Opinión

Yo, de Altamira, no volvería

La figura de Rafael Altamira es reconocida a nivel internacional.

La figura de Rafael Altamira es reconocida a nivel internacional. / INFORMACIÓN

Leo en el periódico “Información” que el Consell derechista y ultra que gobierna a los valencianos ha llegado a un acuerdo con la familia del ilustre alicantino Rafael Altamira para repatriar los restos de Pilar Redondo y de su esposo, que fueron enterrados en el Panteón Español cementerio de México D.F., donde murieron exiliados por culpa del fascismo que había ganado la guerra civil española.

Los méritos de Rafael Altamira fueron tan extraordinarios como evidente fue su ideología democrática, siempre contraria a los abusos que el poder totalitario trataba de imponerle. No se puede citar toda su valía intelectual porque, con toda seguridad, no cabrían en esta página, pero sí, al menos podemos escribir que nuestro alicantino, juez del Tribunal Permanente de Justicia Internacional y dos veces candidato al Premio Nobel de la Paz, vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, perteneciente a nueve instituciones académicas, miembro de la Real Academia de la Historia y autor, entre otras de una magna obra, modelo de investigadores, “Historia de España y de la civilización española”, catedrático de Historia del Derecho, primero, y de las Instituciones Políticas y Civiles de América, después, y, por no cansarles demasiado, doctor “honoris causa” por varias universidades del mundo, fue detenido por el gobierno franquista, a pesar de su inmunidad diplomática, y bien a punto estuvo de ser fusilado. Como el escándalo hubiera sido tan grande, se le permitió abandonar el país con destino a La Haya, donde ejercía su labor de juez en el Tribunal Internacional.

La invasión nazi de los Países Bajos le obligó a refugiarse en Francia, muy cerca de su España. El avance de las tropas de Hitler le obliga a marchar de nuevo, esta vez a Portugal y, desde allí, tras un accidente, tiene que recalar en México, donde ya se encontraban exiliadas sus hijas, Pilar y Nela. En el México refugio de la intelectualidad española que pudo huir de la represión franquista, participa en las actividades del exilio republicano y realizó una maravillosa actividad académica y editorial. Digamos que fue en México donde tuvo un reconocimiento que el régimen de Franco nunca le concedió.

Ahora, repito, el gobierno derechista y ultra de la Generalitat valenciana quiere honrar su memoria, seguramente no porque le agrade hacerlo ya que tendrán que tragarse todas sus expresiones de que Franco no era un dictador, que la Ley de Memoria Histórica no es ninguna afrenta aunque la hayan sustituido por una Ley, jocosamente llamada de Concordia, o que se empeñen en retrotraer la “nostra llengua” a las cavernas del blaverismo valenciano que, por estas tierras del sur jamás contemplamos ni entendimos.

Don Rafael, y doña Pilar, ¿para qué van a volver a una tierra donde el conseller de Cultura es un torero? Donde la Consellera de Justicia ha predicado a los cuatro vientos que Franco fue un personaje histórico porque ella nació en 1977 y no había vivido esa época?. Recuerde usted las palabras que nos dejó en su “Libro de máximas y reflexiones”, reeditado hace un tiempo por la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Univesidad de Alicante, esas mismas palabras que inspiraron a Ted Sorenen, autor del discurso de posesión del presidente Kennedy: “No pienses que puede hacer tu país por ti, piensa lo que puedes hacer tú por él”.

Yo, de ustedes, don Rafael y doña Pilar me quedaría en México. Allí eran respetados y queridos.