Callosa de Segura, la nueva Brigadoon

Vista del casco urbano de Callosa de Segura desde la Sierra.

Vista del casco urbano de Callosa de Segura desde la Sierra. / Rate Bas

Adolfo Asín Mora

Brigadoon, para los que no sean muy cinéfilos , es una pequeña aldea escocesa, víctima de un encantamiento que mantiene dormidos a sus habitantes durante un siglo. Cumplido este plazo, se despiertan y vuelven a la vida, pero sólo por un día. 

Enclavada en las sombras del siglo XX, Callosa yace como un testamento a épocas pasadas, sus calles, sus fachadas, sus colegios resisten al implacable avance del tiempo sin que se atisben en ellos ningún proceso de restauración o modernización.

Las oportunidades de vida se desvanecen como el humo de las antiguas chimeneas que una vez calentaban la próspera industria local. Los viejos obradores, talleres y fábricas, ahora reliquias de un pasado industrial glorioso, se erigen como monumentos a la nostalgia en una era que exige innovación y tecnología.

La ciudad, sin embargo, ha quedado anclada en una realidad anticuada, incapaz de adaptarse a las demandas del siglo XXI. Las mentes creativas y mejor capacitadas de la juventud son sacrificadas en el altar de la falta de oportunidades laborales, obligando a muchos a emprender un exilio forzado hacia urbes más dinámicas. Callosa no logra atraer a las empresas tecnológicas, de investigación y desarrollo que podrían infundir nueva vida en sus venas adormecidas por el peso de miles de toneladas de filamentos y hebras soportadas durante decenios.

Esperemos que llegue, como a los habitantes de Brigadoon, el día en el que Callosa, sus habitantes despierten, olviden la nostalgia de sus días de gloria, transformen Callosa en un crisol de innovación, donde las telarañas mecánicas cedan ante el fulgor de las nuevas tecnologías, tejiendo una red de progreso que redefina el vetusto paisaje urbano.

Ojalá llegue ese día y los callosinos no nos volvamos a dormir.