Del recuerdo pedagógico a la batalla política
La cancelación del premio Guillem Agulló en las Cortes ha avivado esta semana la polémica sobre el rédito político que se busca con las víctimas
Han pasado 31 años desde el asesinato del joven antifascista Guillem Agulló. El hecho de que hayan transcurrido más de tres décadas no ha impedido que en los últimos días su muerte sea fruto de una nueva polémica en las Cortes Valencianas. Todo ello después de que la mayoría que forman el PP y Vox en el parlamento autonómico decidiera eliminar el premio en su recuerdo contra los delitos de odio. Las idas y venidas que se han dado esta semana en torno a este caso, con el presidente Carlos Mazón señalando que su asesinato fue «un homicidio impresentable por parte de un fascista», los populares proponiendo que el galardón lo entregue la FVMP o la Generalitat catalana anunciado que asumirá el premio, dan paso al debate sobre cómo se debe tratar a las víctimas y el rédito que buscan los partidos de todo el espectro político en estas situaciones y a las voces que cuestionan que algo que tendría que suponer un recuerdo pedagógico para que no volvieran a suceder oscuros episodios acabe en el fango político.
El gobierno de Mazón borra los galardones heredados del Botànic
Alicante no se ha librado de situaciones de este tipo. Por ejemplo con Miquel Grau, que murió asesinado por un ladrillo lanzado desde un balcón en Luceros por un fascista en 1977. Grau llegó a tener una calle en la capital de la provincia pero ahora ya no cuenta con ella. Y el monolito instalado en su memoria fue renovado hace tres años omitiendo las circunstancias de su crimen. Otro asesinato más reciente, el de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA, también ha dado paso a polémicas en Alicante, como la que se vivió en 2017, con el tripartito de izquierdas negándose a colgar una pancarta en el Ayuntamiento cuando se cumplían 20 años del fallecimiento del concejal popular. Más actual todavía, y también vinculado a un asesinato de ETA, fue lo que se vivió en enero en València, cuando el vicepresidente primero de la Generalitat, Vicente Barrera, de Vox, atacó la presencia del expresidente socialista Ximo Puig en el acto de homenaje a Manuel Broseta.
«El reconocimiento y respeto hacia el pasado, por conflictivo que haya sido, es fundamental como elemento de sanación y para afrontar el futuro, como sucedió en Alemania», reflexiona al respecto el politólogo y profesor de la Universidad de Alicante Carlos Gómez Gil. Preguntado sobre si la entrada de la extrema derecha en las instituciones da pie a que se den más casos como el vivido esta semana en torno a la figura de Agulló, Gómez Gil añade que: «Las políticas ultraderechistas están liquidando, poco a poco, valores democráticos y consensos cívicos alcanzados con esfuerzo para reforzar un discurso marcadamente autoritario».
Movimientos sociales
Investigador de movimientos sociales, discursos de odio y extrema derecha, el periodista Miquel Ramos apunta que «es muy triste que un recuerdo que debería ser pedagógico se preste a batallas políticas». Según su visión, los reconocimientos a los asesinados deberían ser otorgados por colectivos autónomos y movimientos sociales, ya que «las instituciones mercadean con esto y juegan con las familias para sacar rédito». En este sentido, Ramos apunta que el recuerdo a Agulló se mantuvo cerca de tres décadas a través de la sociedad civil y la polémica ha llegado después de que el Botànic institucionalizara el premio y ahora se haya decidido dar marcha atrás con el galardón.
Para la experta en comunicación política Diana Rubio donde más se ven este tipo de conflictos es en los nombres de calles, plazas u otros emplazamientos públicos. «La tendencia actual es que todo lo que tiene que ver con la memoria democrática genere gran controversia. En ocasiones, salvando las distancias, recuerda a los bandos de la Guerra Civil», apunta. Al respecto, lamenta que «las ideologías políticas y las estrategias de los partidos pesen más que los reconocimientos».
En último lugar, el profesor de Comunicación Política de la Universidad de Navarra Jordi Rodríguez Virgili reflexiona, en referencia a los distintos casos mencionados, que sería conveniente que se alcanzaran «ciertos consensos políticos» entre todas las formaciones y que estás polémicas no hacen más que remarcar la «polarización» que se vive en el panorama político español en la actualidad. «Se justifican las ideas en función del que gobierna en cada momento», concluye.
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