El Colegio de Hurchillo celebró ayer los veinte años que ha cumplido como centro de la Red de Escuelas Asociadas a la Unesco, que cuenta con 220 instituciones académicas adheridas a ella en España. Ataviados con la "pulsera de la solidaridad", antiguos alumnos y profesores recordaron algunas de las hazañas más destacadas de "la caja de cerillas" (nombre con el que se conocía el centro antaño) que, como define su director, Joaquín Marzá, "ha convertido la labor educativa en un estilo de vida".

Al acto también acudió Rufina Moreno, coordinadora de la Red de Escuelas Asociadas a la Unesco a nivel estatal, quien valoró de "forma excepcional" la labor educativa del centro. "Es el prototipo a seguir en cuanto a las líneas que queremos impulsar desde la Unesco. Combina a la perfección la educación de las materias comunes, como las Matemáticas o la Lengua, con la inculcación de valores como el respeto al medio ambiente o al patrimonio histórico y cultural", afirmó la coordinadora.

Buena prueba de ello es la canción que los escolares le dedicaron a Félix Rodríguez de la Fuente para cerrar la celebración, por su "dedicación a la hora de difundir el respeto por la naturaleza". Joaquín Marzá también quiso destacar que "lo difícil ya no es mantener esta labor, sino haberla iniciado hace tantos años, en unos tiempos en los que esta peculiar forma docente no estaba extendida y hasta los profesores la veían con malos ojos".

Materias

Asignaturas de educación vial, con el apoyo de un circuito instaurado en el mismo centro, o el cultivo de un "huerto urbano" por los alumnos, forman parte del plan de estudios del colegio. La educación medioambiental también tiene su propio espacio, así como el Arte o la Literatura. Otra de las peculiaridades del centro es que todos los viernes a última hora de la tarde los alumnos realizan partidas de ajedrez, para desarrollar sus capacidades.

"La Educación, en lo básico, no ha cambiado"

Carmita Cañizares, ahora jubilada, fue jefa de Estudios del Colegio de Hurchillo, donde desarrolló su labor docente durante más de 35 años. Ya formaba parte del claustro cuando el centro se adhirió a la Red de la Unesco hace ahora veinte años. A pesar del paso del tiempo, asegura que "la labor educativa sigue siendo la misma, en lo básico no ha cambiado. Ahora se están acotando materias, se les da diversos nombres, pero lo esencial sigue siendo lo que siempre hemos venido enseñando". Además, sostiene que el secreto para haber conseguido desarrollar esta labor durante todos estos años es "un equipo unido, joven y un director con unas ganas e imaginación inigualable, que contagia a todo aquel que mantiene contacto con el colegio: profesores, padres y, lo más importante, a los alumnos".

Tanto es así que, aunque ahora se encuentre disfrutando de su jubilación, no puede dejar de colaborar con el colegio "en todas las labores que pueda. Es difícil desligarse después de tantos años". i. j. i.