Bienvenida la lluvia

La lluvia cae con fuerza sobre una Alicante en alerta naranja

La lluvia cae con fuerza sobre una Alicante en alerta naranja / JOSE NAVARRO

Emilio Pérez Díaz

Emilio Pérez Díaz

Creo que fue el 23 del pasado enero cuando el asiduo colaborador de INFORMACION Carlos Gómez nos expuso con riguroso realismo las peripecias sufridas por multitud de ciudadanos debido a la actitud mostrada hacia ellos por las entidades bancarias durante lo más crudo de la pandemia. Una semana más tarde otro colaborador del diario, D. Enrique Benítez, nos advertía que mantener abiertas oficinas bancarias en localidades pequeñas no era rentable, que los impositores de 100.000 euros que los mantienen ociosos sin invertirlos en otros productos tampoco lo son y que por supuesto aquellos servicios de menudeo como el cobro de recibos, etcétera, les cuesta dinero a los bancos. Finalmente, el señor Benítez nos dejaba en el aire una pregunta, si era posible la existencia de una banca del siglo XXI con clientes del siglo XX. Esto último me molestó bastante porque parece una broma de dudoso gusto llamar “banca del siglo XXI” a unas entidades con el historial que han acumulado en lo que va de siglo, a la vez que nos deja en el siglo XX a la mayoría de clientes que con nuestro bolsillo las hemos rescatado del pozo sin fondo en el que se metieron. Pero hoy no dispongo del necesario humor y tiempo para contestar a los diversos puntos que expuso el señor Benítez.

Hoy, día lluvioso, sólo refiero lo que me dice un amigo. Que dado que estas entidades del “siglo XXI” han sacado los cajeros de los vestíbulos para ubicarlos en la calle, el día que él sea ministro obligará a los Presidentes y Consejeros Delegados de éstas futuristas empresas a sacar dinero de ellos en días de lluvia y cuando pregunten dónde pueden apoyar el paraguas para meter la tarjeta, contar el dinero, etcétera él les contestará: amigo mío, sujételo en los… o vuelva usted al siglo XX.