Teletrabajo, ¿opción o derecho?

Cristina Benítez Coll

Lunes. Suena la alarma a las 6h. De la cama a la ducha y empiezo a trabajar, en piloto automático, repasando mentalmente mi agenda de hoy. Pienso en si eché gasolina o si me toca bus. Si voy en bus, no me da tiempo de desayunar. Entro a la oficina a las 9h y salgo a las 18h. El 50% de mi día por un salario para vivir. Para vivir, me queda el otro 50% del día. Para mi descanso, mis aficiones, mi vida social, mi familia y mis deberes como ciudadana del mundo. El tiempo es oro, pero me pregunto, ¿es siempre remunerable? ¿Cuál es el coste de oportunidad si renunciamos a dedicar tiempo a nuestra vida personal?

Nuestro entorno y el ritmo de vida siempre han sido cambiantes, dinámicos, frenéticos. La pandemia nos puso en pausa y tuvimos que adaptarnos para sobrevivir. Lo hicimos demostrando que se puede teletrabajar. Sí, la regulación del trabajo remoto implica dificultades, como cualquier regulación. Pero es posible y vale la pena dejarlo encima de la mesa. Esta modalidad se nos ha metido en casa durante el confinamiento y sus ventajas se han quedado en el paladar de aquellos que la hemos experimentado.

En esta actualidad de lucha por la conciliación, precariedad laboral, diversidad familiar, y de imperativa necesidad de mejorar la calidad de vida... Teletrabajo, ¿opción o derecho?