"Tienes que escribir mis memorias", me dijo muchas veces Emigdio Tormo Ródenas (Elche, 1936-2022). Se lo escuchaba decir una y otra vez cada vez que iba a preguntarle por la situación de los procuradores o de nuevos proyectos para la centenaria Acequia Mayor del Pantano. Y por mi cabeza siempre rondaba la misma frase: era imposible. Me veía incapaz de encontrar tiempo para contar las vivencias de un personaje clave en los últimos años de la Dictadura y en la Transición de Elche. El tiempo es un enemigo inexorable para los periodistas que muchas veces no lo encontramos para lo que realmente es importante. "El día que me jubile", le contestaba rehuyendo la respuesta que él esperaba. Hoy tengo que escribir el obituario del hombre al que conocí al frente del Colegio de Procuradores o como presidente de la Acequia Mayor del Pantano y del que la vida por otros avatares me ha permitido descubrir otra faceta suya, el amor por su familia, por su mujer Amanda y sus cinco hijos, Irene, Mandi, Óscar, Eves y Emigdio, este último diputado autonómico por Ciudadanos Era un amante de la caza, deporte que practicó toda su vida y del que aficionó a su hijo Óscar. El óbito se produjo anoche, sobre las 22.30 horas. El cadáver ha sido trasladado a la sala 5 del Tanatorio de l'Aljub. Las exequias se realizarán mañana viernes, a las 11 horas, en la basílica de Santa María.

Tormo, primero por la izquierda, firmando un convenio con el alcalde Diego Maciá para la Acequia Mayor del Pantano

Emigdio Tormo habría cumplido 86 años el próximo 8 de noviembre. Nació en la calle El Salvador, en pleno corazón de la ciudad, y estudió en las Carmelitas, de donde pasó al colegio de Don Julio. Cursó el Bachillerato en el único instituto que entonces existía en Elche, en La Asunción. Estudió Derecho en la Universidad de Murcia, que tuvo que abandonar por la enfermedad de su padre. Desde 1961 era procurador de los Tribunales. Fue secretario comarcal del Frente de Juventudes, consejero local y provincial del Movimiento, del que llegó a ser jefe. Concejal en el Ayuntamiento de Elche durante la etapa de Luis Chorro, fue delegado de la entonces Policía Local de Elche. "Hicimos una buena labor y rejuvenecimos la plantilla, creamos una academia de reciclaje y conseguimos dotarla con mejores medios que los escasos que entonces contaba", explicó al periodista Jaime Gómez Orts en una entrevista del libro Ilicitanos de Siempre.

Poco amigo de salir en público, en un acto atendiendo a periodistas ANTONIO AMOROS.

Entre sus anécdotas de aquella etapa, contaba con cierta amargura cuándo, días antes de cesar Luis Chorro, se esperaba su nombramiento como teniente de alcalde de Gobernación. Cuál fue su sorpresa cuando se le designó delegado de Limpieza. "Me entregué en cuerpo y alma tratando de dotar a Elche de un servicio importante y eficaz. Me informé que en Cádiz y La Coruña se encontraban los mejores servicios. Me trasladé a la Tacita de Plata, que entonces era un primor, fui adquiriendo conocimientos sobre la planta de reciclaje y el material, entre el que se encontraba los camiones con prensa". El secretario municipal era Juan Orts y días más tarde convocó un concurso para la recogida de camiones por la noche. Con ello se modernizó el servicio. Quizá esta anécdota dé una dimensión de su capacidad de servicio por la ciudad en aquellos años.

"Siempre he tenido de cara a la Virgen de la Asunción, algo que nunca me canso de confesar"

Con Vicente Quiles como regidor volvió a ocupar el puesto al frente de la Policía. Aseguraba que fue el secretario municipal Juan Orts el que le confió el mando de la Policía en un momento en el cual había problemas con los jueces, porque se metían con el Ayuntamiento por la actuación de sus agentes. "Vicente Quiles no se mostró muy entusiasmado por la idea, pero aceptó y con el tiempo me dio muestras de un amor fraternal". Sacó la plaza de jefe de la Policía por oposición. Estuvo al frente del cuerpo durante los dos primeros ayuntamientos democráticos, ambos gobernados por socialistas. "Hice muy buenos amigos, lo que en honor a la verdad tengo que reconocer que constituyó para mí una auténtica sorpresa", decía con sorna. Con 48 años de edad se jubiló en la Policía Local y volvió a su despacho de procurador. Estuvo 21 años entre concejal y jefe de la Policía a lo largo de su vida. Decía que era rara la noche en la que no tenía que levantarse dos o tres veces por alguna emergencia.

Fue presidente del SIndicato de Riegos de Levante y de la Acequia Mayor del Pantano. Obtuvo por su ejercicio profesional como procurador la Cruz de Primera Clase de San Raimundo de Peñafort, concedida, recordaba, "por un ministro socialista, ya que en la época que pudieron concedérmela mis amigos, no se acordaron de mí". Llegó al puesto de decano del Colegio tras la muerte de José Antonio Ramón Aleo, el fundador del colegio. Era 1982 y con él creció los profesionales que se iban incorporando desde la docena que tenía en sus inicios y se adquirió una sede. Emigdio Tormo tenía una memoria increíble para nombres, fechas y sucesos que marcaron el final de una época en Elche. De cualquiera de ellos, cuando se le preguntaba, era capaz de contarlo como quien tiene un libro abierto entre las manos. Sentía cada cosa que decía como si la estuviera viviendo. Ejercía como procurador en la Torre de la Calahorra, que era propiedad de su familia, hasta que fue adquirida por el Gobierno de la Generalitat, siendo presidente Eduardo Zaplana, como subsede del Consell en la ciudad y que solo conoció a un delegado, a Manuel Ortuño. Trasladó su despacho a un edificio familiar a muy poca distancia de la calle en la que nació. Nunca se jubiló, no sabía.

Su etapa como responsable agrícola también fue fructífera. De la mano del general Antonio Maciá Serrano, quien presidía la Comunidad de Riegos de Levante, entró en el colectivo en un momento en el que el trasvase Tajo-Segura iba a ser una realidad. "Tenía un Seat 1430 y, por cierto, sin dietas, lo ponía en la puerta y prácticamente iba solo al Ministerio de Obras Públicas", decía con franqueza. Firmó las escrituras de la concesión de propiedad a la Comunidad y se marchó. "Dejé a Riegos de Levante con unos cientos de millones (de pesetas) de superávit, algo que no había tenido jamás y que no ha vuelto a tener. Bien es verdad que entonces llovía, pero no es menos cierto que siempre he tenido de cara a la Virgen de la Asunción, algo que nunca me canso de confesar".