Entrevista | Carmen Mola Escritores

"Nunca queremos escribir con el freno de mano puesto"

Los escritores que están detrás del seudónimo de Carmen Mola presentan su última novela, El infierno, el 12 de enero en las Veladas Literarias de Maestral en Alicante

Los autores de Carmen Mola en La Habana, donde se centra la historia de su última novela

Los autores de Carmen Mola en La Habana, donde se centra la historia de su última novela / INFORMACIÓN

Dirigen la mirada al lugar donde nadie mira. Los escritores Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero; conocidos en el mundo editorial como Carmen Mola, presentan en El infierno un siglo XIX donde la esclavitud estaba a la orden del día en la España colonial. Los autores que revolucionaron la literatura en 2021 tras ganar el premio Planeta con La bestia, trasladan a sus lectores a una Cuba marcada por los asesinatos más sangrientos de una élite que seguía haciéndose rica gracias a esclavizar a otros. No obstante, si hay algo de diferente en esta novela es la introducción, en su imaginario colectivo, del amor. Un amor que, según aseguran, "es la fuerza más poderosa de la vida".

Hablamos con los autores sobre un libro que presentarán este próximo 12 de enero en las Veladas Literarias de Maestral. Con el aforo completo del salón de eventos, los asistentes a la Velada disfrutarán de un menú especial diseñado para esta ocasión, inspirado en los elementos y la gastronomía de la nueva novela de Carmen Mola. Los tres escritores inmersos en el proyecto responden esta entrevista con una sola voz.

El infierno llega después de una obra como La bestia que les dio el Premio Planeta y una visibilidad de la que antes huían. ¿Plantearon diferente este libro? 

Con este libro queríamos seguir describiendo el siglo XIX, que nos parece lleno de conflictos interesantes poco conocidos por el gran público. La gran novedad es que a la mezcla de géneros que ya poníamos en funcionamiento con La bestia, añadimos una historia de amor, a la manera del folletín decimonónico. Una historia de amor pegada al thriller, sin que ninguno de los dos géneros desentone. Ese era el gran reto. 

La historia transcurre entre la Madrid revolucionaria y la Cuba colonial y refleja la esclavitud existente en la España de la época, algo que no acostumbra a leerse. En cambio, somos más ávidos a consumir contenidos donde se habla de la esclavitud en Estados Unidos. ¿Por qué decidieron poner el punto de mira en esta etapa del siglo XIX? 

Es verdad que estamos hartos de ver películas que narran la esclavitud en los campos de algodón del sur de Estados Unidos, y en cambio no se me ocurre ninguna española que aborde la vida de los esclavos en Cuba. Al descubrir que España fue una potencia esclavista en el siglo XIX, dato poco conocido que ni siquiera se estudia en los libros de texto, nos pareció que valía la pena detenerse ahí y salir de Madrid para viajar hasta la isla que entonces se llamaba la Perla de las Antillas. Solo ese nombre da idea de las dos capas en las que se movía esa sociedad. En la superficie estaba el oropel de las fiestas y de la bonanza económica, en el fondo anidaba el infierno de la esclavitud.

¿A los españoles les da miedo mirarse el ombligo? 

No sé si es una cuestión de miedo. Pero, desde luego, hay mucha ignorancia al respecto. Hay un sesgo histórico en todo lo que tiene que ver con el colonialismo español, que pone el esplendor imperial por delante de las atrocidades que allí se cometieron. De la esclavitud en Cuba provenían muchas de las familias ricas de principios del siglo XX, tal vez eso explique el blanqueamiento de aquellos años. 

Suman un nuevo componente a la crudeza que os acostumbra: el amor. ¿Es posible enamorarse en su forma más literaria en las circunstancias que relatan en El infierno

Es posible enamorarse en cualquier circunstancia, porque el amor no entiende de opresiones ni de contextos históricos. Es la fuerza más poderosa de la vida y también la más democrática. Le puede suceder al rico y al pobre, al esclavista y al esclavo. 

Carmen Mola, en una imagen promocional

Carmen Mola, en una imagen promocional / INFORMACIÓN

Generan una obra donde no se respira alegría en ningún momento. Incluso los encuentros entre el medio médico Mauro y la suripanta Leonor están envueltos en un manto de tristeza y pesadumbre. ¿Por qué?

Es cierto que la atmósfera de El infierno es densa y que la vida de los personajes siempre está envuelta en un halo de drama, en parte por el contexto histórico que les ha tocado vivir y, también en parte, porque a los dos los arrastra un destino que puede ser cruel. Sin embargo, sí pensamos que en la novela hay momentos de luz: la relación entre Leonor y Pili, también la de Mauro con Tomasiño o con Emiliano, historias de amistad que significan una puerta a la esperanza, al igual que el amor que mueve a nuestros protagonistas y que ejerce de contrapeso, es la razón por la que merece la pena luchar.

También huyen de lo terrenal y se embarcan en un viaje marcado por las leyendas y lo sobrenatural. ¿Existió el barco Santa Catalina o algo parecido?

