Sergio Ortuño, el genio centenario

Viste la azulgrana desde los tres años. Empezó a propinarle patadas a un balón con Iván Forte dándole las primeras lecciones. Dos décadas después, le tuvo de capitán en el vestuario del club de su vida, remando juntos, saltando de categoría hasta llegar a la antesala de la élite continental. Ahora es él quien capitanea al Deportivo. Lo hace desde la titularidad indiscutible, siendo fundamental en la creación, en el equilibrio, en la segunda línea de contención.

El Eldense que se ha adaptado rápido a LaLiga, a la exigencia del fútbol profesional; el equipo que debió de ganarle al Alcorcón y al Espanyol de haberse respetado los tiempos de prolongación, se mueve a su ritmo, y eso, para el niño que nació en el Medio Vinalopó hace 24 años y es parte del club de su ciudad casi desde la cuna es un sueño hecho realidad.

Sergio Ortuño jugó su primer encuentro oficial entrenando diariamente con la primera plantilla en la temporada 20-21, cuando el cuadro azulgrana todavía competía en la Tercera División, casi sin salir de la provincia de Alicante. En aquella campaña participó en 16 partidos. Al final de aquella experiencia fundamental, el Eldense entró en Segunda RFEF.

En la siguiente campaña, los  16 encuentros en los que intervino en el arranque del curso le valieron para que el Real Valladolid reclamara su adquisición en propiedad durante el mercado invernal. Pese a ello, Ortuño se quedó cedido en Elda para firmar su segundo salto de categoría, este a Primera RFEF explotando un formato que le permitió revivir la experiencia en el Nuevo Pepico Amat.

De regreso a la ciudad del calzado tras su estancia en el filial pucelano, el centrocampista eldense se convirtió en pilar básico, casi fundacional, del histórico ingreso del Deportivo al fútbol profesional después de seis décadas de ausencia. Tres de tres, y siempre titular a pesar de los cambios en el banquillo. Todos los entrenadores que ha tenido le han convertido en su prolongación dentro del campo. Jugador talentoso, cerebral, sacrificado y clarividente, en la inolvidable campaña 22-23, el mediocentro defendió el dorsal «ocho» en 44 partidos. Jugó más de 3.000 minutos y, para completar su expediente inmaculado, añadió tres tantos a su lista de tareas.

Orgullo infinito

«No existe mayor orgullo para mí que representar estos colores», dijo Sergio después de entrar en el club de los 100. «Estoy agradecido a todos los que me han ayudado, animado y han creído en mí. Vamos a por más», deseó el centrocampista de la casa, el único de verdad con mayúsculas que tiene el club.  

Azulgrana en Tercera División, Segunda RFEF, Primera RFEF y en LaLiga Hypermotion, nadie más puede presumir de lo mismo habiendo nacido en Elda. El honor es casi tan grande para él como las ganas que demuestra cuando salta al campo. Ortuño nunca se rinde, es un jugador único al que le mueve lo más importante, la pertenencia, la identidad, la sensación real de que todo lo que consiga será para él, pero también para su ciudad natal, para su gente, sus paisanos. Como combuistible, esto resulta imbatible.