Entrevista | Manuel Montalbán Psicoanalista

«Hay algo de la cultura internacional del éxito, el poder y el dominio que se transmite sin filtro a los jóvenes»

El también catedrático de Antropología Social en la Universidad de Málaga, ofrece mañana en el Club INFORMACIÓN de Alicante (20 horas) la charla «Deseo y muerte en el imaginario contemporáneo»

Presenta el acto, organizado por el Instituto del Campo Freudiano, la psicoanalista en Alicante Ruth Pinkasz

Manuel Montalbán, protagonista de la charla coloquio de mañana en el Club INFORMACIÓN (20 horas)

Manuel Montalbán, protagonista de la charla coloquio de mañana en el Club INFORMACIÓN (20 horas) / INFORMACIÓN

J. Hernández

J. Hernández

Manuel Montalbán es miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis y, como antropólogo, tiene una visión combinatoria de la influencia mundial recíproca entre ambas especialidades. Además, atiende pacientes en consulta.

¿En qué consiste su intervención en el Club INFORMACIÓN?

Según lo que he comentado con mis colegas de Alicante, se trata de actualizar el debate de qué puede aportar el psicoanálisis a toda una serie de problemas y retos contemporáneos. La idea es ver un poco el imaginario colectivo global que hay hoy en día, que se extiende muy rápidamente a través de lo audiovisual y de las redes sociales. Hay una especie de capa imaginaria que compartimos y que identificamos enseguida. Uno entra en TikTok o ve cualquier serie, y hay una fortísima identificación de valores y características. Ese es el escenario global.

¿Qué retos presenta?

Estudio y me centro mucho en la relación entre Oriente y Occidente en la época contemporánea. Me interesa mucho cómo ha ido creciendo el imaginario oriental entre nuestras sociedades, con una gran influencia en la música juvenil y lo audiovisual, sobre todo de la cultura japonesa y de la coreana, que son las que se expanden con más rapidez. No hay más que asomarse a las plataformas para ver la cantidad de series coreanas.

"La cultura japonesa y la coreana tienen una gran influencia en la música juvenil y lo audiovisual"

¿Ese diálogo entre Oriente y Occidente qué supone?

Actualiza cosas como la aportación de Freud y de Lacan. Hay mucho interés en alguna de estas obras, en el cine o en las series, sobre las ideas del inconsciente, de la fusión de muerte, del deseo. He cogido «El juego del calamar», que ha sido un hito para los 'seriófilos', y que sigue teniendo muchas visualizaciones; y en el imaginario colectivo tiene reflejo en Halloween, en las fiestas de disfraces de los colegios...El tema de los uniformes, de los vigilantes, en esa especie de campo de concentración contemporáneo que se plantea en el juego. Esas culturas influyen cada vez más en Occidente pero recurren para ello al apropiacionismo, a muchos debates filosóficos que no son de tradición oriental sino más bien occidentales. Lo que hacen es una lectura, una traducción, un viaje de ida y vuelta, y se apropian de la historia del psicoanálisis. En esas series se confrontan dos conceptos muy freudianos que el psicoanalista francés Lacan retoma, y son los conceptos de deseo y satisfacción. El deseo es un motor de vida y hay otro concepto que suele confundirse socialmente, el de demanda. Si los confundimos, el deseo se convierte en una dinámica de colmarlo, y si se colma deja de ser deseo. No se lleva bien con el consumo, queda mucho más ligado a la invención, a la creación vital, a algo que nunca va a estar satisfecho, y ahí surge su capacidad creativa. 

¿Cómo se refleja en el juego?

En la serie se ve muy bien cómo al confundir deseo y demanda cuando uno consigue objetos importantes, porque en el juego se lucha por un premio monetario, la demanda sigue pidiéndote cosas porque es infinita. El deseo cae y te planteas el sentido de la vida. La moraleja es que colmarse no es vivir mejor, esto también aparece como hipótesis en la película coreana «Parásitos», que obtuvo bastantes premios. Ahí está el juego, de qué manera en Oriente se está leyendo esto y cómo puede entrar en debate con la filosofía de divulgación en Occidente.

"La moraleja es que colmarse no es vivir mejor, esto también aparece como hipótesis en la película coreana «Parásitos»"

Como psicoanalista que ejerce y tiene consulta, ¿cómo está viendo el auge de los problemas de salud mental y que se estén visibilizando?

Realmente hay una mayor visibilidad de la salud mental. Está claro y se están venciendo muchos prejuicios al respecto, pero hay varias maneras de ver esta cuestión. Una de ellas es el etiquetaje de los problemas de salud mental. Eso tiene una ventaja inicial, que es la de identificarlo, darle una potencia en los medios, pero por otra parte tiene un hándicap. Cuando uno se identifica muy fuerte, salir de ahí también es muy complicado. A la consulta nos llegan muchas veces pacientes con una etiqueta muy sólida, ligada a una definición orgánica de lo que es la enfermedad mental, no a una definición psicosocial.

"Es muy interesante que los medios se hagan eco y que eso venza el estereotipo frente a la salud mental pero por otro está el inconveniente de que la gente llega a la consulta muy identificada a su etiqueta"

¿Esto qué supone?

La definición orgánica busca rápidamente resolver el problema con el fármaco, con la medicación, y se olvida de toda una tarea subjetiva, de reconstrucción, de suplencia de lo que a uno le falta, que es un enfoque mucho más psicosocial, que es el que se enlazaría con el psiconálisis. Por una parte es muy interesante que los medios se hagan eco y que eso venza el estereotipo frente a la salud mental pero por otro está el inconveniente de que la gente llega a la consulta muy identificada a su etiqueta y ese es un punto de partida. Eso hay que deconstruirlo porque cada cual vive su enfermedad mental de una manera diferente y la solución personal y singular, de cada cual para superar eso, también es distinta.

¿Por qué cree que hay tantos casos de jóvenes que se autolesionan o se intentan suicidar?

Está en relación a lo que estábamos comentando. Hay una presión social importante a comulgar con una serie de lenguajes y discursos emergentes entre los jóvenes; que son discursos de potencia, de poder, de dominación. No hay más que ver los temas de bullying, de acoso sexual entre los jóvenes, los intentos de abusos sexuales...Hay algo de la cultura internacional o de la cultura adulta que se está transmitiendo sin mucho filtro a los jóvenes. Eso creo que es importante, que es una cultura que no está bien digerida, que no está bien transmitida, es una cultura del éxito, del poder, del dominio, y el que queda fuera de eso en una época tan sensible como es el cambio de la infancia a la adolescencia, el que es vulnerable, queda muy en riesgo, porque no se consigue subir al carro de ese dominio. Cuando uno no resuelve esto y no consigue enlazarse con esa manera de vínculo social, la exclusión es muy complicada. Cuando es una exclusión tan limitante y excluyente, uno se ve muy solo, y uno se ve sin salida.

"Hay una presión social importante a comulgar con una serie de lenguajes y discursos emergentes entre los jóvenes; de potencia, de poder, de dominación. No hay más que ver los temas de bullying, de acoso sexual entre los jóvenes, los intentos de abusos sexuales"

¿Qué se puede hacer?

Creo que esas son unas coordenadas para que nos planteemos la vulnerabilidad que hay hoy en día. La dificultad de integración que hay hoy en día. No hay un discurso vehicular y empático suficientemente amplio como para acoger al diferente. Eso es importante, la falta de recursos simbólicos para superar una situación de exclusión, y ante eso se asoma uno metafóricamente desde un rascacielos a un agujero. Esto puede ayudar a comprender un poco la cuestión.