Los mercados de Alicante apuestan por el «gourmet»

Dieciocho puestos de los centros de abastos son ya locales de hostelería, que utilizan producto fresco de los puestos en sus tapas

Los comerciantes destacan las posibilidades para atraer gente joven que pueda convertirse en cliente de los puestos tradicionales

Un grupo de personas, en la barra de un bar de Benalúa.

Un grupo de personas, en la barra de un bar de Benalúa. / Alex Domínguez

Alberto Losa

Alberto Losa

Los mercados municipales de Alicante apuestan cada vez más por el «gourmet». El Mercado Central, el de Benalúa y el de Carolinas ya cuentan con, al menos, un local de este tipo, mientras que en Babel los comerciantes consideran que sería positivo que se abriera un puesto así que acompañara a la cafetería.

En total son dieciocho los locales de restauración o cafetería distribuidos entre los cuatro mercados, de los cuales doce están en el Central, tres en Benalúa, dos en Carolinas y uno en Babel. Una cifra que va en aumento, ya que desde la Asociación de Comerciantes de los Mercados Municipales estiman que un tercio de ellos han abierto en los últimos dos años.

Su presidente, Paco Alemañ, resalta los aspectos positivos de estos negocios para los centros de abastos locales: «Lo bueno de esta nueva oferta es que viene gente que igual nunca se había acercado a los mercados. El cliente del mercado es un público fiel y consolidado, pero hay otro para el que acercarse al mercado es ir descubriendo un mundo».

Alemañ añade que entre los comerciantes tradicionales y los hosteleros se produce «una sinergia», aunque subraya que la esencia de los mercados sigue siendo «la venta del producto fresco».

Una opinión compartida por hosteleros y comerciantes, como Sergio Pérez, que abrió un bar en el Mercado de Carolinas el pasado junio: «Creo que podemos hacer que la media de edad de la gente que viene a comprar baje. Ahora viene gente de sesenta, setenta u ochenta años. Si conseguimos que vengan también los de treinta, cuarenta o cincuenta, se amplía mucho el rango de edad y da algo de proyección al mercado para el futuro», señala el hostelero de Carolinas.

Algunos de los comerciantes de puestos tradicionales, como Daniel Corrales, que regenta una tienda de encurtidos, también se pronuncian en esta línea: «Nuestra clientela base es de gente mayor y tiende cada vez a comprar menos aquí e ir más al supermercado. Si conseguimos traer a gente joven, eso cambia. Este pasillo —prosigue el comerciante— había estado durante dos años con todo cerrado. Ahora hay gente que viene el fin de semana por el bar y nos compra a nosotros y gente que viene a comprarnos y luego se toma algo en el bar. Salimos ganando todo», apunta Corrales, cuyo puesto se ubica junto al bar de Pérez.

Una vermutería  en el Mercado Central.

Una vermutería en el Mercado Central. / Alex Domínguez

Esta revitalización de algunos pasillos de los diferentes mercados es otro de los aspectos que ponen en valor tanto comerciantes tradicionales como hosteleros. Algo que ha sucedido en especial en el Central, como relata Daniel Alonso, que regenta uno de los bares del céntrico mercado: «Cuando abrí el bar esta calle estaba muerta y ahora se ha revitalizado un poco. Creo que lo positivo y lo divertido de esto es que es un mercado y no solo un sitio de hostelería. Y los sábados esto es una locura», destaca el propietario del bar.

Una opinión que comparte Yazmina Belmar, también hostelera del Mercado Central: «Considero que el nuevo enfoque es bueno porque se pone en valor la calidad del mercado. Los sábados es habitual que vengan grupos que quedan para hacer la ruta por los puestos, compran y luego hacen la paradita con nosotros», explica la hostelera. Belmar apunta que el único, pero es la poca libertad que se da para poder poner alguna mesa: «Sería bueno que nos dejaran un poco más de libertad para poner más mesas, que nos dejaran trabajar. Si a mí me vienen siete personas ya no tengo más espacio», lamenta.

Una crítica que también reseñan desde otros bares y cafeterías, como señala el hostelero Joaquín Valencoso: «El problema es que el Ayuntamiento no nos deja horarios más flexibles ni nos ponen facilidades para poner una mesa. Igual que los bares de fuera pagan por la terraza, ¿por qué no podemos nosotros pagar por poner una mesa? Podríamos dar un mejor servicio a la gente, sobre todo a las horas en las que el mercado ya prácticamente ha cerrado, a partir de las 13 horas», considera el propietario de una cafetería en el Mercado Central.

El mercado que menos hostelería tiene es el de Babel, aunque comerciantes como Beatriz Pérez, que regenta una pescadería, opina que sería oportuno que estén: «Este mercado está un poco olvidado. El párquin lo ocupan los que van a los juzgados y no ha habido las reformas de otros sitios. En Benalúa ya están estos sitios tipo ‘gourmet’ y sería bueno que se abrieran también aquí».

Aunque no todos los comerciantes ven el aspecto positivo, las críticas son mínimas. Quienes no consideran que el «boom» de la hostelería en los mercados les beneficia, tampoco piensan que les perjudica, como señala Juan Manuel Aracil, que regenta una frutería del Mercado Central: «Es una oferta distinta. Perjudicar, desde luego, no perjudica. Es verdad que algunos vienen, hacen la compra y se toman su cerveza, pero la mayoría van directamente al bar. No se nota excesivamente. Es una oferta distinta, independiente», opina el comerciante.

El Ayuntamiento tiene a prueba desde este mes un nuevo horario en el Mercado de Benalúa con el objetivo de probar su efectividad tanto en la hostelería como en el resto de comercios. El centro de abastos está abierto de 8 a 17 horas, dando margen a que los bares y cafeterías puedan dar un servicio de comidas.

Ganancia mutua

En este sentido, algunos hosteleros consideran que estas acciones también sirven para poner en valor el producto fresco de los mercados, como opina Sergio Pérez: «Nosotros queremos dar un paso más allá y preparar producto del mercado, dejando también dinero en él. Damos la opción de que se pueda comprar un producto en el mercado y nosotros podamos hacerlo, como el descorche de una botella. De forma que el mercado gane con nosotros y nosotros con el mercado».

Algunos hosteleros, como José Casas, que regenta un bar «gourmet» en Benalúa, consideran que el test es positivo: «La prueba es perfecta para nosotros. Nosotros llevamos un año y medio y ya estábamos al final hasta las 17 horas. Yo tengo una pescadería también y ahí la gente está acostumbrada a venir por la mañana y tiene la concepción de que cuanto más tarde es, menos fresco está el género. Lo que sí va a pasar es que el mercado va a hacer una transición hacia el ‘gourmet’ y ahí sí tiene sentido el cambio de horario».

La concejala de Mercados, Lidia López, apuntó esta semana que el objetivo era que el nuevo horario se llevara a cabo en los cuatro centros de abastos: «Nuestro objetivo es llevar a cabo la ampliación de horarios en todos los mercados y vamos a iniciar este año los trámites para modernizar y mejorar nuestra ordenanza municipal».