Una de las grandes obsesiones de las empresas, los hombres de negocios, el personal de recursos humanos y los gurús del éxito financiero es determinar cuáles son las características de un buen líder, aquel capaz de inspirar a un equipo para lograr los objetivos que se proponga. Sabemos perfectamente quiénes son. Les hemos seguido la pista durante siglos, desde la antigua Babilonia hasta la moderna Francia; de Alejandro Magno al Che Guevara, en el ámbito religioso, militar, político o deportivo. Y, sin embargo, no siempre nos ponemos de acuerdo en qué cualidades ha de tener una persona para convertirse en un gran líder.

El escritor John Maxwell, que lleva treinta años hablando de liderazgo, estima que un líder es quien conoce el camino, recorre el camino y muestra el camino. Alguien que predica con el ejemplo, como hicieran Nelson Mandela o Martin Luther King. O Incluso Lebron James, elegido por la prestigiosa revista Fortune como un referente mundial por su compromiso social. Para hallar un buen líder de equipo en LEB Oro necesitamos a alguien que conozca el camino de la competición, que haya recorrido ese trecho y pueda mostrarlo a otros. ¿Se les ocurre algún base, algún entrenador que pueda cumplir ese requisito? No lo tendrán difícil. Los dos se llaman Pedro. Las verdaderas piedras angulares del Lucentum. Y pueden verlos reflejados a la perfección en este listado de rasgos básicos que definen a un buen líder según otra reputada revista, Forbes: concentrarse en los objetivos y no entretenerse con otras cosas; ser capaz de infundir confianza, empatía y motivación; mostrar integridad; inspirar a otros a llegar más lejos; apasionarse con su trabajo; ser pacientes y perseverantes; comportarse de manera resolutiva ante los problemas; actuar con responsabilidad; ser fieles a su propio estilo, con autenticidad y personalidad; mantener la mente abierta a nuevos retos y posibilidades; actuar con decisión y confiar en el equipo. Pedro Llompart en pista y Pedro Rivero desde el banquillo son los verdaderos líderes de un equipo capaz de remontar un partido que pierde por veinte puntos y demostrar que con trabajo y esfuerzo no hay meta demasiado grande.

Si algo tienen claro los expertos es que un líder no nace, se hace. Y ello se consigue con trabajo duro y con cierta obsesión, tal como reconoce Pat Riley, histórico entrenador de baloncesto. Se gana día a día, como dice Michael Jordan. Y, si como apuntaba Maxwell, el líder es quien conoce el camino, lo recorre y lo muestra, solo se me ocurre una consigna para el partido de esta noche ante Coviran Granada: Follow the leader!