Villafranqueza, el barrio apartado y olvidado de Alicante

Los vecinos lamentan las bajas inversiones en la zona | El polideportivo o la zona de la Ermita de Sant Antoni presentan claros signos de abandono

La fuente de la ermita de Villafranqueza, vallada tras las grietas que le surgieron.

La fuente de la ermita de Villafranqueza, vallada tras las grietas que le surgieron. / HÉCTOR FUENTES

Alberto Losa

Alberto Losa

Los vecinos de Villafranqueza están apartados del día a día de la ciudad. Su peculiar ubicación, casi más cercana a San Vicente del Raspeig que a casi cualquier otro barrio de Alicante, les hace sentirse "olvidados" por la administración pública. Tanto es así que, aseguran, hace más de 25 años que no reciben una inversión seria, lamentan. Entonces recibieron un pequeño centro de salud, biblioteca y un local para las personas de la tercera edad. Ahora, necesitan otras mejoras, como la del polideportivo o la atención a sus centros de educación públicos que no llegan.

José Francisco Pascual es el presidente de la Asociación de Vecinos de Villafranqueza-El Palamó: "Desde hace 25 años no se ha hecho nada. Cuando digo nada, es nada", señala. El representante vecinal asegura que "desde que está el registro telemático [del Ayuntamiento de Alicante] habré presentado 40 peticiones de reclamaciones e incidencias y, lo normal, es que no contesten a ninguna. Funciona así. Yo entro al listado y tengo cada año el montón de peticiones al que no hacen ni caso".

Las instalaciones que ya tienen, de hecho, dejan claro su deterioro. Desde la fuente que hay frente a la Ermita de Sant Antoni al parque infantil pasando por su colegio, el estado de las infraestructuras muestra a las claras su falta de cuidado.

"Villafranqueza no tiene comercio, no tiene industria. Cuando desaparecen los bares es porque no hay negocios"

José Francisco Pascual

— Presidente de la Asociación de Vecinos de Villafranqueza

Unos problemas que se suman al de la falta de comercio, cuyos locales se pueden contar prácticamente con los dedos de las manos: una frutería, una tienda, una carnicería, un bar y pocos negocios más: "Villafranqueza no tiene industria, no tiene comercio. Hay un salón de juegos, eso sí, pero cuando desaparecen los bares es porque no hay negocios", explica Pascual. La solución, considera, pasa por el rejuvenecimiento de la zona, una tarea complicada pero que desde la asociación vecinal consideran que tiene una vía: la conexión de la línea 13 del autobús con San Vicente del Raspeig y la Universidad: "Hay un montón de viviendas cerradas. El estudiante tiene una economía bastante ajustada y por lo que en San Vicente pagan 800 o 900 euros de alquiler, aquí en Villafranqueza hay casas iguales por la mitad de precio. Si el autobús llegara a la Universidad los estudiantes bajarían aquí. Y el estudiante compra en la tienda del barrio, aunque sea una pizza, y va al bar a tomarse unas cañas", expresa el representante de la asociación.

Villafranqueza es una zona en la que apenas hay comercio.

Villafranqueza es una zona en la que apenas hay comercio. / HÉCTOR FUENTES

No solo los jóvenes sufren esta desconexión, también los vecinos que no cuentan con transporte privado. Aquellos a quienes les envían a los especialistas en San Vicente, Babel o el Hospital de Sant Joan, requieren de una conexión de más de una hora: "Tampoco hay bancos, hay que ir andando hasta los Girasoles. Nos tratan como al pueblo galo de Astérix, estamos rodeados por la autovía y aquí dejarán que nos muramos", apunta Pascual.

Las deficiencias de Villafranqueza se extienden al polideportivo, que lleva años necesitando una renovación. Las redes de sus porterías son casi inexistentes y el suelo se encuentra agrietado, pero sin duda uno de los elementos que más llaman la atención a los residentes es su extraña pista de atletismo, que no forma un óvalo y ni siquiera forma un circuito completo, sino que inicio y fin no tocan, haciendo una especie de letra 'u' en el diseño de la misma.

Deterioro

El deterioro es palpable en varios de los hitos de la barriada. Uno de ellos es la fuente que hay frente a la Ermita de Sant Antoni, vallada después de unas obras que salieron mal, según aseguran los vecinos: "El vaso se hizo mal y el forjado ha reventado el cemento. Está seca y abandonada", lamenta el presidente de la asociación vecinal. También en el parque infantil de la misma plaza se aprecia el deterioro a causa del paso del tiempo, además de las grietas en el hormigón del paseo.

El polideportivo de Villafranqueza, en estado de deterioro.

El polideportivo de Villafranqueza, en estado de deterioro. / HÉCTOR FUENTES

"Mi sorpresa es que dijeron que iban a arreglarlo todo. Entonces veo que arreglan el asfaltado, pero ni la fuente ni el parque, cuando el asfaltado no hace tanta falta. Y luego veo la pérgola aquella", explica Pascual en referencia a la polémica construcción que se hizo en la Ermita, un Bien de Relevancia Local protegido. La ermita está incluida con la ficha C40 en el Catálogo de Protecciones de Alicante, que reconoce su valor histórico y paisajístico así como la protección del entorno del bien protegido en el artículo 3 de la norma de este catálogo, que determina que es la administración quien debe tutelar este entorno a fin de que las intervenciones que se proyecten en él no afecten a la percepción del bien protegido y sus valores. Sin embargo, allí se instaló una pérgola que no tenía los informes de Cultura necesarios: "No hay proyecto, lo han hecho todo así. Y encima están quitando la pérgola".

Los vecinos lamentan la falta de atención del barrio y consideran que desde las administraciones no hay un interés real por incentivar Villafranqueza: "El centro cívico, que es un edificio protegido del XVIII, es municipal. Tiene muchas deficiencias. Cuando se lo presentamos al concejal de Urbanismo, nos dijeron que querían remodelar todo el centro. No queríamos tanto y ahora vamos a tener menos espacio del que teníamos. No piensan en lo práctico, gobiernan a espaldas de las necesidades de los ciudadanos", explica Pascual.

El representante vecinal también considera que las propias juntas de distrito pierden en ocasiones su sentido: "Soy vocal en la Junta de Distrito número 2 y solo ha valido para aprobar veladores. Todas las obras e inversiones se tienen que informar, no dar permiso, pero informar a la Junta de Distrito para que estemos enterados y si algo va en contra de los ciudadanos se haga saber, pero la Junta de Distrito no vale para nada", lamenta.