La polémica por el intento del equipo de gobierno de Callosa de Segura de retirar la Cruz de los Caídos de la Plaza de España se pospuso ayer hasta, al menos, después de Navidad. Entonces el alcalde, Fran Maciá, se reunirá con la plataforma en defensa de la Cruz para «buscar una solución que satisfaga a ambas partes y con la que podamos cumplir la Ley de Memoria Histórica y respetar el sentimiento religioso, que es lo que mueve a los vecinos que piden que se quede, a realizar sus reivindicaciones», apuntó ayer el alcalde.

Estas palabras se produjeron tras una reunión de más de dos horas con representantes de la plataforma ciudadana y después de que, una vez más, la concentración vecinal impidiese la retirada de la Cruz, pese a que, por segundo día, la grúa contratada para la ocasión había acudido puntual a la Plaza de España. Algunos vecinos incluso hicieron guardia durante la noche para «proteger» el monumento. Sobre las 10 de la mañana llegó el vehículo, acompañado de patrullas de la Policía Local y de un dispositivo especial de la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Guardia Civil, formado por 25 agentes. «Había dos opciones: o dar una orden y que se desalojara la plaza o tratar de llegar a un entendimiento», apuntó Maciá.

Los acuerdos pasan por posponer hasta después de Navidad qué hacer con el monumento, «ya que son fechas señaladas», apuntaron tanto desde la Corporación como desde la plataforma que mantiene que, en todo momento, «defendemos la cruz como símbolo religioso y no como nada más. Ya se eliminó las referencias a tiempos pasados y queremos conservar la cruz como cristianos que somos», señaló el portavoz de la plataforma, Antonio Illán. En el mismo sentido y a través de un comunicado se manifestó ayer la comunidad parroquial de San Martín, a cuyas puertas se encuentra el monumento en el que apostaron por la vía del diálogo y volvieron a pedir que se aplace la retirada de la cruz hasta que se resuelva el conflicto judicial por la propiedad la plaza, que tanto Ayuntamiento como Iglesia reivindican. La jornada concentró a centenares de vecinos que, con cánticos eclesiásticos y hasta villancicos, rodearon la cruz para evitar su retirada. Sin embargo, la división de opiniones entre los que están a favor de la retirada y los que abogan por su conservación, originó algún que otro altercado aislado que no pasó a mayores, pues desde la organización de la protesta se reiteró, ante estos altercados, su carácter pacífico. Esto no impidió que se desplegaran pancartas reivindicativas en las que exigían la conservación de la cruz, se criticaba a varios medios por el trato dado a la noticia e incluso apuntaban a que llevarían al alcalde a los tribunales por prevaricación.

Una tensión que quedó resuelta tras la reunión. Al menos hasta después de Navidad, cuando se ponga sobre la mesa de nuevo el destino del monumento.