Un joven de Alicante muestra algo que hacía de niño y acaba rescatando el recuerdo de miles de personas

El autor comparte en su publicación lo que solía hacer con un juguete presente en todos los hogares y su historia se convierte en un enorme fenómeno viral

Venta de juguetes de cara a la Navidad en los grandes almacenes. /

Venta de juguetes de cara a la Navidad en los grandes almacenes. /

Una imagen que refleja una parte de la infancia de todos. ¿O de casi todos? Un joven de Alicante ha compartido una curiosa publicación en su perfil de Twitter, una red social en la que de vez en cuando se descubren verdades ignoradas hasta la fecha. Instantes de la vida que siempre han estado ahí, pero que nunca se ha reparado en ellos, seguramente por su escasa relevancia. Una de esas mal llamadas chorradas que a priori carecen de valor, pero que pueden ser la llave a un recuerdo que comparten miles de personas.

Ahora, ese recuerdo, que ha estado perdido en el infinito baúl de la mente, ha sido rescatado por el usuario de Twitter @marcxssm. A este joven alicantino le han valido un par de frases y otro de imágenes para traer al presente un trozo de la infancia de unos cuantas personas (tantas como interacciones acumula el tuit: más de 70.000).

La niñez es la etapa de la vida que la memoria suele tratar con más cariño. Es difícil no sentir nostalgia por los momentos vividos, por la inocencia sentida, por aquellos juguetes con los que se compartieron tantas historias que no fueron escritas. Toda persona guarda un hueco honorífico en sus recuerdos para esa figura, juego o muñeca que tanta felicidad fue capaz de dar. Sin embargo, existe una infinita galería de olvidados, juguetes que cumplieron su cometido de una manera fría: ser un pasatiempo, y ya. No provocaban emoción y nunca tuvieron el privilegio de ser el ojito derecho de los más pequeños.

Uno de los grandes iconos de estos artículos infantiles para los que se podría crear la categoría de "juguetes que todos tuvimos, pero que nunca hicimos mucho caso", es sin duda la pizarra magnética, que es la gran protagonista de esta efeméride tuitera. Este lienzo de dibujo artificial se ha colado en todas las casas durante años, quizá más por ser un regalo fácil que por el deseo de un niño de tenerla en sus manos. Su lápiz sujeto a una cuerda define a la perfección sus propios límites y no es rival ante la sociedad formada por varios lápices de colores y un folio en blanco (no digamos ya ante la combinación de una pizarra de verdad y varias tizas).

Cierto es que la pizarra magnética tiene sus ventajas, no deja rastro ni manchas, pero la precisión que ofrece para dibujar es tan pobre que acaba aburriendo a cualquier niño, frustrado ante el deseo de querer plasmar algo en el blanco que no coincide con lo que se acaba creando. Y no hablemos del sistema de borrado, si quieres corregir algo, es muy probable que te toque eliminar todo el dibujo. Vaya gracia.

Este cúmulo de aspectos mejorables solía (y suele) tener siempre el mismo final. El niño suelta toda su energía en un acto casi involuntario provocado por la rabia de ver que la pizarra magnética es incapaz de plasmar lo que hay en su imaginación. Resultado: la superficie se convierte en una batalla de la luz contra las tinieblas. Todos los centímetros cuadrados de la luminosa pantalla acaban siendo devorados por el violento trazo del lápiz, cuya oscura tonalidad invade hasta el último rincón de la pizarra. Una vez, se ha cubierto toda la pantalla, se hace uso de la palanca deslizante que sirve para borrar y la pizarra vuelve a su aspecto original.

Este trivial momento de la infancia es posible que sea uno de los primeros encuentros que un niño tiene con el estrés forma parte, como ha demostrado el usuario @marcxssm, del archivo personal de miles de personas. El joven alicantino responsable de la publicación ha rescatado un recuerdo que estaba cogiendo polvo, como un juguete sin usar en el interior de una caja, pero que ahora ha sido desenterrado de una forma tan original que ha sido premiada con una más que merecida viralidad.