Se dio a conocer en la Quincena de los Realizadores del Festival de Cannes, donde se erigió en una de las más notables sorpresas de la prestigiosa sección, sobre todo teniendo presente que es la opera prima de la realizadora Arantxa Echevarría. La historia, escrita por la propia directora, se mueve en torno a Carmen, una adolescente gitana que vive en el extrarradio de Madrid. Como cualquier otra gitana, está destinada a vivir una vida que se repite generación tras generación: casarse y criar a tantos niños como sea posible. Pero un día conoce a Lola, una gitana poco común que sueña con ir a la universidad, dibuja grafitis de pájaros y es diferente. Carmen desarrolla rápidamente una complicidad con Lola y descubre un mundo que, inevitablemente, las lleva a ser rechazadas por sus familias.

Según señaló en una entrevista, lo importante para ella como directora es revitalizar formas clásicas con actitudes modernas. «Me parecía natural seguir la estela de los hermanos Dardenne en las ganas de retratar sin manipular la realidad, como en Rosetta o El hijo, o la valentía narrativa de Dheepan de Jacques Audiard. Quería tener una equidistancia para que nunca seamos capaces de condenar a ninguno de los personajes. Precisamente por eso quería que mi posicionamiento fuera respetuoso y pudoroso siempre que hablara de la cultura gitana. Esa distancia no es meramente la de la cámara sino la de la construcción narrativa: saber encontrar la intensidad social en los gestos de un personaje y ver la miseria de la experiencia de la exclusión en los objetos». Por otra parte, la cineasta subrayó que su objetivo era que la cámara viera sin enjuiciar, al tiempo que lo que vemos nos pone en el terrible brete de tomar un partido: no hay manera de ser neutrales. «Porque cuando la historia de amor -añadió- comenzó a tomar forma, yo tomé partido. Lola ve el mundo a través del amor que siente hacia Carmen. Y esa no es una mirada normal, sino teñida de toda la intencionalidad y el artificio de su sentimiento. El mundo parecerá pararse, desdibujarse y desenfocarse para solamente tener foco en la propia Carmen, en una mano tendida».