Qué poco dura la alegría en la casa del pobre. Este dicho del refranero popular se podría aplicar en estos momentos al sector del calzado, que después del regocijo que ha supuesto la recuperación de las cifras de exportación prepandemia y los buenos resultados que ha ofrecido la feria de Milán clausurada este mismo martes, se enfrenta, sin embargo, a un último trimestre del año repleto de incertidumbres en el que se teme una caída del consumo por culpa de la inflación. Ese es el sentir generalizado de las empresas de la provincia que han estado en el certamen italiano, foro que se ha recuperado notablemente, aunque sin llegar todavía a los niveles de actividad que registraba antes de la crisis sanitaria.
Acudía ilusionado el sector zapatero alicantino a la feria Micam de Milán, respaldado por los buenos resultados que, en materia de comercio exterior, se están obteniendo desde el inicio del año. Un total 46 empresas, prácticamente la mitad de la representación española, han estado presentes en este evento que, en líneas generales, ha transmitido sensaciones positivas. Primero, por el nivel de participación, con 800 expositores procedentes de diferentes partes del mundo, y, después, por el notable nivel de actividad comercial en un evento en el que se presentaban las colecciones preparadas para el verano de 2023.
Así lo pone de manifiesto la presidenta de la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal), Marián Cano, quien destaca que "las firmas, en líneas generales, están satisfechas, porque se ha podido trabajar bien". Además, insiste la representante del sector, el certamen ha supuesto la recuperación de compradores que, desde el inicio de la pandemia, no habían aparecido por las ferias, como es el caso de los procedentes de los países asiáticos.
Y todo ello en un contexto en el que las exportaciones están funcionando de manera positiva después de una larga travesía en el desierto, fruto, entre otras cosas, de las repeticiones de pedidos con motivo de la campaña estival. "Los compradores se están mostrando más conservadores desde la irrupción de la pandemia, por lo que, a medida que han ido agotando el género, han tenido que pedir más", enfatiza Cano.
El problema puede venir de cara al último trimestre del año, debido al clima de incerteza que se ha instalado a nivel internacional como consecuencia de la guerra de Ucrania. "Nuestro temor -explica la presidenta de Avecal-, es la forma en la que afectará al consumo de moda la fuerte inflación que hay en estos momentos. Nuestras ventas están adelantadas en una buena parte, pero si el comercio minorista se resiente, lo que está claro es que no habrá repeticiones de compras y que, encima, se generará un stock en los comercios. Además, si esta campaña que va a empezar ahora no va bien, lo normal es que afecte a la próxima".
Otra circunstancia que puede influir en el consumo es la necesidad de las empresas de repercutir en sus artículos los fuertes incrementos de costes de la energía, el transporte y las materias primas. "Hasta ahora -señala- las compañías han hecho un esfuerzo de contención, pero al final no habrá otro remedio que trasladar estos encarecimientos a los precios. Son circunstancias, en definitiva, que van añadiendo incertidumbres".
En parecidos términos se expresa Rafael Bernabeu, director general de J'Hayber, quien afirma que la de Milán "es la primera feria a la que acudimos desde antes de la pandemia, y aunque se ha recuperado bastante, todavía le queda un camino por recorrer". Su empresa, añade, ha tenido buenos resultados con el calzado deportivo, aunque también está expectante ante lo que pueda suceder en la recta final de año. "Habrá que ver cómo reacciona el consumidor final ante cuestiones como la inflación, la factura de la luz y la subida de los intereses", argumenta.
