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El Circo del Sol y las gotas de magia de "Luzia"

El Circo del Sol estrena en Alicante un nuevo espectáculo en el que el agua cobra protagonismo y que se podrá ver hasta el 21 de agosto

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Así es Luzia, el espectáculo de luz y agua del Circo del Sol en Alicante Alex Domínguez

Llegaron a Alicante por primera vez en 2008 con Quidam; tres años después fue Corteo y en 2018 Totem. Ahora es Luzia el espectáculo que ha devuelto la magia al Circo del Sol en su regreso a la ciudad, llenando la Gran Carpa de luz y también de agua.

Esta ciudad itinerante abrió ayer sus puertas en el nuevo emplazamiento junto a la playa de San Juan, donde estará hasta el 21 de agosto, con un espectáculo lleno de acrobacias imposibles y de números de gran potencia visual, con el que Daniele Finci Pasca, su creador, propone al espectador un recorrido por los lugares, los rostros y los sonidos de México, uniendo la modernidad con sus ancestros.

Luz y lluvia son los elementos claves de este montaje, cuya fusión da lugar al título de Luzia. Y es que el agua es el eje central en este espectáculo, que se estrenó en 2016 como la trigésimo octava producción del Circo del Sol, porque además de la acostumbrada sucesión de personajes que van tejiendo la historia, el líquido fluye en algunos de los números creando instantes excepcionales que llevan el más difícil todavía a su máxima expresión.

Es la primera vez que la compañía integra el agua en un espectáculo itinerante bajo su carpa. Para ello, se ha construido un estanque debajo del escenario y se han creado cortinas de lluvia, y ambos elementos suponen todo un éxito en el plano acrobático y un auténtico reto para los artistas que afrontan sus números bajo o sobre un río de gotas que llenan de magia la Gran Carpa.

Es el caso de los dos acróbatas que usan la rueda Cyr fuera de su entorno habitual y tienen que hacerlo ahora encima del agua y bajo la lluvia, una idea que era en principio inconcebible. O el de la trapecista que se balancea bajo un aguacero que no influye en absoluto en sus piruetas. También el artista que vuela con correas aéreas mientras se desliza por encima del estanque, haciendo que las salpicaduras formen parte de la escenografía. O el payaso que conduce el espectáculo que "juega" con la lluvia, o más bien la lluvia juega con él.

La cortina de lluvia más espectacular aparece al final del primer acto cuando las gotas que caen van formando imágenes bidimensionales, como símbolos de lo que ocurre en Luzia, antes de que el escenario se llene de músicos y cantantes que recuerdan las celebraciones mexicanas del Día de los Muertos. De que eso suceda se encargan 200 electroválvulas que permiten controlar la intensidad y la velocidad de cada gota para crear esas imágenes. Un engranaje que funciona a la perfección gracias a Miguel Llull Riera que maneja un complejo sistema a través de cuatro monitores y una mesa de control.

Otro de los números es el de las enormes cintas de correr sobre las que realizan acrobacias con aros de 75 centímetros siete artistas vestidos como colibríes. También el mástil chino o el columpio 360 grados, que evocando la lucha mexicana, da la vuelta sobre su eje varias veces. Un momento espectacular es el del joven contorsionista con posturas que son difíciles hasta de explicar. Y como siempre ese fin de fiesta de la familia Circo del Sol lleno de música y optimismo.

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