Fenómeno bumerán: Los hijos vuelven con sus parejas a casa de sus padres

Más de 169.000 jóvenes en la provincia de Alicante no se pueden independizar por la situación económica y un 12% de los que lo hacen acaban volviendo al hogar

Un doce por ciento de los jóvenes que se emancipan acaban volviendo al hogar familiar por dificultades económicas.

Un doce por ciento de los jóvenes que se emancipan acaban volviendo al hogar familiar por dificultades económicas. / AXEL ALVAREZ

J. A. Martínez

J. A. Martínez

Efecto bumerán. Tras haber conseguido que los hijos se independicen, muchos padres se están enfrentando a la situación de que no sólo éstos están teniendo que volver a hogar debido a la precaria situación económica, sino que también lo hacen acompañados de sus respectivas familias. Esto es, con su pareja y los hijos, en el caso de que los tengan. Un fenómeno al que cada vez más familias de la provincia de Alicante se están teniendo que enfrentar ante una perspectiva económica un tanto incierta.

El último informe del Observatorio de la Juventud situaba en los 29,8 años la edad de emancipación de los jóvenes en España, así como el del Eurostat. En Europa la media es de 26 años y medio. Hay más de 160.000 jóvenes que no se pueden independizar en la provincia de Alicante por falta de recursos económicos y la Comunidad Valenciana está a la cola del país en emancipación familiar. La tasa de emancipación ha caído hasta en cuatro puntos desde el inicio de la pandemia del covid en 2020, al bajar del 20,74%al 16,75%. En el 2020, la tasa de paro juvenil se elevó por encima del treinta por ciento.

Según un informe del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, un 12% de los que abandonan el hogar familiar acaban volviendo: Un 45,5% por la situación del mercado laboral, un 25,2% por el precio de la vivienda y un 16,7% por los alquileres. Aunque el citado informe es anterior a la pandemia del covid, muchas de estas causas se mantienen en la actualidad, ya que todos estos problemas se han acentuado. Algunos hogares se están encontrando con que no solo vuelven los hijos, lo hacen acompañados de sus parejas. Una situación que ya se ha detectado en el departamento de Sociología de la Universidad de Alicante (UA), aunque todavía no hay cifras sobre esta generación bumerán.

Un cartel reclamando personal en las puerta de un comercio de Benidorm.

Un cartel reclamando personal en las puerta de un comercio de Benidorm. / David Revenga

«Se nos iba todo en pagar el alquiler, el agua y la luz»

Con 23 años, Sergi y su novia se fueron a vivir juntos en un municipio al norte de la provincia de Alicante mientras compaginaban trabajo y estudios. A los seis meses han tenido que volver juntos a casa de sus padres, porque vieron que no lograban ahorrar nada y se les iba todo en pagar el alquiler, la luz y el agua y otros gastos. «Habíamos estado dos años buscando piso para empezar a vivir por nuestra cuenta, porque teníamos algo ahorrado y nos salía algún trabajo mientras terminábamos de estudiar», explicó. Sin embargo, a medida que iban pasando los meses se dieron cuenta de que no solo no estaban consiguiendo ahorrar nada, sino que estaban empezando a perder dinero. 

Salía más dinero de sus finanzas domésticas que el que entraba. «El piso tampoco era muy grande. De hecho, lo elegimos por eso, porque no queríamos uno que fuera demasiado grande», aseguró. El piso de cuarenta metros cuadrados pronto empezó a suponerles el pago de 500 euros al mes, más la luz y el agua y que abonaban entre los dos. «Tampoco tuvimos los ingresos que esperábamos», explicó.

Ante esta situación, decidieron tirar la toalla y volver a la casa de sus padres. Asegura que tampoco le ha supuesto una golpe muy duro este marcha atrás. «Mis padres y yo tenemos muy buena relación y yo siempre he estado cómodo en casa», explicó. «No hace mucha ilusión tener que dar un paso atrás, pero no estábamos cómodos sabiendo que perdíamos dinero», aseguró. Al fin y al cabo, según su opinión, el piso que estaban pagando tampoco valía tanto la pena como para dejar maltrechos los ahorros que habían ido consiguiendo reunir.

En este sentido, está convencido de que en cuanto empiecen a tener más ingresos será el momento de plantearse nuevamente el volver a intentar el vivir en solitario y quizá encontrar un piso un poco más grande que el que habían conseguido. 