No existió un Santa Catalina, aunque creo que hay una conexión entre ese barco y el Deméter, el barco que lleva a Drácula a Inglaterra. De igual manera, ese barco con el que arranca la novela, trae al demonio a Cuba. Nos gustaba crear ese vínculo y también la imagen del barco fantasma, algo que enlaza con el homenaje que, en cierto modo, hacemos a la literatura de terror y fantástica del siglo XIX, un género que nos gusta mucho. Además, en El Infierno queríamos ensalzar el poder de la ficción, tanto a través de leyendas o religiones como de narraciones o de obras de teatro. Todo es, a fin de cuentas, ficción. No es una casualidad que la novela empiece en una obra de teatro y termine con el cuento que narra una madre a su hijo.

Si algo es un seguro en vuestras novelas son los asesinatos. Ahora que la gente os conoce, ¿van a echar el freno de mano a la explícita forma de mostrar al lector la brutalidad de la muerte?

Nunca queremos escribir con el freno de mano puesto. Ni en la violencia ni en cualquier otra cosa que se nos ocurra, tanto a nivel de personajes o trama como de estilo. Siempre escribimos lo que pensamos que necesita la novela. Desde el principio hemos creído que una de las mayores virtudes de Carmen Mola en su época de anonimato era que escribíamos como francotiradores, sin miedo al qué dirán. Esa libertad es fundamental para nosotros y, pese a que la gente ahora sepa nuestros nombres, no queremos perderla. 

¿Ha afectado de alguna manera la crítica que les persiguió en su día tras conocerse que estaban detrás del pseudónimo de Carmen Mola?

Sinceramente, creemos que no. Con el paso del tiempo, la sensación que nos queda es que el ruido que surgió de las redes sociales –algo que nunca hemos visto trasladado a la vida real– hizo que se hablara más de aquel premio Planeta. En ese sentido, suponemos que fue bueno, porque quizá se enteró más gente de que lo habíamos ganado. Sin embargo, las ventas de los libros siempre dependen de los lectores: si les gusta, lo comprarán y lo recomendarán. Si no les gusta, harán lo contrario. A fin de cuentas, lo único que importa es la novela. Todo lo demás es accesorio, incluidos nosotros.

Carmen Mola en la Catedral de La Habana

Carmen Mola en la Catedral de La Habana / INFORMACIÓN

undefined

Hablemos de la cadencia de publicación. ¿No es negativo publicar una obra por año?

Es una cadencia exigente, desde luego. Pero es la que en los últimos años se está imponiendo en el mundo editorial. Nosotros, por nuestra experiencia anterior en el mundo audiovisual, estamos acostumbrados a la entrega continua de material y a respetar escrupulosamente las fechas. Hay que tener en cuenta que mucha gente depende del trabajo del escritor o el guionista y que se ve afectada con cada día de retraso. Esto significa que sabemos cuándo es el momento de reflexionar y cuándo el de ejecutar, creemos que cada historia que mandamos al editor está madurada. Es cierto que las semanas dedicadas a la promoción, tanto en España como en otros mercados, se restan del tiempo de escritura, pero hay que adaptarse y cumplir los plazos.

Operan como guionistas, poniendo cosas en común que posteriormente forman un hilo narrativo. ¿Cómo solucionan las discrepancias entre los tres?

Tratamos de llegar a acuerdos por unanimidad, discutiendo todo lo que hace falta, aportando ideas nuevas hasta que los tres estamos cómodos con lo que vamos a hacer. Hay veces —pocas— que eso es imposible y no llegamos a puntos de acuerdo. En ese caso tenemos un sistema estrictamente democrático: votamos y sale adelante la idea ganadora. Al ser tres, es imposible el empate.

¿Se consideran estrellas del mundo de la literatura?

No, no creemos que lo seamos, somos trabajadores de la escritura que hemos alcanzado un cierto éxito. No sabemos si el estrellato es posible en un mercado reducido como es el español. Quizá en el mundo anglosajón, o en otros tiempos, por ejemplo los del boom, con García Márquez y Vargas Llosa, sí que se pueda considerar que existan. Nosotros, desde luego, no lo somos. Nos levantamos cada mañana y nos sentamos delante del ordenador para hacerlo lo mejor que podemos, con mucho esfuerzo y dedicación. El éxito en esta profesión no es el estrellato, es poder vivir de ella.

¿Temen que Carmen Mola les coma sus proyectos personales?

Carmen Mola es muy exigente, cada día más. Nos obliga a la cadencia de publicación de la que hablábamos antes, a extenuantes giras de promoción, a más de un centenar de entrevistas al año, a la atención constante a los lectores… Pero cada uno de nosotros seguimos teniendo nuestras propias lecturas, nuestras aficiones y nuestra forma de escribir. Cuando escribimos a Carmen Mola, tenemos claro que escribimos para ella, cuando nos ponemos nosotros con nuestros propios proyectos, Carmen Mola se queda fuera del despacho. Habrá novelas de los tres en cuanto encontremos el tiempo y no serán parecidas a las de Carmen Mola.