El Elche despierta tarde

La hora de la siesta le sienta mal a los franjiverdes, en el minuto 4 se adelanta el Valladolid y les toca, otra vez, nadar contra corriente-En la segunda parte mejoran, Tete Morente empata en el 95 y merecen más que un punto, que resulta insuficiente

Los jugadores del Elche celebran el gol del empate

Los jugadores del Elche celebran el gol del empate / MATÍAS SEGARRA

J. A. Galvañ

J. A. Galvañ

Este Elche es digno de elogio porque nunca se rinde, se lo deja todo en el campo y lucha hasta la extenuación. Y eso es difícil en la actual situación del conjunto ilicitano, casi desahuciado al descenso a Segunda División

Sin embargo, en esa misma situación y sabiendo que todos los detalles se están volviendo en su contra en la presente temporada, cuando no sale al terreno de juego al máximo de concentración, intensidad y rabia lo pueden terminar pagando.  

Y eso es lo que le pasó ayer a los franjiverdes frente al Valladolid. El partido se jugó a la hora de la siesta, salieron dormidos y, cuando quisieron darse cuenta, a los cuatro minutos, ya perdían 0-1. Eso provocó que el equipo de Pablo Machín tuviera que volver, otra vez más, a nadar contra corriente y generó nerviosismo y, por ende, imprecisiones en los pases y en los remates a portería. 

Luego, principalmente durante el segundo tiempo, despertó, tuvo el dominio del juego y numerosas ocasiones para darle la vuelta al marcador. Incluso, se hizo merecedor de la victoria. Pero el gol de Tete Morente, en el minuto 95, solo le permitió rescatar un punto, que resulta insuficiente en su agónica lucha por lograr el sueño de la permanencia.

El Valladolid de Pacheta, que volvía al Martínez Valero y se dio un baño de multitudes, tuvo, durante la mayor parte del encuentro, el partido en su mano. Pecó de conformismo, se dedicó a sestear con el resultado, a parar el juego y, al final, lo terminó pagando con el empate. Y si se hubiera hecho justicia, se tendría que haber vuelto de vacío a Pucela. 

El Elche salió un tanto apático y en el minuto 4, un centro del exfrajjiverde Lucas Olaza lo remató casi sin querer el canadiense Cyle Larin, con la fortuna de que el balón lo rechazó Magallán, desvió la trayectoria y se coló en el fondo de las mallas lejos del alcance de Edgar Badia. 

El golpe dejó aturdidos a los jugadores franjiverdes, que tardaron en reaccionar. Lo intentaban, pero su juego no era fluido, había demasiadas imprecisiones y les costaba encontrar la claridad. 

Aún así, Mascarell y Lucas Boyé, quien sigue mejorando y se echó el equipo a la espalda; lo intentaron. Carmona y Helibelton Palacios aparecieron un poco más por la banda derecha. El argentino tuvo dos buenos remates, que no encontraron la dirección correcta. El canario probó fortuna en un lanzamiento de golpe franco. Se repetía lo que tanto se ha visto en la actual campaña

Mascarell lucha por un balón con Roque Mesa, con Lucas Boyé detrás

Mascarell lucha por un balón con Roque Mesa, con Lucas Boyé detrás / MATíAS SEGARRA

Cuando se estaba a punto de llegar al descanso, Larin pudo hacer el segundo del Valladolid, pero controló mal cuando se quedaba solo ante Badia. Al final de la primera parte se llegó con ventaja pucelana y Pacheta se las prometía muy felices.  

Cambios acertados

Machín intentó mover el avispero. Dejó en el vestuario a unos desafortunados Nteka y Carmona y dio entrada a Ponce y Tete Morente. El argentino sigue negado, pero el gaditano volvió a ser de los más destacados y aportó, de nuevo, velocidad y desborde por la banda derecha.

Boyé seguía con su lucha contra el mundo. El «9» franjiverde lo intentaba de todas la maneras, pero no encontraba el gol. 

El técnico del Elche ejerció de Pilatos y, después de muchas peticiones de las masas, le dio la oportunidad a Lautaro Blanco. El argentino mejoró, de forma considerable, el juego de Carlos Clerc en el carril izquierdo y no se entiendo como no juega más. Machín también optó por Guti en lugar de un desafortunado Gumbau y, por fin, decidió variar el sistema de tres centrales. Quitó a Roco y puso a Nico, dándole la banda izquierda a los dos argentinos. 

Roco tuvo una buena oportunidad en una de sus subidas al ataque

Roco tuvo una buena oportunidad en una de sus subidas al ataque / MATÍAS SEGARRA

El conjunto ilicitano encerró por completo al Valladolid en su campo. Pacheta empezaba a no verlo claro. Las gradas, que al igual que el equipo estuvieron mucho tiempo aletargadas, a excepción de la «Grada de Animación» y pocos más; también despertó

La pelota continuaba sin querer ver la meta vallisoletana. En el minuto 68, tras un centro de Tete Morente que Ponce no acertó a rematar, hubo hasta tres rechaces que no encontraron destino

Parecía que el Valladolid, con muy poco, se iba a llevar todo el botín e iba a castigar, por enésima vez en la presente temporada, al Elche. Los pucelanos se dedicaban a parar el ritmo con faltas y pérdidas de tiempo. A pesar de esa racanería, Machis, en el 90, con un equipo franjiverde volcado, tuvo una contra para sentenciar. «Afortunadamente», al llegar a la frontal del área y cuando se quedaba solo ante Badia, sufrió un tirón muscular y no pudo seguir.  

Pacheta se quedaba con un hombre menos, porque ya había hecho los cinco cambios. La grada rugió con mucha más intensidad. El árbitro dio nueve minutos de prolongación. Y el Elche buscaba a la desesperada, al menos el empate. 

En el 95, un centro de Nico le cayó a Tete Morente dentro del área y el gaditano, en estado de gracia, anotó la igualada

Tete Morente celebra el gol del empate

Tete Morente celebra el gol del empate / MATÍAS SEGARRA

El Martínez Valero estalló con el grito: «sí se puede, sí se puede». El sueño de la remontada era posible

Los nervios afloraron en el Valladolid. Roque Mesa vio dos tarjetas en apenas cuatro minutos y Hongla de forma consecutiva. Pacheta se quedaba con solo ocho efectivos en el campo

Guti, en dos ocasiones, y Boyé, en otra, pudieron conseguir una victoria, que hubiese sido justa.

El Elche murió en el área rival, pero, lamentablemente, el gol del triunfo no llegó. El empate fue un premio menor y la afición premió con aplausos a sus futbolistas por el esfuerzo realizado. 

Sin embargo, la permanencia sigue estando cada vez más lejos. Pero como dicen los jugadores, mientras haya vida hay esperanza. Por lo menos, a pesar de las adversidad, la lucha y la entrega en este equipo es innegociable.