De todas maneras, los sociólogos consultados por este diario señalan que hay diferencias entre los países del sur y del norte para estos retornados. En el sur europeo, los jóvenes que vuelven permanecen 4,6 años; en cambio, en el norte, esta duración también es menor, 2,5 años.

Para José Abdon Palma Durán, profesor asociado de Sociología de la UA y otros sociólogos consultados por este diario, el motivo de esta vuelta al hogar es claramente la coyuntura económica. "A raíz de la crisis de 2008, ya fueron muchos los jóvenes que tuvieron que volver a sus hogares. Estas circunstancias vuelven a repetirse tras el complicado panorama que ha ido surgiendo tras la pandemia, hace tres años, y ahora con la guerra de Ucrania, con la inflación disparada", señaló. A su juicio, la edad de emancipación en España es una de las más altas de Europa, aunque la resistencia a abandonar el hogar es algo más común en los países del sur de Europa. "Son países donde hay más inestabilidad laboral, salarios bajos y los precios de la vivienda están disparados", aseguró. Las hipotecas han subido hasta 200 euros más al mes.

De crisis en crisis

Hemos ido enganchando unas crisis con otras, la situación económica se ha complicado y a la gente no le ha dado tiempo a recuperarse”, aseguró a este diario Alba Navalón, profesora asociada del departamento de Sociología de la Universidad de Alicante.  Esta vuelta al nido genera situaciones que pueden suponer problemas de convivencia. "No se vuelve en las mismas condiciones. Los hijos pródigos vuelven más formados y se ha enfrentado a situaciones nuevas por los días de independencia que habían vivido. Pero también los padres habían ganado independencia y ellos también pierden algo", explicó.

A su juicio, no hay perspectiva de que esta situación vaya a cambiar a medio plazo y todo va a depender de que cambie la situación económica. "Se han aplicado por parte del Gobierno medidas para solventar la subida de tipos, pero no a todo el mundo les puede interesar acogerse a ellas", señaló Navalón. Para esta socióloga de la UA, de alguna manera se vuelve a un modelo de familia tradicional, presente durante mucho tiempo en el que convivían en el mismo hogar, matrimonio, hijos y abuelos. "Antes era una elección y ahora es una imposición por la situación económica que vivimos en el país", recalcó.

Estigma social

Para María Elena Fabregat, doctora en Sociología de la Salud y  especialista en Sociología de la Innovación, el regreso al nido de alguna manera se ve como una especie de fracaso social, aunque en los países del sur de Europa es algo mucho menos estigmatizado que en el norte y no todas sus consecuencias son necesariamente negativas. "Para los progenitores aumenta la responsabilidad y la idea de que igual han fallado como padres al no conseguir que sus hijos sean independientes", señaló. Pero por el lado de los hijos también puede haber "sensación de pérdida de independencia, de sentirse atrapados". El tener que pactar otra serie de cosas y normas de convivencia puede ser fuente de conflictos.

Los precios de las hipotecas y de los alquileres son otro de los motivos que frenan la emancipación de los jóvenes.

Los precios de las hipotecas y de los alquileres son otro de los motivos que frenan la emancipación de los jóvenes. / TONI GARRIGA

Sin embargo para Fabregat, "la cultura de la independencia ha cambiado. Los jóvenes se lo plantean y ya no tienen tan claro que sea algo bueno. La sociedad marca objetivos muy altos, hay mucho estrés en la vida diaria y ya empiezan a repensar si de verdad esa independencia propia se justifica", explica. Al final, para ella es una cuestión de valores. Sobre todo, considera que la perspectiva cambia cuando se tiene la perspectiva de que la situación por la que atraviesan "forma parte de un contexto más amplio y es algo que no se puede resolver individualmente". Y entre los efectos positivos citó el reforzamiento de las relaciones familiares.

En esta misma línea, Raúl Ruiz Callado, profesor titular del departamento de Sociología, incidió en que ante las variables de precariedad, había jóvenes que optaban por la confortabilidad del hogar paterno, tras valorar qué se gana y qué se pierde con esta vuelta al hogar. De todos modos, recordó que las circunstancias no son las mismas ahora que hace más de treinta años, incidiendo en que antes el independizarse iba asociado también a un contexto de libertad sexual. Sobre todo en el caso de las mujeres, donde a causa del sexismo del momento, no tenían libertad para poder mantener relaciones sexuales hasta que se marchaban de casa.