Opinión

Si la vida te da mensajes

Estantería de la tienda de una estación de servicio con preservativos y lubricantes donde antes había periódicos.

Estantería de la tienda de una estación de servicio con preservativos y lubricantes donde antes había periódicos. / G.PALOMO

 En la estación de servicio donde acostumbro a comprar la Prensa han hecho cambios y en el lugar donde estaban los periódicos y las revistas han colocado un expositor con preservativos y lubricantes. De los diarios, a la vista no queda ni rastro. Si los quieres, has de pedirlos en el mostrador, tras el que permanecen ocultos. Como si se tratara de una mercancía prohibida, ilegal, mientras el mercado de la lujuria copa ahora la posición preferente que antes ocupaban ellos en la tienda.

¡Hay mensajes que son la leche! No es que le haga ascos al sexo. Todo lo contrario. No tengo ninguna duda de que proporciona más placer que la lectura de la actualidad. Además de relajar. Salvo que yerres en la elección de la pareja, claro, con lo que en vez de en la gloria puedes acabar de los nervios.

Aunque eso es algo que también te puede pasar si te equivocas de periódico. En este caso incluso puedes llegar a dudar del país en que te encuentras. Pero esta es otra historia.

Volvamos al mensaje, que es de lo que quería hablarles. Hasta hace nada yo entraba en la tienda de la gasolinera y, casi sin mirar, extendía la mano y agarraba los periódicos. Tan controlado tenía cómo estaban situados que no precisaba ni mirar las cabeceras para saber que cogía los que quería. Ni un error he cometido en años.

El otro día volví a repetir la acción y de repente me encontré con una caja de diez preservativos nature en la mano derecha y un lubricante de fresa en la izquierda. Así, de sopetón y sin buscarlo.

Sin saber muy bien cómo disimular mi torpeza, en vez de hacer que condones y lubricantes volvieran por donde habían venido, me recoloqué, puse cara de quien sabe perfectamente lo que quiere y me dirigí a pagar a la caja mientras, no me pregunten por qué, me vino a la cabeza aquello de que si la vida te da limones, haz limonada. Y aquí me tienen. Sin saber qué ocurrió en el mundo ese día pero la mar de relajada.