Opinión

España y la democracia son ellos, ¡carajo!

Alberto Núñez Feijóo y Dolors Montserrat, durante la presentación de la campaña del PP para las europeas, la semana pasada.

Alberto Núñez Feijóo y Dolors Montserrat, durante la presentación de la campaña del PP para las europeas, la semana pasada. / José Luis Roca

Hay señoras y señores que se han dedicado continuamente, desde el primer momento, a proclamar con un megáfono que la legislatura está perdida. Lo dicen ellos y ellas y con eso basta. El democrático y constitucional espíritu de estas personas salta a la vista y a los oídos. No reconocen la legitimidad ajena y pasan el tiempo dando lecciones hipócritas sobre limpieza política, honradez y regeneración. Les fascina «resolver» problemas no con tijeras en los bolsillos, sino con motosierra en las manos.

Buscan excusas y se manifiestan cuando les da la gana en este régimen de «dictadura», y exigen la disolución de las Cortes que, al parecer, no emanan de la voluntad de los electores que votaron en los comicios del 23J hace casi un año. Lo dicen poque no pueden alcanzar acuerdos con nadie para componer una mayoría parlamentaria. No desfallecen y continúan soltando la misma monserga, no aportando nada más que bombas verbales, manipulaciones, juego sucio e insolencia, que no es poco. El Senado es la finca donde tienen mayoría absoluta y en la que se apoyan a su antojo y capricho.

Feijóo y los suyos quieren ir con la verdad por delante. Pero solo saben enarbolar la falacia y la regresión. Los que mienten culpan a Pedro Sánchez de engañar. Lo hacen solemnemente, sin credibilidad alguna. Las circunstancias electorales y la necesidad de superar obstáculos, como el conflicto catalán en vías de solución gracias a los recientes votos en aquella comunidad, empujan a replantearse las cosas, que ha sido lo realizado hasta ahora por el presidente del Gobierno de coalición y líder socialista.

No obstante, el líder popular, con permiso de Díaz Ayuso y de quienes escriben sus monólogos y diálogos esperpénticos, solicita la retirada de la ley de amnistía, avalada precisamente en las elecciones al Parlament en favor de Sánchez y, en particular, de Salvador Illa. Una de las herramientas para superar el diluido «procés». Y un instrumento que ha sido útil en la notable derrota del independentismo, lo que favorece una nueva etapa en Catalunya a favor de las necesidades más destacadas del personal.

Quiere Feijóo convertir las elecciones europeas del próximo 9 de junio en un plebiscito entre él y Sánchez. Lo dice todo la no intervención de la candidata del PP, Dolors Montserrat, en el mitín madrileño. Vuelven a protestar con el cerrilismo que les caracteriza, y lo único que les impulsa es tumbar a Sánchez. De paso poner en marcha el espléndido programa popular en perjuicio de una Europa social y de nuestro país más concretamente. Pretenden la respuesta de los votantes para decir «no al abuso, no a la censura, no a los desmanes o no a la mentira». Y se quedan tan felices diciéndolo quienes han exhibido y siguen mostrando su sobresaliente capacidad en cada una de esas especialidades, en connivencia actual con sus primos hermanos de la ultraderecha.

La aireada actitud deja al descubierto el grado de inquina contra Sánchez, a quien solicitan que pida perdón por la «corrupción» que acorrala a su Gobierno y a su esposa (no imputada) sin la menor prueba. No importa. El activismo político de algunos jueces intentará extirar todo lo posible el asunto en beneficio de un PP que únicamente desea no salir del fango de la deshonestidad y de la calentura patológica en la que residen muy contentos. «¡Me gusta la fruta!», sigue gritando Ayuso por no llamar «¡hijo de puta!» a Sánchez, que ya se lo dijo en la tribuna de invitados del Congreso. En realidad, la presidenta (supuestamente) de Madrid lo expresa con la sana intención de promover el negocio de la agricultura. Y muchas gracias por recordarnos que Sánchez lleva a España a ser Venezuela con su «proyecto rupturista». ¿No es delirante esa manera de patalear?

Por cierto, ¿el presidente del Ejecutivo va a hacer lo que sea con tal de controlar el CGPJ? ¡Claro! Este debe de ser el motivo que empuja al PP a no contribuir a renovarlo, despues de dos mil días de bloqueo por su parte, y a no cumplir el mandato constitucional en ese sentido y en tantos otros, como la envidiosa y resentida justicia social. Ya saben. «España o Sánchez». Ese sujeto que ocupa la Moncloa ilegítimamente y que ha inventado una nueva modalidad. Según Almeida, este hombre que ganó la alcaldía de Madrid en 2019 tras no vencer en las urnas, «no se trata de ganar, sino de perder por lo menos posible». Aplíquese la pomada, señor alcalde o lo que usted sea.

España y la democracia son ellos, a juicio del camaleónico Fernando Savater. El filósofo invita a librarnos por las buenas de Sánchez, o a «patadas y gorrazos», sugiere, no muy lejos, el democrático talante de Abascal, pariente directo de esa desgracia para Argentina, llamada Milei, con el beneplácito de unos votos que huyen del dolor y encuentran más dolores aún. La erosión de los derechos y de la dignidad está latente con individuos de esta ralea, al igual que aquí. Les sobran el estado de bienestar, los valores de una auténtica democracia y la cohesión social, y patrocinan, con financiación pública e impúdica, la desinformación y el despropósito de algunos pseudomedios que están a su servicio. Atraen a la población para luego darle la espalda e ir en contra. Incitan a la violencia y creen en la libertad y el progreso, sí. De los peces gordos y reaccionarios.