" He dado la orden a los funcionarios del Ayuntamiento de que faciliten mi número de teléfono móvil a todos los proveedores que llaman reclamando el cobro de facturas. No puedo esconderme. Sólo me queda pedirles paciencia y decirles que tarde o temprano cobrarán sus deudas". Es el día a día de Antonio González, el concejal de Hacienda de uno de los municipios más pequeños y más endeudados de la provincia. Con apenas 6.500 habitantes, esta localidad del sur de Alicante arroja un saldo negativo de más de 31 millones de euros. En su despacho las facturas se amontonan, las amenazas de juicios por impagos se multiplican y la calculadora echa humo. Pero las cuentas no cuadran.

Mientras que para unos vecinos representa la figura del gestor que puede sacar al pueblo de la ruina, para otros no es más que un secuaz de la alcaldesa del PP, Charo Bañuls, quien habría trazado una oscura hoja de ruta para desmantelar todos los servicios públicos en la localidad "privatizando todo aquello que sea posible", tal y como ella misma ha manifestado en más de una ocasión. Es la primera vez que los populares desembarcan en el Ayuntamiento del municipio, gobernado desde 1983 por socialistas, y la paupérrima situación financiera de las arcas públicas no les deja margen de maniobra para sacar adelante casi ningún proyecto de los prometidos en campaña electoral. "Ahora lo único que podemos hacer es pensar en los recortes y en la viabilidad del Ayuntamiento", se resigna González.

El edil cuenta que podía llegar a sospechar que la deuda municipal era más alta de lo que apuntaba el exalcalde, Raúl Valerio Medina (PSOE), pero que nunca llegó a imaginar que sería tan elevada. "A los pocos días de empezar el mandato nos dimos cuenta de que era bastante más alta. Te percatas de que la contabilidad no está al día y que queda mucha facturación que recoger en ella, te das cuenta de que los saldos de 2010 no se iban a corresponder con la realidad".

En pañales

Cuando empezó aflorar el desastre en el que estaban sumidas las cuentas municipales, el nuevo equipo de gobierno de coalición entre el Partido Popular y Unión Popular Liberal y Centrista estaba "en pañales". Era la primera vez que ocupaban el despacho de Alcaldía del consistorio y, tal y como reconoce su edil de Hacienda, al principio tuvieron que "pedir consejo a compañeros de partido de otras localidades" dada su inexperiencia. Pronto se dio cuenta de que el barco no navegaba a la deriva, sino que se hundía de forma casi inminente. Y empezó su particular vía crucis. "Los proveedores llaman todos los días, las empresas no sólo tienen deudas con este Ayuntamiento, sino con otros. Todos los días tengo que atender muchas llamadas de proveedores. Lo único que pretendo es aclarar la situación a los afectados y darles la seguridad de que tarde o temprano se la vamos a resolver, pero ahora no es un momento para tener prisa en el cobro".

Aunque en el consistorio de Bigastro el edil de Hacienda está contratado "a media jornada" y las tardes, en teoría, las dedica a trabajar en la empresa privada, González reconoce que es "imposible" desconectar de la realidad del Ayuntamiento. "Ayer (por miércoles) hasta las 8 estuve atendiendo llamadas, cuando terminas tu jornada laboral no puedes desconectar, me llevo trabajo a casa, llamo desde mi oficina a la gente, los proveedores piden reunirse conmigo, tengo que vigilar que se cumplan los pagos de impuestos, diseñar un plan de viabilidad a largo plazo, estar atento a las reclamaciones judiciales por la deuda, definir el drástico plan de recortes que tenemos que acometerÉ desconectar es imposible. La deuda sigue estando ahí".

Liquidez

A pesar del aparente estrés al que está sometido, ni sube el tono ni cierra los puños cuando habla del gran agujero en la contabilidad del Ayuntamiento. Es más, parece que incluso se tranquiliza cuando se le pide detallar de manera breve y precisa las necesidades más urgentes de la administración local. Quizás sea porque ya las ha expuesto una y mil veces a sus homólogos de consistorios de la comarca, a representantes de la Diputación, del GovernÉ siempre con la misma conclusión: la necesidad de conseguir liquidez "in extremis"para poder encarar las necesidades más básicas de todo municipio y pagar lo que se debe. "Mi trabajo es la lucha continua de ver como llegamos a fin de mes, ni más ni menos", concluye el edil.