Una deriva cada vez más peligrosa

Isabel Díaz Ayuso.

Isabel Díaz Ayuso. / EFE

Miguel Fernández-Palacios Gordon

Desde que debutó en la escena política el maníaco fascista, machista recalcitrante, xenófobo empedernido y mentiroso compulsivo, Donald Trump, el Trio de Colón, como tantas derechas por el mundo, decidió emularlo y zarpó a surcar las turbulentas aguas de la corriente antisistema.

Desde entonces el PP, sin importarle prender la llama de la insurrección, ha ido subiendo el tono hasta internarse en un terreno desalentador y nocivo para la convivencia: cuestiona la validez del sistema, niega la pluralidad, el recuento electoral, las estadísticas del paro, la legitimidad democrática del gobernante, los pactos de legislatura y deshumanizan al contrario.

Y si además del esperpéntico desvarío, destacados dirigentes proclaman que el «amoral Gobierno», que da «golpes de Estado» cada día, no es de los españoles y «quiere matarlos y meterlos en la cárcel», promueven la rebelión contra un presidente democrático rozando la tragedia. Es lo que hace Ayuso con su séquito de palmeros mientras Feijóo, acogotado, agacha las orejas.

Si a mí me alertaran –y me creyera la sandez– de que el PP pretende matar y encarcelar a los demócratas, me defendería. Es temeraria y bárbara la deriva populista y polarizadora de los populares.