Como perrillos abandonados y desvalidos aguardaban los pasajeros la salida del último AVE a Alicante la noche de este martes en una estación tan ajena como desangelada comparada con la bulliciosa Atocha, principio y fin de los trenes entre Alicante y Madrid hasta que hace apenas quince días se cambió a Chamartín.

No era para menos. A diez minutos de la salida del convoy la vía seguía sin aparecer en la pantalla luminosa y los intentos previos por localizar una cafetería o similar para tomar un tentempié cayeron en saco roto. Una vez traspasado el control, alrededor de 21 horas, no había nada abierto.

«Me han quitado mi Atocha», se quejaba gráficamente un viajero habitual de este recorrido porque dispone de casa en Alicante y en Madrid. «Esto no hay quien lo entienda. Por lo menos podían haber esperado a que las obras de Chamartín hubiera acabado», añadía una mujer mientras arrastraba su trolley, nerviosa, de un lado a otro.

Nada muy diferente de lo escuchado por la mañana en las dos horas y media que ahora viene durando el viaje entre Alicante y Madrid, apenas diez minutos más que antes del cambio de estación pero con unos efectos que están obligando a cambiar de hábitos y hasta de alojamiento.

Javier V. trabaja en un fondo de inversión y desde 2013 todos los lunes parte en tren hacia Madrid de donde regresa al final de la semana. «El concepto puede ser bueno pero está claro que el cambio lo ha diseñado alguien sentado en un despacho que no sabe cómo está Chamartín». Se refiere Javier a las obras de ampliación de esta estación para, entre otros proyectos, aumentar en dos, hasta ocho, las vías de ancho estándar (AVE) que en unos meses acogerán los trenes procedentes de Valencia y Castellón igual que ahora se está haciendo con los 18 convoyes diarios de Alicante, nueve en cada sentido. 

Solo cuatro, dos en cada sentido, mantienen la llegada y salida desde Atocha procedentes de Orihuela-Elche.Alicante, el mismo número que acogerá la estación del centro de la capital del corredor Madrid-Valencia-Castellón cuando se ejecute el cambio previsto para diciembre.

«Yo tengo la oficina por Velázquez y ahora me la tengo que jugar recorriendo toda la Castellana y rezando para que no haya atascos. Están gestionando el AVE como un tren de mercancías», resume este viajero para quien «cualquier capital de provincia tiene mejor estación que a la que ahora llegan los trenes de Alicante».

«Hemos pasado de la alta velocidad al trote de la burra, que al menos eso se note en el precio del billete y nos cueste menos», precisa Eva Serrano, que todas la semanas utiliza el corredor Alicante-Madrid por trabajo

Para Sergio Campos y Eva Navarro, dos alicantinos que trabajan en Merlin Properties, una de las principales compañías inmobiliarias españolas, el que a ellos el trabajo les quede más cerca de la nueva estación término no les impide ver las desventajas del cambio. «Yo gano algo tiempo pero en general a la gente le viene mejor Atocha», concreta Sergio quien añade que uno de sus hermanos, que también trabaja en la capital, tiene su oficina en Alcalá de Henares, mucho más accesible desde Atocha que desde Chamartín. 

A su compañera Eva, quien se buscó un piso a medio camino entre Atocha y su trabajo para poder dejar la maleta antes de llegar a la oficina, se le ha complicado un poco más la cosa. Aunque ella pone en foco en otra cosa: en una reducción del precio del billete proporcional al incremento del tiempo de viaje. «Si hemos pasado de la alta velocidad al trote de la burra, que al menos nos cueste menos», precisa. Y añade otra reivindicación: «una mejora en las Cercanías de Madrid que realmente las hagan operativas», apostilla.

Un ejecutivo usuario habitual de este corredor: «que no nos cuenten monsergas. Nos han fastidiado. Atocha está mucho mejor situada tanto a nivel turístico como profesional. En líneas generales Alicante ha salido perdiendo»

Otro directivo alicantino, que se define como «un usuario más que habitual de este corredor que lleva quince días sufriendo el cambio», no puede ser más claro en su análisis de la situación. «Que no nos cuenten monsergas. Nos han fastidiado. Atocha está mucho mejor situada tanto a nivel turístico como profesional. En líneas generales Alicante ha salido perdiendo. Aunque es cierto que se ha ganado en las conexiones con el norte y que para el transbordo entre Chamartín y Atocha salen trenes cada dos minutos y llegas en diez, luego no todo es tan rápido», matiza.

Pone también sobre el tapete, en cuanto a detrimento del servicio para Alicante, las conexiones con Andalucía. «Se mantienen los mismos horarios cuando ahora tienes que desplazarte desde Chamartín para poder pillar el tren en Atocha, con lo que te arriesgas a perderlo». Como ejemplo, la semana pasada, sin ir más lejos, otro ejecutivo alicantino confiesa que para volver de Málaga a Madrid y enlazar hacia Alicante tuvo optar por el avión y evitar así ese riesgo.

«Han desenchufado una máquina sin enchufar la otra», resume Barcala. «Y lo han hecho con la línea más rentable de toda España. Es el primer corredor que paga los ajustes. ¿Por qué Valencia no?», apostilla Mazón.

Para todos ellos sería importante que, como se ha anunciado, para finales de año aumentaran las frecuencias con Atocha de dos a cuatro en cada sentido. Una dualidad de estaciones a la que ahora hay que habituarse para evitar despistes como los que se están dando de ir a coger en Chamartín un tren que, en esa ocasión, salía de Atocha.

Entre otros usuarios habituales del tren en esta mañana de martes se encuentran el alcalde de Alicante, Luis Barcala, y el presidente de la Diputación, Carlos Mazón. Un comité del PP tiene la culpa. Ninguno asegura entender este cambio y menos que se haya hecho sin hablarlo antes con las instituciones que presiden ni con el sector turístico. «Ha desenchufado una máquina sin enchufar la otra», resume Barcala. «Y lo ha hecho con la línea más rentable de toda España. Es el primer corredor que paga los ajustes. ¿Por qué Valencia no?, apostilla Mazón. 

¿Los más contentos? Los taxistas habituales de la estación de Chamartín. Hasta en un 15% cifran el incremento de su negocio tras el cambio.