La basílica de Santa María ha empezado este martes a cubrirse con más redes ante su progresivo deterioro. Miden diez metros de largo. El templo del Misteri se ha visto forzado a tomar esta medida por prevención tras la caída de cascotes la pasada semana y desde hoy una grúa ha comenzado a colocar mallas de protección en los contrafuertes que dan a la plaza del Congreso Eucarístico. La previsión del aparejador Francisco Rodríguez Trives es que el viernes, salvo contratiempos, pueda estar acabada la intervención, ya que el ciclo de otoño de La Festa está a las puertas (29 y 30 de octubre y el 1 de noviembre).

Colocación de la red en uno de los contrafuertes de Santa María ANTONIO AMORÓS

En total se van a colocar cinco redes para que las cornisas queden totalmente protegidas, tres de los cuales dan a la calle Fira, que es la que se tuvo que acordonar hace una semana por los desprendimientos. Las mallas de protección van fijadas con tornillería a los sillares de la basílica para que estén bien sujetas.

Esta es la única solución que, de momento, ha podido tomar la basílica hasta que la Administración autonómica dé su visto bueno a un Plan Director, que ha cifrado en 6,9 millones las restauraciones necesarias en una década. Sin su aprobación no es posible pedir financiación pública, según el rector del templo.

Una vez se autorice, la intención es realizar pequeños proyectos, fase a fase, y posiblemente la zona donde acaba de desprenderse una cornisa, sea el lugar por donde se tenga que empezar la rehabilitación. Ese estudio presentado en julio sirvió para corroborar que las cubiertas y las fachadas son las áreas que más urgen una intervención.

Desde este verano, la basílica ha visto cambiar algunas de sus más antiguas redes de protección, colocadas ante posibles desprendimientos. En concreto, las de la puerta de entrada al Museo de la Virgen, en la plaza Santa Isabel, y la de la puerta del órgano, en la plaza del Congreso Eucarístico. Aprovechando esta labor preventiva, el templo va a colocar testigos exactamente en los mismos puntos donde ya los incorporaron en su día los arquitectos como Coquillat o después, Antonio Serrano Peral, a lo largo de los años cuarenta.