Roca, Olga Viza, Estrella Montolio y Rosa María Calaf.

De acuerdo a lo que indica el Diccionario de la Real Academia Española, "a tontas y a locas" significa "hacer una cosa con desbaratamiento, sin orden ni concierto".

Se trata de una frase muy antigua, que se puede encontrar ya en Don Quijote en los versos truncos, de cabo roto, que dirige Urganda la Desconocida, en la parte poética preliminar de la novela. Cabe mencionar que, en aquel entonces, Cervantes, en un juego con el vocablo, empleó esta segunda imagen no sólo como expresión adverbial, sino en su simple sentido, llamando tontas y locas a las doncellas que se entretenían en vanas locuras.

Algo similar sucede con la historia atribuida al dramaturgo contemporáneo Jacinto Benavente. Unas damas le habían propuesto que pronunciara una conferencia en un club femenino, allá por los años veinte del siglo pasado. A la propuesta, el dramaturgo contestó que no le gustaba improvisar, hablar "a tontas y a locas", jugando con el sentido literal y el sentido adverbial del vocablo.

En la introducción, los autores recopilan una serie de citas que hoy resultan insoportables y asombrosas, pero también muy significativas para entender la discriminación que han sufrido las mujeres durante muchos siglos. En mi libro “Coeducar en la escuela. Por una enseñanza no sexista y liberadora”, hice una recopilación de pensamientos de sabios y santos sobre la mujer. Provocan tanta repugnancia como asombro. ¿Cómo negar que ha existido y que sigue existiendo un sexismo indecente e injusto? El Concilio de Trento decretó que las mujeres carecían de alma. ¿Cómo es posible tamaña discriminación?

Voy la reproducir algunas de estas increíbles frases, unas tomadas del libro de Sanz y Ballesteros y otras del libro mío que he citado más arriba. No hace falta comentario alguno para descubrir la estupidez y la injusticia que contienen.

Dice Aristóteles: “Existe un principio bueno que creó el orden, la luz y el hombre. Y un principio malo que creó el caos, la oscuridad y la mujer”.

No se queda atrás Confucio: “Tal es la estupidez del carácter de la mujer que en todas las cuestiones le incumbe desconfiar de sí misma y obedecer al marido”.

Cómo olvidar las palabras de San Pablo: “Como en todas las iglesias de los santos, que las mujeres callen en la asamblea, pues no les está permitido hablar; más bien, que se sometan, como dice incluso la ley. Pero, si quieren aprender algo, que pregunten en casa a sus maridos, pues es indecoroso que las mujeres hablen en la asamblea”.

San Agustín afirmaba “que las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deben ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones”

De Santo Tomás de Aquino es la siguiente sentencia: “Fue necesario crear a la hembra como compañera del hombre en la única tarea de la procreación, ya que para el resto el hombre encontrará ayudantes más válidos en otros hombres”.

Martín Lutero escribe sin sentir sonrojo: “Aunque se agoten y se mueran de tanto parir, no importa; que se mueran de parir, para eso existen”.

En su libro “Elogio de la locura, escribe Erasmo de Rotterdam: “La mujer es, reconozcámoslo, un animal inepto y estúpido aunque agradable y gracioso”.

Fray Luis de León, en el libro “La perfecta casada” dice: “La mujer fue hecha para un solo oficio simple y doméstico. La naturaleza le limitó el entender y, por consiguiente, le tasó las palabras”.

En su Diccionario filosófico, Voltaire sostiene que “las mujeres han nacido para agradar y para ser el adorno de las sociedades, y parece que han sido creadas para suavizar las costumbres de los hombres”.

Decía San Jerónimo: “Es más difícil encontrar una mujer buena que un cuervo blanco”.

Y así hasta el infinito. Hay aforismos, refranes y sentencias sobre la mujer que sonrojan por su brutalidad y su indecencia.

Las mujeres, con su coraje, con su esfuerzo, con su inteligencia, han ido destruyendo este cúmulo de injusticia y han ido demostrando su valía.

Contra viento y marea han aniquilado esa montaña de prejuicios, de crueles calificaciones, de estúpidas patrañas. El libro “Ni tontas ni locas”

recoge cientos de historias de mujeres que han ido imponiendo la evidencia.

Hablan de científicas, escritoras y artistas. Hablan de pioneras admirables. Cuentan el caso de muchas mujeres que fueron “la primera mujer que…”. La creadora de la primera obra inmortal (Enheduanna de Akhad), la primera filosofa (Hipatia de Alejandría), la primera maestra de América (Catalina de Bustamante), la primera profesora universitaria del mundo (Luisa de Medrano Bravo de Lagunas Cienfuegos), la primera Doctora y Académica de la Lengua de España (Isidra de Guzmán y de la Cerda), la primera mujer en explorar el Himalaya (Lady Pioneer)…

Miles y miles de mujeres extraordinarias que, en todas las partes del mundo, han trabajado, inventado, pintado, enseñado, gobernado, pensado, escrito… y que han tejido una historia de asombrosos avances. Y, a su lado, muchas mujeres humildes que han sido “la primera mujer del pueblo que…” ha sacado el carnet de conducir, que ha sido alcaldesa, que ha creado una empresa, que ha montado en bicicleta, que se ha puesto pantalones, que ha ido a la Universidad, que se ha dedicado al periodismo…

Mi admiración, mi gratitud, mi aplauso a todas las mujeres que han ido destruyendo el discurso misógino que el patriarcado había ido construyendo durante siglos y siglos. Y a todas las que en este nuevo 8 de marzo han vuelto a rearmarse a pesar de los pesares. No ha habido en la historia una revolución más ejemplar que el feminismo.