MEMORIA DEMOCRÁTICA
Matemáticas contra los nazis: los 7 espías republicanos que hackearon la máquina de Hitler
Una ponencia de la UPV recuerda la figura de Antonio Camazón y el otros seis criptógrafos españoles reclutados por la resistencia francesa para desencriptar los mensajes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial
"Fueron los primeros en escuchar que ordenaban matar a miles de judíos en campos de concentración", explica la matemática Paz Jiménez
Antonio Camazón (1901-1982) vivió y murió como un fantasma. Aunque él era un espía. Es posible que el nombre de este criptógrafo no les suene, pero su figura fue tan importante como las armas o los ejércitos en la Segunda Guerra Mundial. Camazón dirigió el "Grupo D", un comando de criptógrafos dedicados a desencriptar las comunicaciones alemanas, trabajando de forma clandestina desde la Francia ocupada.
'Enigma' era el nombre de una de las máquinas de guerra más poderosas de los nazis. No era un cañón ni una bomba, sino algo que cabe dentro de una mochila. Era el aparato con el que los alemanes cifraban todas sus comunicaciones, y lo que Camazón y su equipo interceptaban y desencriptaban. Hitler nunca sospechó nada.
La máquina sigue siendo tan compleja que es necesario un ordenador de los actuales trabajando un mes a pleno rendimiento para descifrar varias frases. Así lo han comprobado Paz Jiménez Seral y Manuel Vázquez Lapuente, dos doctores de Matemáticas de la Universidad de Zaragoza que recordaron al Grupo D en una ponencia celebrada ayer en la Universitat Politècnica de València. "Es extraordinario que Camazón y su equipo pudieran desencriptar los mensajes tan rápido", explica Jiménez. Una de estas máquinas se puede ver en el Museo de Historia Militar de Valencia.
"Camazón vivió dos guerras en ocho años; la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial", explica Jiménez. Se exilió de España y dejó en su casa una biblioteca extraordinaria, con 800 libros escritos en 150 idiomas, muchos de ellos lenguas muertas.
Campos de concentración
Huyó tras la victoria de los fascistas y dio con sus huesos en un campo de concentración en el sur Francia, donde se hacinaban los refugiados españoles. Desde allí se las ingenió para que unos trabajadores que recogían residuos mandaran una carta por correo al Ministerio. La carta alertó a los militares y el jefe del servicio secreto, Gustav Bertrand, que visitó el campo y sacó de él a Camazón. Las semanas siguientes visitó todos los campos y rescató de ellos a 6 criptógrafos españoles más.
Un grupo de espías polacos había descubierto, semanas antes de la invasión, que máquina estaban usando los alemanes. Ahora se trataba de replicarla para poder descifrar los mensajes, y ya estaban trabajando en ello en Francia. Bertrand decidió formar tres grupos: el de los polacos, el de los ingleses (dirigido por Alan Turing) y el "Grupo D", de los españoles, dirigido por Camazón pese a que era el único sin formación militar.
Comenzaron a trabajar en el PC (Puesto de Comando) Bruno, a unos 20 km de París. "Camazón veía esto como una segunda oportunidad para acabar con el fascismo en Europa. En España ya había ganado Franco, pero había que seguir peleando", cuenta Jiménez.
Alemania conquistó Francia, y el grupo se desplazó a Argelia para continuar con su labor de espionaje. Tras unos meses vieron que estaban demasiado lejos, así que tenían que volver a Europa. Bertrand eligió un castillo al sur de Francia, y durante años continuaron espiando de forma clandestina; Camazón y su equipo trabajaban mientras Bertrand garantizaba la seguridad. Lo que hicieran aquellos españoles era clave para el resultado de la guerra.
Los alemanes llegaron a patrullar delante del castillo, pero nunca lo revisaron. Tras 8 años de trabajo la guerra acabó, y Camazón acabó trabajando en un puesto importante del Ministerio de Exteriores francés, como recompensa por los servicios prestados.
Héroes olvidados
Nadie supo de la existencia de estos espías cruciales para la guerra hasta 30 años más tarde. En los años 70 los gobiernos francés e inglés desclasificaron sus archivos. "Los polacos fueron reconocidos como héroes nacionales, los ingleses también. Pero en España fue todo lo contrario. Tuvieron que ocultarlo hasta el final de sus vidas porque si volvían les podían atacar y perseguir. Camazón decidió volver para jubilarse en Jaca, y debió ser muy duro para él renunciar a sus principios para pasar desapercibido", explica Jiménez.
A día de hoy, no hay nada en esta ciudad que recuerde la hazaña de Camazón y su grupo de espías. No hay homenaje ni memoria que los recuerde. De hecho, los nombres de los 6 espías restantes no se conocieron hasta el año 2019, gracias a una investigación de RTVE que tuvo acceso a unos documentos clasificados. El resultado se publicó en el documental Equipo D, Los códigos olvidados.
El mismo Camazón se esfuerza por pasar en el anonimato hasta tal punto que es su nieto el que reconoce su foto después de muerto. "Es indignante que habiendo hecho algo tan importante a penas se conozca su figura. En Jaca no hay nada que reconozca el trabajo de este hombre. Solo su tumba en el cementerio".
Suscríbete para seguir leyendo
- ¿Qué fue la luz que surcó ayer el cielo en Alicante?
- Sanidad implanta el uso obligatorio de la mascarilla en centros sanitarios ante el repunte de infecciones respiratorias
- La Aemet espera una mañana de tormentas con granizo y rachas muy fuertes de viento
- Muere tras ser arrollado por un camión al bajar a cambiar una rueda pinchada en la A-7
- Una mujer mata a su hijo discapacitado y después se quita la vida en un hotel de València
- Una arenga de Queipo de Llano instando a "violar a las mujeres de los rojos", en las preguntas de la Selectividad en Alicante
- Una joven abre un bar en una aldea de 11 habitantes... y lo está petando
- El Botànic dejó fuera de las mamografías de prevención del cáncer de mama a 167.083 mujeres mayores de 45 años