La sequía pone en jaque las cosechas de la provincia de Alicante

Los cereales son los cultivos que más sufren y ya ven peligrar hasta el 90% de su producción. Expertos de la UA advierten de que las previsiones de lluvia no son buenas y de que ahora es tarde para aportar soluciones

Un agricultor muestra cultivos de cereal completamente secos.

Un agricultor muestra cultivos de cereal completamente secos. / Juani Ruz

Alejandro J. Fuentes

Alejandro J. Fuentes

El inicio del 2023 está siendo demoledor para los cultivos de la provincia, especialmente para los de secano, como los cereales, almendros y olivos. Los agricultores advierten de que algunas cosechas ya han perdido hasta el 90% de su producción, mientras que los expertos aseguran que no hay previsión de que las lluvias vayan a revertir la situación próximamente.

El primer trimestre del año ha sido uno de los más secos en las comarcas del centro y el sur de la provincia desde que hay registro meteorológico homologado. El norte, sin embargo, "escapa" ligeramente de la estadística gracias a las lluvias de febrero, que permiten reducir el grado de sequía en la zona.

Según los datos del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante, los primeros tres meses de 2023 registraron 13 litros de lluvia por metro cuadrado en la capital de la provincia, 8 en Elche, 10 en Villena, 27 en Benidorm, 28 en Orihuela, 45 en Alcoy y 200 en Pego.

Unas cifras que, para Jorge Olcina -director del laboratorio- son "totalmente insuficientes para generar reservas" y que contrastan con lo ocurrido hace justo un años, cuando el 2022 registró uno de los comienzos de la primavera más lluviosos de las últimas décadas.

Restos de cereales secos en campos de la provincia.

Restos de cereales secos en campos de la provincia. / INFORMACIÓN

En cuanto a las previsiones, Olcina señala que "no son nada favorables", ya que los modelos previstos para primavera y verano están señalando "muy poca lluvia en todo el Mediterráneo", por lo que no se esperan precipitaciones que puedan revertir la alarmante situación en el corto ni en el medio plazo. Sobre el otoño, el director del Laboratorio de Climatología señala que "hay que confiar en que sea lluvioso", aunque de una forma "sensata, sin torrenciales que causen daño".

La situación, en caso de prolongarse, provocará "daños importantes en los cultivos agrarios", especialmente en los de secano. Además, aunque advierte de que "en poco tiempo tendrán que activarse restricciones de agua" en el regadío, señala que el consumo humano está garantizado sin poner en riesgo la temporada turística.

La peor parte de las condiciones climatológicas del inicio del año la están sufriendo los cultivos de cereal. Según Ricardo Ferri, vocal de ASAJA, la cosecha de este tipo de cultivos "está prácticamente perdida al 90%".

Un dato "irrecuperable" aunque cayesen fuertes lluvias a partir de mañana, ya que gran parte de los cultivos ya se han echado a perder. Este problema, señala Ferri, afecta especialmente a los campos de trigo, cebada o avena en zonas como L'Alcoià y El Comptat.

Ricardo Ferri en un campo de L'Alcoià.

Ricardo Ferri en un campo de L'Alcoià. / JUANI RUZ

"Este conflicto se junta con el de las condiciones necesarias para solicitar las ayudas de Europa" ya que, para poder llevar a cabo la rotación de cultivos, "tenemos que destinar al menos en torno a un 30% al girasol", que tendría que estar plantándose en la época actual. Sin embargo, Ferri destaca que "la tierra presenta un aspecto muy seco y no se puede sembrar porque las plantas no nacerían".

El agricultor lamenta que, hasta el momento, "todo lo que hemos invertido tanto en semillas, plantación, abonos... ya no lo vamos a recuperar, es dinero perdido".

Uva de mesa

La situación también comienza a ser preocupante para los regantes del Júcar-Vinalopó. El presidente de la Junta Central de Regantes del Vinalopó, L'Alacantí y el Consorcio de Aguas de la Marina Baja, Ángel Urbina, advierte de que en la parte norte de la provincia "hace prácticamente un año que no ha llovido", lo que conlleva un gran incremento del regadío.

Para Urbina es imprescindible abordar la llegada de agua trasvasada en mayo o junio, ya que, de lo contrario, "el drama que puede experimentar el campo es inmenso".

En cultivos como la uva de mesa, el presidente de la Junta Central estima que los daños podrían afectar al 30 o el 40% de la cosecha. Además, si no llega el agua, asegura que el conflicto se hará extensivo a otros cultivos que no podrán ser sembrados.

Su homólogo en del Tajo-Segura, Lucas Jiménez, se muestra algo más cauto y sostiene que "de momento vamos saliendo del paso", aunque reconoce que en junio "probablemente aumente el nivel de alerta y entonces dependeremos de lo que decida la ministra".

Jiménez destaca que algunas zonas como el entorno del embalse de La Pedrera -actualmente al 26% de su capacidad- están sufriendo en mayor medida las consecuencias de la sequía y coincide en que, por el momento, no hay previsiones de lluvia, por lo que se prevé un verano especialmente duro.

Problemas de futuro

Las consecuencias de estos meses sin precipitaciones pueden extenderse más allá del verano. El presidente de ASAJA Alicante, José Vicente Andreu, asegura que los agricultores alicantinos están viviendo la situación "con enorme preocupación".

En casos como en el del almendro, sostiene que "la cosecha ya se puede dar por perdida" y que, lo único positivo, sería "poder salvar los árboles para el próximo año". Algo que en muchas zonas sostiene que no será factible.

Andreu señala que la sequía está afectando también al final de la temporada de hortalizas de invierno, como la alcachofa, que habitualmente "se recolecta casi hasta finales de abril" y que, en 2023, "está prácticamente agotada ya".

El presidente de los agricultores alicantinos estima que la próxima cosecha de hortalizas en verano "será muy complicada" porque, actualmente, "estamos consumiendo más agua de lo que sería normal en esta época". Unas circunstancias que imposibilitan la acumulación de reservas hídricas y pueden complicar la temporada de otoño-invierno: "La cosecha actual está floreciendo, por lo que habrá que regar mucho, y eso pone en duda si tendremos agua suficiente para comenzar a regar en otoño y en invierno".

Sin soluciones

Por lo que respecta a la forma de resolver este problema, los agricultores coinciden en que, a corto plazo, no hay más opciones que mirar al cielo. Si no llegan lluvias en las próximas semanas, las consecuencias para la cosecha serán "absolutamente devastadoras".

En este sentido, Jorge Olcina lamenta que "ahora ya es tarde" para soluciones, puesto que estas deben plantearse y desarrollarse "en años de normalidad de lluvias".

A largo plazo, considera necesario "desarrollar actuaciones que garanticen los recursos suficientes para todas las demandas de la provincia", aunque en el contexto actual de cambio climático "se debe ir pensando en planes alternativos que complementen el modelo hídrico actual".