Dos estudiantes alicantinos, testigos de las revueltas en Senegal
Los jóvenes, que viajaron durante 15 días como cooperantes, permanecieron varios días bloqueados en el aeropuerto hasta que pudieron salir
Formaban parte de un grupo de 140 menores que intentaron huir a Gambia pero se vieron atrapados por barricadas hechas con árboles en la carretera
"La sensación no fue de miedo sino de tristeza por tener que irnos", afirma Javier Pérez, alumno del colegio Jesús María de Alicante que, junto a su compañera Claudia Bernabeu, viajaron como cooperantes a Senegal y Gambia, junto a otros 140 menores de todo el país, en el marco del proyecto "España rumbo al sur 2023".
Una aventura que nunca olvidarán pero que terminó antes de lo previsto al verse bloqueados por las revueltas políticas en Senegal. La estudiante señala por su parte que "a pesar de todo ha sido increíble y volvería a intentarlo si pudiera".
El grupo tuvo que volver antes de tiempo tras pasar varios días en un aeropuerto después de que fracasase su intento de salir hacia Gambia. Se encontraron con barricadas de troncos de árbol en la carretera pero al final pudieron coger el avión sin problemas y ya están en casa sanos y salvos.
Estando el grupo ya en Senegal, el gobierno del país ilegalizó y disolvió por decreto al principal partido de la oposición, y detuvo a su principal líder, Ousmane Sonko. El afectado inició una huelga de hambre y sus seguidores comenzaron una revuelta que ha causado víctimas.
Tal y como cuentan, iniciaron la expedición aterrizando en el aeropuerto de Dakar. Estuvieron en varios puntos del país realizando distintas actividades, entre ellos en un centro de Don Bosco y luego en la región de Tambacounda, con un grupo de niños locales.
El momento clave se produjo al llegar a una zona de playa, hasta donde viajaron para colaborar con unas salesianas, donde iban a permanecer varios días. "Estando allí se celebró el juicio al opositor. El día anterior ya hubo disturbios en las calles y cuando le encarcelaron e ilegalizaron su partido político se lío gorda", explica Javier.
"De un día para otro uno de los impulsores del proyecto Rumbo al Sur dijo que teníamos que marcharnos. Fue muy complicado movernos. Intentamos cruzar a Gambia -era su siguiente destino- para dejar el conflicto de lado pero fue imposible". Claudia detalla que era un viaje de 4 horas pero a la mitad ya se encontraron con las barricadas.
"Íbamos en autobuses del Gobierno y el pueblo iba contra ellos así que tuvimos que cambiar de bus pero nos encontramos con tres barricadas de árboles y dimos la vuelta. Estuvimos encerrados en un paraíso espectacular durante cinco días"
"Íbamos en autobuses del Gobierno y el pueblo iba contra ellos así que tuvimos que cambiar de bus pero nos encontramos con tres barricadas de árboles y dimos la vuelta. Estuvimos encerrados en un paraíso espectacular durante cinco días", abunda Javier.
En avión
Al final se planteó la opción de abandonar el país en avión así que trasladaron al grupo a un aeropuerto, situado a unos 20 minutos.
"Vinieron de la embajada de España, también el Ejército español, que está allí y nos trajeron agua y comida. Además, habilitaron una zona para nosotros en la parte de la terminal que se usa cuando peregrinan a La Meca"
"Tardaron en llevarnos a todos tres o cuatro días. Vinieron de la embajada de España, también el Ejército español, que está allí y nos trajeron agua y comida. Además, habilitaron una zona para nosotros en la parte de la terminal que se usa cuando peregrinan a La Meca". También fueron médicos aparte de los que llevaba el grupo. Según explica Claudia, volaron de Cabo Skirring por grupos a Dakar y desde allí a España.
Aunque Javier abandonó el aeropuerto en uno de los últimos grupos, afirma que no sintió miedo porque la organización lleva 20 años haciendo viajes solidarios y está preparada "al 100%".
De su aventura, se queda con los compañeros y con la gente local y la felicidad que sienten con cosas que en España son muy básicas para la vida. "Allí el agua es un lujo y también tener un techo para dormir. Siempre tienen una sonrisa de oreja a oreja". Afirma que su vía de escape es el deporte, que se juega mucho al fútbol y que para cualquier niño local una simple camiseta es un tesoro.
"Estaba todo controlado y vigilado, vino el Ejército español, que tiene una sede en Dakar, y ni miedo ni sensación de peligro. Ha sido una experiencia en la vida única, e increíble. Así lo definiría. No hay palabras".
En el caso de la estudiante alicantina, pese a que perdieron casi una semana de labor cooperante, ha vuelto fascinada. "Recorrimos el país de este a oeste, luego fuimos al sur, vimos varias ciudades, colegios, aldeas...Conocimos parte del país y su cultura". También se sintió segura: "estaba todo controlado y vigilado, vino el Ejército español, que tiene una sede en Dakar, y ni miedo ni sensación de peligro. Ha sido una experiencia en la vida única, e increíble. Así lo definiría. No hay palabras".
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